La política como vocación. Max Weber

La política como vocación, Max Weber

El texto La política como vocación, esta basado en la conferencia que dió Max Weber el 28 enero de 1919 ante expectadores universitarios, teniendo como contexto histórico el “invierno revolucionario”, donde Alemania en su intento por volver a la normalidad después del termino de la primera guerra mundial, estaba pasando por problemas políticos, económicos y sociales. También en este texto se encuentran conceptos que desarrollo a lo largo de su trayectoría académica y política que marcan significativamente su legado intelectual.

El paso por la política de Weber fue poco exitoso, pero significativo, jugando el papel de expectador y actor. Buscaba colocar al político dentro del contexto de la posguerra, propuso una serie de reflexiones en torno al rumbo político que debería de tomar su país, ya que Alemania tenía un sistema político que permitía el goce de ciertas libertades políticas, además a sido de gran importancia la divulgación de este texto hasta la actualidad para estudiantes de ciencias sociales.

En términos generales, nos habla sobre las conductas, conocimientos y emociones que debe de poseer una persona para ser político de vocación y de, conceptos englobados y necesarios para comprenderlo.

Primeramente, el concepto del que se parte es el de política, que relacionado al contexto del tema, se define como el esfuerzo por participar en el poder y en su distribución, es la influenza sobre la dirección del estado, ya sea entre los estados o al interior de cada uno de ellos.

 Una asociación política, la cual actualmente llamamos estado, es el lugar social en el que nacimos que forma una comunidad humana, que dentro de un territorio delimitado reclama el monopolio de la violencia física legítima, la cual es el medio especifico del estado. Está legitimidad significa que el dominio se note como algo normal y se perciba como necesaria el uso de la autoridad, y así lograr la dominación de lo individuos; se podría describir como, estar amenazados por el estado para que éste nos  garantice vivir en paz. A los habitantes sólo se les puede dar autorización de cometer actos violentos cuando el estado lo permita. Es una relación de dominación hombres sobre hombres, en dónde para que el estado pueda conservarse se debe de respetar la autoridad de los que actualmente esten en el mando.

Weber, M. (1979) considera que cuando se dice que “una cuestión es política” significa que esta descisión depende directamente de los intereses relacionado al poder, ya sea a su distribución, conservación o transferencia. (p.84).

Max Weber cree que los fenómenos sociales no se pueden explicar con leyes como las ciencias exactas, para estudiarlos es necesario comprender e interpretar a la acción social, fundamentado en esta idea explica que la dominación de los individuos se puede dar en tres formas:

La tradicional, que esta basada en costumbres santificadas y la orientación habitual a someterse.

 La carismática (en la que hace mayor énfasis), está legitimidad esta basada en el don de la gracia extraordinaria y personal que se encuentra en la cualidades de una persona, está persona es vista como una figura que puede ser facilmente obedecida porque creen en él y lo identifican como su líder, el éxito que tenga está figura va a depender de la sumisión de los dominados y del autoritarismo que ejerza sobre ellos, como hemos observado el políticos que tiene poder de convencimiento por su oratoria y sus propuestas.

Por último, la legal, que se basa en el seguir las reglas que fueron creadas racionalmente, que en la realidad esta obediencia está condicionada al castigo que podrías recibir sí no cumples con lo establecido, que esto claramente se relaciona con la violencia legítima.

El autor expone que hay dos peligros, las cuales me parecieron muy interesantes y fuertemente relacionadas con nuestra actualidad, en primer lugar, que la política sea dirigida por personas sin liderazgo político y que las sociedades modernas terminen gobernadas por burócratas o tecnócratas, lo cual hará de la política “una mera administración de recetas preestablecidas vacía de ideales que perseguir para mejorar las condiciones sociales existentes”, esto ya está pasando en nuestro país desde 1982 a partir de la presidencia de  Miguel de la Madrid.

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