LA ESCUELA COMO PARTE DE NUESTRA ILUSIÓN
Enviado por ancasares • 24 de Junio de 2014 • 2.467 Palabras (10 Páginas) • 184 Visitas
Resumen:
A partir de los documentos trabajados se identifican tres aspectos de relevancia para los autores, iniciando con la noción de conocimiento a través de la historia y su relación con la memoria. Posteriormente, se aborda la ciencia en la modernidad y la postmodernidad, y su relación con lo político, social y religioso. Por último, se presenta la relación entre la cultura y la escuela atendiendo a los cambios sociales y la transmisión del conocimiento.
Palabras clave: memoria, conocimiento, ciencia, ilusión, desilusión, alteridad, escuela, cultura.
LA ESCUELA COMO PARTE DE NUESTRA ILUSIÓN
La epistemología como disciplina autónoma que pretende develar los criterios mediante los cuales los científicos validaban su conocimiento, toma su valor por cuanto éstos se fundamentan a través del discurso filosófico. Por un lado, la realidad se nutría del discurso teórico y por otro lado, se pretendía homogenizar la realidad (Rorty, 1979, p. 91).
Desde la historia, podemos destacar que en la antigua Grecia el discurso planteaba cierto tipo de dualidad en la que lo falso y lo verdadero, lo comprobable y lo creíble, lo mágico y lo conceptual, estaban inmersos en él y se manifestaban a través de la memoria. Es así como, al separar la memoria del propio pensamiento, este último se proyectaba como algo instrumental, operante de la razón representando lo real y verificable del pasado, presente y de ser posible del futuro; por otro lado, se planteaba un discurso que promovía una constante actualización y resignificación del conocimiento (Mariano, 2010).
La sociedad tradicional, se planteaba como dogmática, ya que todo se legitimaba a través de sus creencias religiosas, relegando al sujeto a cumplir los preceptos que de éstas venían sin cuestionarlos, entonces el ser humano no participaba en su construcción. Cuando se da el paso de la sociedad centrada en la tradición a la sociedad moderna, se plantea la construcción de un orden social justo y al ser humano como capaz de participar en su construcción, sin la dependencia divina sino dependiendo de su voluntad y de la capacidad para agruparse y conformarse (Rorty, 1979).
La sociedad moderna propone la construcción de acuerdos entre los sujetos basado en principios de igualdad que les permita construir un mundo más justo para todos, al contrario, las sociedades tradicionales atribuían las diferencias sociales a la voluntad divina lo cual no les permitía cambiarlas. Podemos plantear que la sociedad moderna pretende transformarse en función del sujeto humano y debido a esto genera espacios donde él pueda sacar todo su potencial transformador (Garzon, 2005).
Esta sociedad, pone en evidencia un orden social que mantiene y reproduce las desigualdades sociales, pero a diferencia de la tradicional, mantiene un proceso constante de cambio y busca partir del presente para proyectar un futuro mejor. La realidad, es que los seres humanos han pasado a ser asociaciones que sin fronteras, cultura y expuestos a la sociedad capitalista, pierden su identidad, su papel fundamental en la construcción de un mundo mejor y más equitativo.
La modernidad es entendida como un proyecto político, social y económico fuertemente enraizado en los fundamentos éticos de la ilustración de herencia kantiana, que tiene su máxima expresión política en los principios básicos que acompañaron a la revolución francesa: Igualdad, fraternidad y libertad, en el umbral del siglo XVIII, (Foucault, 2001). Desde este instante de la modernidad, se elabora una concepción del mundo centrada en la razón, el progreso y la ciencia.
La racionalidad es inmanente a la realidad de los nuevos tiempos y los filósofos formulan y sistematizan sus principios teóricos en todos los campos, bien sea, ciencia, ideologías políticas, sociales o morales; el principio de la razón va a sustituir a los principios que regían hasta ese momento, (de autoridad y tradición fundamentados religiosamente). El hombre quiere utilizar la razón en todo, desea explorar y conocer por medio de la razón.
Al referirse a las características del pensamiento de esa época, que abandona las preocupaciones teológicas para ocuparse de las terrenas, escribe Hegel:
El hombre adquiere confianza en sí mismo y en su pensamiento, en la naturaleza sensible fuera y dentro de él; encuentra interés y alegría en hacer descubrimientos en el campo de la naturaleza y en el de las artes. La inteligencia despierta para lo temporal; el hombre cobra conciencia de su voluntad y de su capacidad, mira con alegría a la tierra, a su suelo, a sus ocupaciones, viendo en ello algo justo e inteligente. ( ... ) Lo mundano quiere ser juzgado mundanamente y su juez es la razón pensante (Hegel, 1995, p.201).
En este momento histórico el modelo económico dominante al que se le llama capitalismo, logra separar la familia y el trabajo mediante el agrupamiento de la producción en fábricas; en ese sistema se rinde culto a la producción en masa, acelerado por una ciencia que intenta someter a la naturaleza y comprometer la salud del planeta, afianzándose en ideas-fuerza, tales como: la fe en el progreso, la universalidad de los valores, la veneración a las teorías y reflexiones totalizadoras generadas en el campo de las ciencias.
Como desencanto de la modernidad aparece la postmodernidad anunciando que la ciencia esta en conflicto, ya que las teorías explicativas generales y universales generadas en la religión, la moral y la ciencia, con las cuales se explicó la sociedad y sus manifestaciones, resultan incapaces para revelar los paradigmas de esas transformaciones, en este sentido, se anuncia la caída del pragmatismo filosófico, el positivismo lógico y el modelo socialista.
Este saber que se apoya en el lenguaje, es afectado por la investigación y la transmisión de esos conocimientos. En esa transformación, la naturaleza del saber no queda intacta, el saber es y será producido para ser vendido, y es y será consumido para ser valorado en una nueva producción, como resultado, esa comercialización afecta los poderes públicos en cuanto a su control y difusión. Por tal motivo, se devela que el saber científico se encuentra más subordinado a los poderes de las estados más industrializados, entonces, saber y poder son caras de una misma cuestión. (Lyotard, 1989).
Con respecto a la sociedad postmoderna, Lipovetsky plantea:
“. . . no tiene ídolo ni tabú, ni tan solo imagen de sí misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis” (Lipovetsky, 2000, p. 9-10).
Es en esta etapa de tránsito cultural, donde se produce un desencanto proveniente de otro desencanto, se evidencia el nihilismo, interpretando así
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