Inconvenientes del Taylorismo

Inconvenientes del Taylorismo

A pesar del impresionante aparato científico y técnico en que se envuelve el taylorismo, sus utilizadores reconocen la falta de objetividad y de precisión de las normas establecidas, las transacciones y los ajustes permanentes a los cuales da lugar, los excesos a los que conduce la especialización de las funciones que cuestionan su balance incluso bajo el ángulo estrictamente económico, finalmente la incompatibilidad el taylorismo con el funcionamiento de la empresa como sistema social.

La credibilidad de las normas

El taylorismo se define como un método científico de organización del trabajo. Tres cuartas partes de los agentes técnicos y contramaestres interrogados (en un estudio realizado), estiman que el cronometraje es un método impreciso. Lo juzgan incapaz de tener en cuenta la totalidad de factores que intervienen en el trabajo: no puede considerar los imponderables y los incidentes. Lo cual contribuye a transformar a la gente en robots, lo que es perjudicial para la calidad del trabajo de los obreros.

Una organización menos Taylorista tiene ventajas organizacionales: permite una mayor flexibilidad, una adaptabilidad de los programas de producción. Este grado de flexibilidad de la organización del trabajo permite absorber los fenómenos perturbadores: incidentes técnicos, problemas del personal, conflictos que un modelo rígido de organización no puede tener en cuenta.

Transacciones y ajustes

Los ajustes de los tiempos y las normas a las realidades de las dianas de la producción se hacen bajo dos aspectos: bajo la forma de acuerdos sobre los programas y de un juego para ganar directamente bajo la forma de ajustes de tiempos.

Los especialistas de la organización critican la importancia de las concesiones de los prácticos de los métodos. El cronometrador redondea los resultados obtenidos, arregla sus mediciones para “liberarse sin problemas”.

El cronometraje está considerado cada vez más como una “lata” de la que los especialistas tratan de zafarse.

Las necesidades de los diferentes servicios (marketing, producción), son contradictorias y se resuelven por compromisos entre los servicios. Las modificaciones del planning no provienen únicamente de los talleres: los servicios comerciales pueden ser solicitantes y desencadenar urgencias que exigen rectificaciones del programa que los talleres pueden, o no, absorber: “el taller se parapeta tras el principio de la unidad de producción mínima de una jornada que, en este caso, no es ya respetada; eso acrecienta el tiempo de puesta en marcha. Si la ruptura de los stocks es real, se hace, si no, se espera” (declarado por sub jefe de taller de envasado farmacéutico, uno de los interrogados).

Para precaverse de los imponderables (absentismo, averías, urgencias), los responsables de fabricación se dotan de un margen de maniobra, se adelantan en el programa de fabricación y hacen reservas.

Aunque los imponderables acaban por ser ellos mismos programados: se prevén artículos de “seguridad” cuya realización es menos imperativa para restablecer una cierta flexibilidad de funcionamiento del taller.

Los excesos de la especialización

Aparte de las dificultades que encuentra para realizar sus propios procedimientos y de las alteraciones que contempla en la aplicación de sus reglas, el taylorismo choca con callejones sin salida inherentes a la lógica de su puesta en práctica. La encuesta americana sobre la especialización de las tareas mostraba que la mayoría de las empresas creen que limitar el contenido de los empleos y liminar su variación es un método eficaz:

• Las tareas que tienen demasiados elementos reducen la productividad

• Cuanto más numerosas sean las tareas asignadas a un individuo, más largo es su tiempo de aprendizaje

• Empleos más simples dan un rendimiento más elevado

Sin embargo, la misma encuesta aportaba elementos contradictorios de apreciación de la división del trabajo:

• El contenido del trabajo es menos importante que las actitudes de los trabajadores

• La responsabilidad individual mejora la calidad y la productividad

• Si la especialización es llevada hasta la monotonía, el rendimiento tiende a bajar

La lógica de la especialización y de la repetitividad llevada hasta el extremo destruye por tanto sus propios resultados, y los solos criterios económicos del rendimiento y de la productividad la obligan a corregirse.

Desposeyendo al trabajador

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