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La Encarnacion


Enviado por   •  27 de Enero de 2013  •  1.426 Palabras (6 Páginas)  •  537 Visitas

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La Encarnación

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Para otros usos de este término, véase La Encarnación (desambiguación).

La Encarnación es un barrio de Asunción, la capital de Paraguay. Se encuentra cerca del río Paraguay y en un área céntrica de Asunción, razón para explicar la abundancia de edificaciones tradicionales y coloniales. Cuenta con 4.928 habitantes.[cita requerida]

Algunos importantes sitios del barrio son el Ministerio de Educación, el Ministerio de Finanzas, el hotel "cinco estrellas" "Excelsior", el shopping mall homónimo, el colegio privado italiano "Dante Alighieri", la Iglesia de la Encarnación, el shopping "Asunción Supercentro" y la famosa panadería "La Negrita".

[editar] Toponimia

"La Encarnación" tiene un significado cristiano de Encarnación (cuando Jesús es milagrosamente concebido en la Virgen María).

Catequesis de su S.S. Juan Pablo II durante la audiencia general de los miércoles

1. Jesús está relacionado con el Espíritu Santo ya desde el primer instante de su existencia en el tiempo, como recuerda el Símbolo niceno-constantinopolitano: «Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex María Virgine». La fe de la Iglesia en este misterio se funda en la palabra de Dios: «El Espíritu Santo —anuncia el ángel Gabriel a María— vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios» (Lc 1, 35). Y a José el ángel le dice: «Lo engendrado en ella es del Espíritu Santo» (Mt 1, 20).

Gracias a la intervención directa del Espíritu Santo, se realiza en la Encarnación la gracia suprema, la «gracia de la unión», de la naturaleza humana con la persona del Verbo. Esa unión es la fuente de todas las demás gracias, como explica santo Tomás (cf. Summa Theol., III, q. 2, a. 10-12; q. 6, a. 6; q. 7, a. 13).

2. Para profundizar en el papel del Espíritu Santo en el acontecimiento de la Encarnación, es importante volver a los datos que nos brinda la palabra de Dios.

San Lucas afirma que el Espíritu Santo desciende como fuerza de lo alto sobre María, cubriéndola con su sombra. El Antiguo Testamento muestra que cada vez que Dios decide hacer que brote la vida, actúa a través de la «fuerza» de su espíritu creador: «La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos» (Sal 33, 6). Eso vale para todo ser vivo, hasta el punto de que si Dios «retirara a si su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo, a una expiraría toda carne (es decir, todo ser humano), el hombre al polvo volvería» (Jb 34, 14-15). Dios hace que su Espíritu intervenga sobre todo en los momentos en que Israel se siente incapaz de levantarse solamente con sus propias fuerzas. Lo sugiere el profeta Ezequiel en la visión dramática del interminable valle lleno de huesos: «El Espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies» (Ez 37, 10).

La concepción virginal de Jesús es «la obra más grande realizada por el Espíritu Santo en la historia de la creación y de la salvación» (Dominum et vivificantem, 50). En este acontecimiento de gracia una virgen es hecha fecunda; una mujer, redimida desde su concepción, engendra al Redentor. Así se prepara una nueva creación y se inicia la alianza nueva y eterna: comienza a vivir un hombre que es el Hijo de Dios. Antes de este evento, nunca se dice que el Espíritu haya descendido directamente sobre una mujer para convertirla en madre. En los nacimientos prodigiosos que se realizaron a lo largo de la historia de Israel, la intervención divina, cuando se alude a ella, se refiere al niño que va a nacer y no a la madre.

3. Si nos preguntamos con qué fin el Espíritu Santo realizó el acontecimiento de la Encarnación, la palabra de Dios nos responde sintéticamente, en la segunda carta de san Pedro, que tuvo lugar para hacernos «partícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4). «En efecto —explica san Ireneo de Lyon—, esta es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios Hijo del hombre: para

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