La formación de valores de la vida

INTRODUCCION

En la cotidianidad se habla de los valores, pero se siente su ausencia. Existe interés por enfrentar la corrupción, la violencia e inequidad en nuestra sociedad; precisamente la frecuencia alarmante con que se es deshonesto y corrupto, egoísta e inequitativo, evidencia una ausencia de sentido ético de la vida. Pero, ¿se pueden enseñar los valores?

Hoy más que nunca, la sociedad enfrenta muchos y complejos cambios y con ellos situaciones de violencia e inequidad que contrastan con la teorización cada vez más avanzada sobre la dignidad humana, los derechos humanos, el desarrollo sostenible, entre otros temas. Esto obliga a las y los Profesionistas a pensar en lo utópico, en lo que podría ser una sociedad distinta, realmente más humana y garante de la dignidad y derechos de los seres humanos, teniendo en cuenta sus condiciones de género, edad y situaciones específicas. Dentro de este reto para el profesional son preguntas imprescindibles: ¿qué valores y principios deberían orientar esos cambios? ¿cómo formar valores?.

DESARROLLO

Con relación a los valores éticos se pueden encontrar varias posiciones fundamentadas en el ser social de la persona, por naturaleza. Dentro de estas posiciones, algunas sostienen la necesidad de la educación en valores para que el ser humano aprenda a vivir en sociedad y enriquezca tanto su desarrollo personal, como el de las personas que le rodean, compartiendo sus conocimientos y experiencias y de aquellas hacia quienes dirige sus acciones.

Dada la naturaleza del tema, a continuación menciono algunos enfoques de varios filósofos, que a través de la historia han demostrado su importancia e influencia en la educación y por consiguiente en la formación en valores.

“El hombre renuncia a su libertad natural”, sostiene Hobbes, para acatar “un contrato social” de beneficio mutuo para todos los individuos; este debe ser apoyado por la fuerza y las leyes que establecen penas ante su incumplimiento (Meza, 2003). Los valores éticos llevan al ser humano a pensar y actuar no en forma egoísta y como aislado del mundo, pues comprende que hace parte de la naturaleza, de una familia, comunidad y estado a los cuales aporta con su comportamiento y responsabilidad. El autor le da tal importancia al contrato social implícito en el hombre- ciudadano que acude a las leyes para hacerles responder por su Ser Social y a las sanciones cuando perjudica ese ser, lesionando los derechos tutelados por el Estado. Actualmente la ley penal sanciona los casos graves de anomia social y perjuicio a la familia y a los semejantes, rescatando y defendiendo derechos basados en valores universales, lo que indica que una manera de formar en valores es promover el conocimiento de los derechos y garantizar su cumplimiento.

Para Rouseau “la naturaleza humana es buena pero sujeta a corrupción o perversión. La manera de alcanzar una sociedad mejor es a través de la búsqueda de una evolución moral humana. Llegar a ser virtuoso, racional y responsable. La libertad se encuentra en la conducta auto-determinada que ocurre cuando se ejerce un juicio racional desinteresado”. En relación con el autor anterior avanza en las motivaciones para alcanzar una sociedad mejor, pues acude a la razón del mismo ser humano, lo cual implica un proceso evolutivo en el pensar y decidir del mismo, controlando los deseos y pasiones. Se hace necesaria la educación para influir en el proceso evolutivo mencionado y hacer consciente al hombre o mujer de las necesidades más íntimas y trascendentes que involucran en su satisfacción, así como el desarrollo de otros seres humanos y de la sociedad.

Jhon Dewey presenta en sus obras las teorías y concepciones sobre la importancia de la educación como el principal medio de reforma social y de la inserción en el contexto social: en su obra más polémica Democracia y educación (1916) planteó el experimentalismo que concebía la escuela como el lugar en donde el niño aprendía a vivir en el mundo real. Desarrolló su teoría sobre las escuelas experimentales bajo el principio

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