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La Idea De Justicia


Enviado por   •  31 de Mayo de 2013  •  6.678 Palabras (27 Páginas)  •  443 Visitas

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LA IDEA DE JUSTICIA

Conferencia pronunciada el día Miércoles 2 de Junio de 2004 por el filósofo francés Alain Badiou, en el salón de actos de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario.

Podemos comenzar, a propósito de la justicia, diciendo lo siguiente: la justicia es oscura; la injusticia, por el contrario, es clara. El problema es que nosotros sabemos qué es la injusticia, pero es mucho más difícil hablar de lo que es la justicia. ¿Y por qué esto es así? Porque hay un testigo de la injusticia, que es la víctima. La víctima puede decir: “aquí hay una injusticia”. Pero no hay testimonio de la justicia, nadie puede decir: “yo soy el justo”. Existe entonces una disimetría entre la víctima de la injusticia y la idea de justicia. Evidentemente es posible procurar una solución simple: puesto que la injusticia es clara, podemos decir que la justicia es la negación de la injusticia. Esa es una definición posible de la justicia, una definición enteramente negativa: hay justicia cuando no hay injusticia. Un mundo justo sería aquél donde no habría víctimas. Por esta razón podemos llamar a esta concepción una “ética de la víctima”: toda idea de la justicia se levanta a partir de la existencia de la víctima. Finalmente se concluye que el bien no es otra cosa que la negación del mal.

Eso es lo que W. Churchill decía a propósito de la democracia. Churchill decía que le democracia no es el bien pero es lo menos malo, el mal menor. La justicia política, en este caso, tendría una definición negativa -la democracia no es demasiado buena, pero no es el mal. Este es exactamente el problema que yo quisiera discutir con ustedes esta noche: ¿podemos realmente decir solamente que la justicia es la negación de la injusticia?, ¿podemos construirnos una idea de justicia, únicamente a partir del terrible espectáculo de las víctimas?

Para discutir esta cuestión quisiera comenzar por algunas observaciones. La primera observación dice que esta concepción negativa de la justicia ha sido criticada por toda una tradición filosófica. Por ejemplo, en la filosofía de Platón hay una concepción absolutamente positiva de la justicia. La idea del bien es la idea suprema, el bien es la afirmación del ser y el mal su negación; en otras palabras, el mal es el no-ser. Por lo tanto tenemos todo un pensamiento filosófico para el cual la justicia se expresa como un pensamiento positivo, un pensamiento afirmativo, un pensamiento creador.

La segunda observación refiere al problema de la víctima. En este caso se trata de saber quién define a la víctima, porque la víctima debe ser designada, debe ser definida, debe ser mostrada. Al respecto se nos plantea siempre una cuestión,

¿Quién es la verdadera víctima? Tomo un ejemplo de la actualidad, cuando hay un atentado terrorista los diarios y los medios de comunicación hablan de víctimas, y digamos que tienen razón. Pero cuando las personas mueren en un bombardeo no son exactamente víctimas semejantes, más bien serían en algún modo deshechos más que víctimas. Vemos, al fin de cuentas, que cuando un occidental es muerto se lo considera como a una víctima, pero cuando se trata de un africano o de un palestino es un poco menos víctima. Constatamos entonces que hay víctimas y víctimas, hay vidas más preciosas que otras y ustedes ven que esto es una cuestión de justicia. La pregunta que se impone entonces es : ¿ quién es la víctima?, ¿ quién es considerado como víctima? Estamos obligados a admitir que la idea de víctima supone una visión política de la situación; en otras palabras, es desde el interior de una política que se decide quién es verdaderamente la víctima: en toda la historia del mundo, políticas diferentes, tuvieron víctimas diferentes. Por lo tanto, no podemos partir únicamente de la idea de víctima, porque víctima es un término variable.

Podríamos decir que la víctima se designa a sí misma. Esa sería otra hipótesis: la víctima se presenta como tal, como víctima, y es necesario que nosotros le creamos. En tal caso, la noción de víctima se vuelve una cuestión de creencia, o, si ustedes quieren, la injusticia se nos revela a partir de la presentación de una queja. En éste caso, la injusticia está ligada a la protesta de la víctima, pero sabemos que hay diversos tipos de quejas -esto es algo que el psicoanálisis ha estudiado: la queja neurótica, la queja que justamente no plantea la cuestión de la injusticia (lo que Nietzsche llama "resentimiento") y que no crea ninguna justicia. Con frecuencia esta queja es una demanda al otro, y no es realmente un testimonio de injusticia.

Hay una última hipótesis: la víctima en tanto es revelada por el espectáculo del sufrimiento. Aquí la injusticia es un cuerpo sufriente visible; la injusticia es el espectáculo de las personas sometidas a suplicios, hambrientas, heridas, torturadas. Es cierto que en la gran fuerza del espectáculo hay un sentimiento de piedad. Pero si la víctima es el espectáculo del sufrimiento, debemos concluir que la justicia es solamente la cuestión del cuerpo, la cuestión del cuerpo sufriente, la cuestión de la herida a la vida. Nuestra época transforma cada vez más el sufrimiento en espectáculo, no solamente el espectáculo imaginario - el cine de la tortura y la violencia-, sino también el documento bruto que nos muestra el cuerpo espectáculo, el cuerpo sufriente en donde la humanidad es reducida a la animalidad. En suma, el hombre se encuentra reducido a ese cuerpo visible y se convierte en un cuerpo espectáculo.

Ahora bien ¿ Podemos fundar una idea de justicia a partir de ese cuerpo espectáculo? Yo creo que hay que responder negativamente. Ciertamente la piedad es un sentimiento importante, pero no podemos ir directamente de la piedad a la justicia, porque para ir a la justicia se hace necesario algo más que el cuerpo sufriente, se hace necesaria una definición de la humanidad más amplia que la propia víctima. En otras palabras, es necesario que la víctima sea testimonio de algo más que sí misma. Sin duda, también es necesario el cuerpo, pero un cuerpo creador: un cuerpo que porte la idea, un cuerpo que sea también el cuerpo del pensamiento. Temo que nuestra época propone, cada vez más, un cuerpo sin ideas: una identificación del hombre a su cuerpo.

Esa separación no refiere a la cuestión del cuerpo y del alma, no es una cuestión religiosa o metafísica. Es la cuestión de saber si el cuerpo -el cuerpo mismo- está ligado a la creación, ligado a las ideas, o si, por el contrario, es un cuerpo sin ideas, un cuerpo separado de toda idea. Y nosotros sabemos bien lo que es un cuerpo separado

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