La Nueva Forma De Vivir
Enviado por david.marroquin • 2 de Marzo de 2013 • 753 Palabras (4 Páginas) • 581 Visitas
¿Los avances en las comunicaciones afectan la unión familiar?
Por Gisela Labrada Thursday March 24, 2011 10:13 am PDT
¿A alguien se le ocurre hoy día extraerse una muela sin anestesia? ¡Claro que no! Los avances de la ciencia van llegando para quedarse y para hacernos la vida más fácil. El asunto es -como en todo- la medida. Si no, las soluciones pueden convertirse en nuevos problemas. Ejemplo de ello son los avances en las comunicaciones. En la actualidad, nuestra voz viaja enormes distancias convertida en paquetes de luz a través de fibras ópticas. O se eleva hasta el espacio y rebota desde un satélite para aterrizar en otro continente en cuestión de segundos. No hay sitio donde estemos, por íntimo o intrincado que sea, en el que no estemos localizables. Podemos hablar con nuestros amigos, lo mismo en Japón que en las Polinesias… Pero, ¿usamos esos avances correctamente?
Es simplemente inaceptable que la tecnología contribuya a la incomunicación familiar. De eso fui testigo hace poco cuando una familia me invitó un domingo a almorzar. Estábamos todos sentados a la mesa y el silencio era casi espectral. Los dos jovencitos de la familia “texteaban” en sus ipods con una mano mientras se engullían la comida con la otra. El padre de familia respondía un correo electrónico por su blackberry –un asunto de trabajo- y mi amiga, la dueña de casa, buscaba frenética una foto que le habían enviado por Facebook. La más pequeñita de la familia, una bebita preciosa de un año, jugaba con un teléfono celular y simulaba hablar con un amiguito imaginario. De pronto me di cuenta que estaba absolutamente sola en lo que se suponía fuese un almuerzo en familia. No pude evitar recordar los almuerzos domingueros en mi casa, hace unos cuantos años, donde la risa, los chistes y las conversaciones eran los platillos que más saboreábamos.
Ese recuerdo me hizo pensar que lo malo no son los ipods, ni los blackberrys, ni Facebook, ni ningún otro ingenio moderno. Lo malo es no saber establecer reglas. Empezando por los propios padres, todos deben saber que la mesa es un lugar para comer, compartir y saber comportarnos. Es de mala educación estar hablando o “texteando” o respondiendo correos mientras comemos. ¿Por qué no utilizar ese tiempo para mirarnos a la cara y conversar unos con otros “en vivo y en directo”? ¿Se imaginan que nos sentáramos a la mesa a comer con lápiz y papel en mano para escribirle una nota a un amigo en Australia, o con una máquina de escribir para hacerle una carta a la tía Luisa en Colombia, o con una paloma para enviar un mensaje en una de sus patas a nuestro jefe en Nueva York?
La tecnología no es la culpable, los culpables somos nosotros. Nada más útil que un teléfono celular para que nuestro hijo nos avise que la clase de dibujo está retrasada o para que nuestra pareja nos diga que ya compró el pan y no
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