.- LA OPINIÓN PÚBLICA COMO LEGITIMADORA DEL PODER POLÍTICO
Enviado por GabyVazquez • 1 de Abril de 2013 • 1.294 Palabras (6 Páginas) • 924 Visitas
5.- LA OPINIÓN PÚBLICA COMO LEGITIMADORA DEL PODER POLÍTICO.
El diferente desarrollo histórico de la opinión pública y del poder político que se acaba de mostrar tiene que ver sin duda con que son nociones esencialmente diferentes, las cuales pueden tanto obstaculizarse como intersectar, según el aspecto que de la complejidad de una y otra se destaque 11. La perspectiva bajo la cual las aborda Habermas es la del beneficio de la legitimación procedimental que la opinión pública está en condiciones de reportar al poder político, si bien a costa de dejar en la sombra otros ángulos de mira igualmente proyectables sobre ambos conceptos, como luego examinaremos.
Según el diagnóstico habermasiano, un rasgo acusado de la sociedad civil contemporánea es en buena parte su disgregación en sistemas autorreferenciales, especializados en determinadas competencias y exentos de influencias mutuas. Su coordinación por la unidad de la acción política no significa todavía ponerlos en comunicación, ya que el poder político se autonomiza a su vez como un sistema supervisor, cuyas líneas de actuación se escalonan de acuerdo con una serie de instancias funcionales ya definidas.
Con todo, lo que no queda absorbido en los sistemas es el espacio de la opinión pública, el cual tiene en el lenguaje ordinario su medio difusor y cuyo origen está en la acción comunicativa. Gracias a estos dos rasgos que la caracterizan es posible ubicar la opinión pública en el mundo de la vida. El lenguaje ordinario es, en efecto, el código de uso común, apto para adaptarse a los horizontes variables del mundo de la vida como totalidad. Y de su procedencia en la acción comunicativa deriva el hecho de que la opinión pública no consista en un conjunto institucionalizado, sino en una red de comunicación informal que se inicia y expande mediante los actos ilocucionarios, con los que los participantes delimitan una situación compartida.
Pero, a diferencia de la acción comunicativa, el espacio de la opinión pública abstrae de la presencia física de los actores, de sus interacciones simples y del escenario localizable para su intercambio, perdiendo de este modo el contexto interpretativo determinado y las tomas de decisión originales que la han conformado. De aquí que para su traslado de unas a otras esferas sociales, lo cual es inherente a la opinión pública, hayan de asumirse unos nuevos contextos sobreentendidos, que hagan posible el acuerdo entre los actores que la explicitan y la parte del público que se comporta como espectador. Con ello recupera Habermas en alguna medida la sociedad civil como componente estructural del mundo de la vida, partiendo de su función de correlato de la opinión pública.
Los centros de interés en los que se focaliza la opinión pública ingresan en ella desde motivos sociales biográficamente significativos, en trasiego entre la esfera privada de las personas que los sustentan y las formas asociativas públicas, en ampliación siempre posible. Por ello, el área de la opinión pública no está fijada en determinados temas, ni en un número determinado de actores, sino que es un espacio social fluido, en correspondencia con los límites variables en la constitución de la sociedad civil. «Su núcleo institucional lo forman los acuerdos y asociaciones sobre una base voluntaria, que ancla las estructuras comunicativas de la publicidad (Öffentlichkeit) en la componente social del mundo de la vida».
Pero el movimiento de la opinión pública está orientado últimamente a la formación de la voluntad política, despertando un eco en las deliberaciones parlamentarias, en los tribunales y en las decisiones gubernamentales 13. Pueden ejemplificarlo las Asociaciones a favor de la abolición de la pena de muerte, las Asociaciones Pro-Derechos Humanos, las corrientes de opinión que abogan por la protección del medio ambiente o por la constitución de un Tribunal Internacional, las Plataformas ciudadanas contra el terrorismo…, en la medida en que cuentan con representantes autorizados, cuya opinión está avalada argumentativamente. Esto contrasta con las movilizaciones esporádicas y reactivas, ya sean de signo populista o violento, a las que en todo
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