La Causalidad En Hume Y Kant
Enviado por MenaDz12 • 13 de Octubre de 2012 • 2.318 Palabras (10 Páginas) • 1.088 Visitas
Primero me gustaría dejar muy en claro que todo lo que sigue debe ser aplicado única y exclusivamente al ser humano. Lo siguiente es, con respecto a la causalidad, la forma como el ser humano percibe y conoce. Mostraré entonces el argumento de Hume contra la causalidad, y el de Kant a favor de ella, y trataré de hacerlo de una forma sencilla para que sea fácil comparar ambos argumentos. Luego mostraré lo que me parece es una debilidad en el argumento de Kant; esto lo haré mostrando la cuestión, la pregunta, pero quiero dejar en claro que no poseo el conocimiento (pues requiere uno sobre psiquiatría y algunas enfermedades mentales) para desarrollarla.
Antes de empezar con Hume quiero dejar otras cosas en claro:
1. La cuestión de las relaciones de ideas en Hume. Evidentemente, no podemos relacionar ideas en un plano experiencial, pues las ideas no son propias de este; pero aquí lo que me interesa es especificar dónde se encuentra la verdad de estas o, para ser más claro, en qué principio y por qué se basa allí la verdad de estas. Una relación entre dos ideas, para ser verdadera, no puede ser refutada de manera alguna; por lo tanto, debe basarse en un principio que implique necesidad en la relación, y éste principio es el principio de no contradicción.
2. Con respecto a las cuestiones de hecho humeanas, específicamente el conocimiento de las mismas. A diferencia de las relaciones de ideas, que permiten un saber universal y necesario, las tales cuestiones de hecho nos permiten otro tipo de saber, a saber, uno de tipo contingente. Las cuestiones de hecho las conocemos por vía empírica, ya sea en el espacio y el tiempo (los hechos físicos), o sólo en el tiempo (los hechos psíquicos). Es característica de las cuestiones de hecho, por ser contingentes y conocidas mediante la experiencia, el hecho de que su negación no implica una contradicción. Decir que ‘el fuego quema’ es tan válido como decir que ‘el fuego no quema’, podemos pensar sin entrar en una contradicción lógica cualquiera de las dos proposiciones como cierta.
Voy entonces a empezar con la causalidad en Hume. Según él, la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una "conexión necesaria" entre la causa y el efecto, de tal modo que, conocida la causa, la razón puede deducir el efecto que se seguirá, y viceversa, conocido el efecto, la razón está en condiciones de remontarse a la causa que lo produce.
Pero como la causalidad que quiero tratar es el tradicional principio de causalidad de la filosofía, también tan arraigado en el sentido común, entonces se hará evidente el hecho de que pertenece al ámbito de lo fáctico, de los hechos; por lo tanto, es una cuestión de hecho. Como las cuestiones de hecho son contingentes, entonces son susceptibles de ser falseadas, es decir, su constatación es a posteriori. Basándonos en lo anterior, podemos ahora decir que la causalidad no puede ser constatada a priori.
Tomando entonces el hecho de que el vínculo causal no puede ser encontrado a priori, diremos ahora que no puede ser encontrado por el mero uso de la razón, sino que la experiencia tiene mucho que ver. Agreguémosle entonces que para poder constatar el vínculo causal por medio de la experiencia tengo que tener previo conocimiento de él, y podemos decir ahora que es el hábito lo que fortalece la idea de este vínculo.
Hume era un empirista, y por lo tanto fundamentaba toda su teoría en la experiencia. Así, recordando la naturaleza de los objetos de la experiencia, podemos decir que no nos es posible determinar si la causalidad hace parte de las cosas, pues aunque de hecho la experimentamos, evidentemente no es una cualidad que nosotros percibamos en las cosas, sino un vínculo establecido por la costumbre, y aún si consideráramos la posibilidad de que hiciese parte de la cosa en sí, debemos recordar que tal cosa en sí se escapa a la experiencia. El principio de causalidad sólo tiene valor aplicado a la experiencia, aplicado a objetos de los que tenemos impresiones y, por lo tanto, sólo tiene valor aplicado al pasado, dado que de los fenómenos que puedan ocurrir en el futuro no tenemos impresión ninguna. Contamos con la producción de hechos futuros porque aplicamos la inferencia causal; pero esa aplicación es ilegítima, por lo que nuestra predicción de los hechos futuros no pasa de ser una mera creencia, por muy razonable que pueda considerarse. Dado que la idea de "conexión necesaria" ha resultado ser una idea falsa, sólo podemos aplicar el principio de causalidad a aquellos objetos cuya sucesión hayamos observado: ¿Cuál es el valor, pues, de la aplicación tradicional del principio de causalidad al conocimiento de objetos de los que no tenemos en absoluto ninguna experiencia? Ninguno, dirá Hume. En ningún caso la razón podrá ir más allá de la experiencia, lo que le conducirá a la crítica de los conceptos metafísicos (Dios, mundo, alma) cuyo conocimiento estaba basado en esa aplicación ilegítima del principio de causalidad.
Aunque Hume desarrolla el tema un poco más allá de lo que he mostrado aquí, es mi interés dejarlo hasta el punto anterior, pues quiero concentrarme ya en Kant y mostrar cómo refuta a Hume; además, los otros puntos que toca Hume no harán su argumento aquí presentado más fuerte, así que las ignoraré.
Revisemos un poco los puntos anteriores. Hume, podría decir, propone a la mente humana como algo que entiende por medio de la asociación de ideas y hechos; por lo tanto, el conocimiento del principio de causalidad viene después de la experiencia de aparentes relaciones causales. Para Kant, en cambio, el principio de causalidad es un elemento fundamental y necesario en la percepción de secuencias de eventos, es decir, está dado a priori.
La tesis de Kant se fundamenta básicamente en el hecho de que el principio de causalidad es real en tanto es nuestra forma de distinguir entre el hecho objetivo y el subjetivo, sin él no podríamos entender ninguno de los dos tipos de hecho y por lo tanto no tendríamos autoconciencia. Para Kant la causalidad es un "a priori" que se necesita para el conocimiento racional. No procede del conocimiento, es un supuesto previo que lo hace posible.
¿Por qué puede Kant afirmar lo anterior? Toda experiencia debe tener un orden temporal, a saber, o A y B ocurren en T1 o en T1 y T2 respectivamente. Lo anterior quiere decir que los hechos objetivos o pertenecerán al mismo tiempo o a tiempos distintos. Ahora, piense que usted percibe A y B. Objetivamente estarán, como había dicho, en alguna de las dos formas de tiempo; pero subjetivamente siempre las percibiremos en una sucesión temporal, es decir,
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