Lenguaje.
Enviado por sherrydarling • 4 de Julio de 2013 • Informe • 817 Palabras (4 Páginas) • 285 Visitas
No hay mayor dicha que la de descubrir o inventar un objeto nuevo. Dependiendo de su utilidad o ingenio para que pueda traer consigo fortuna. Ese objeto debe poseer un nombre un nombre, y el nombramiento debe de tener el nombre de una cosa que sea del tipo de esa, porque no puedes ponerle el nombre de un perro o de una persona. Se debe buscar ese nombre por convencionalismo o por naturaleza, son los dos dilemas que enfrentan Hermógenes y Cratilo.
Un tercer participante aparece en esta obra, él es Sócrates. Y pretende ayudar a Cratilo, entre ellos dos quieren hacer que Hermógenes se dé cuenta de que todos nos nombres son puestos por naturaleza, por ejemplo: a perros nombre de perros; a cuerpos celestes nombres de cuerpos celestes. Qué no influye nada más que sólo eso, naturaleza.
Pero no hay que confundirse, Sócrates al igual explica que no todos pueden poner nombres, sino sólo aquél que puede tomar un nombre por naturaleza y sea capaz de aplicar su forma a las letras y silabas. Más claro, hay nombre que rige a todas las cosas de su mismo tipo, y éste puede encarnarse en los demás objetos. No sin antes alterar una silaba o una letra, o una silaba y una letra. Así que podemos decir que la acción de nombrar no es más que un arte imitativo.
La idea de Hermógenes, no es una idea muy elaborada, pues se deja convencer fácilmente por lo expuesto por Sócrates. Hermógenes afirma que los nombres son dados por pacto y consenso, por convención y hábito, por razones que son obvias.
Hermógenes acepta todo ello, pero quiere saber más exactamente «qué clase de exactitud es ésta». Sócrates alude irónicamente de nuevo a los sofistas: habría que ir a aprender de ellos, pero son muy caros y Protágoras ya hemos visto que no sirve. ¿A quién acudir? Nada más barato que los poetas y, especialmente, Homero.
Es así como comienza el análisis etimológico de nombres propios que aparecen en Homero. Tras una primera tentativa, que se abandona pronto, de buscar la exactitud en los nombres que aplican los dioses o los hombres, más prudentes, frente a las mujeres.
Lo que intenta Sócrates, arrastrándole hasta esa posición, es hacerle creer que deriva directamente de la epistemología de Protágoras, que Hermógenes se apresura a rechazar. En realidad, esta visión tan estrecha del convencionalismo le sirve a Sócrates para refutar la tesis de Protágoras y dejar sentado, desde el principio mismo del diálogo, lo que van a ser sus dos conclusiones más importantes: que la realidad no depende de nosotros y que existe la posibilidad de describirlo falsamente.
Tal es el planteamiento radical que se ofrece al comienzo del diálogo por boca de Hermógenes; doblemente radical, ya que se afirma que todos los nombres son exactos y que, o lo son por convención, o lo son por naturaleza.
El texto no sólo recae en las dos
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