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Lipman Filosofía Para Niños


Enviado por   •  13 de Octubre de 2013  •  2.225 Palabras (9 Páginas)  •  420 Visitas

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FILOSOFÍA PARA NIÑOS: LA PROPUESTA DE MATTHEW LIPMAN

Qué límites pongamos a la Filosofía depende de la concepción que tengamos de la misma. Comenzaremos contrastando diferentes concepciones que podemos tener de nuestra disciplina para quedarnos con su sentido originario: la Filosofía como asombro ante lo que nos rodea. A continuación nos detendremos en la propuesta de Matthew Lipman, la Filosofía para Niños. Siguiendo las líneas de su programa y cada una de las obras en las que se desarrolla se va a proponer un salto en los límites clásicos en los que se ha enmarcado la Filosofía. Una ruptura tanto en los límites espaciales como temporales de la enseñanza de la Filosofía: su espacio y momento comprendería desde las aulas de infantil en adelante. Para finalizar se expondrá un caso práctico en el que se muestre la metodología a seguir en el desarrollo de las sesiones.

1. Qué se entiende por Filosofía

Preguntar qué es filosofía nos remite a toda la historia de la filosofía, así podríamos hablar de la filosofía como una pregunta por el orden (los presocráticos), como búsqueda de la razón ética y política (Sócrates y Platón), como un saber de la esencia (Aristóteles), como forma de vida (estoicos y epicúreos), como reflexión sobre la experiencia de la fe (Santo Tomás), como reflexión sobre el conocer humano (racionalismo y empirismo), como saber acerca del hombre (Kant, el idealismo, Nietzsche, Marx), como reflexión sobre el lenguaje (filosofía analítica, fenomenología, hermenéutica y estructuralismo), etc. Pero, además, "la filosofía tiene linderos, más o menos definidos, y márgenes. Anchos márgenes, bien es cierto, de tal modo que para muchos (...) sería muy difícil distinguir, por ejemplo, si Antonio Machado es menos filósofo que Sartre o Unamuno. Pluralidad y márgenes que hacen ciertamente complejo su concepto"[1]. Un concepto complejo y múltiple pues "qué clase de filosofía se elija depende de qué clase de hombre se sea"[2], teniendo esto en cuenta y para situarnos (o sitiarnos, ya que toda reflexión y palabra está sitiada) vamos a atender a la raíz, al origen de la reflexión filosófica, a saber, el asombro y la maravilla ante el mundo, en palabras de Aristóteles: "los hombres -ahora y desde el principio- comenzaron a filosofar al quedarse maravillados ante algo, maravillándose en un primer momento ante lo que comúnmente causa extrañeza y después, al progresar poco a poco, sintiéndose perplejos también ante cosas de mayor importancia"[3]. Esta capacidad de asombrarse y de preguntarse acerca de lo que hay es lo que tienen en común niños y filósofos y, como hemos indicado, es el punto de partida de la filosofía.

2. La propuesta de Matthew Lipman

¿Por qué no atender a esa curiosidad innata de los niños y niñas y a ese preguntar constante acerca de todo lo que les rodea? Esto ayudaría a la construcción de aprendizajes significativos y fomentaría una metodología que, partiendo de lo que los alumnos y alumnas conocen y piensan con respecto a cualquier aspecto de la realidad, sea capaz de conectar con sus intereses y necesidades, con su peculiar forma de ver el mundo, y les proponga, de forma atractiva, una finalidad y utilidad clara para aplicar los nuevos aprendizajes que desarrollan y para la inversión de un alto grado de esfuerzo y dedicación personal. La idea de Matthew Lipman es que “una meta de la educación es liberar a los estudiantes de hábitos mentales que no son críticos, que no cuestionan nada, para que así, puedan desarrollar mejor la habilidad de pensar por sí mismos, descubrir su propia orientación ante el mundo y, cuando estén listos para ello, desarrollar su propio conjunto de creencias acerca del mundo. No podemos esperar que los niños se respeten a sí mismos como personas a menos que hayan aprendido a utilizar de manera óptima los poderes creativos e intelectuales con los que están equipados. Todo niño debería ser alentado a desarrollar y articular su propio modo de ver las cosas”.

Esto es lo que Matthew Lipman, en 1969, como profesor de la Universidad de Columbia (Nueva York), no encontró en las aulas. Se dio cuenta de que sus alumnos aprendían las reglas de la Lógica que él enseñaba pero no eran capaces de relacionarlas con su vida cotidiana. ¿Cómo acercar ese conocimiento teórico a la vida? Se trata, en definitiva de encontrar métodos y estrategias que acerquen los contenidos propios de la filosofía a las inquietudes intelectuales de los estudiantes. Ante esta problemática Lipman elaboró el proyecto de Filosofía para Niños. ¿Por qué filosofía? Precisamente por tratarse de un saber que no sólo enseña una serie de contenidos sino que se ocupa, sobre todo, de desarrollar habilidades, de potenciar y perfeccionar las destrezas y capacidades cognitivas de los alumnos y alumnas. Porque "la filosofía es por excelencia la disciplina que plantea las preguntas genéricas que pueden servirnos de introducción a otras disciplinas y prepararnos para pensar en las demás disciplinas".

¿Cómo podemos llevar la filosofía a la etapa obligatoria de la enseñanza y plantear cuestiones de índole filosófica? No se trata de reproducir en otro contexto el temario de Bachillerato, ni de caricaturizar la historia de la filosofía. El proyecto educativo de Lipman hace saltar por los aires los rígidos marcos espacio-temporales en los que la filosofía ha estado encorsetada durante toda la historia, pues afirma que la filosofía ha de seguir siendo filosofía pero "puede ser rediseñada para que los niños la acepten con rigor"[6], puede acercarse a su lenguaje y cambiar la terminología filosófica por el lenguaje cotidiano.

De ahí que Filosofía para Niños sea un programa sistemático y progresivo, especialmente diseñado para niños y adolescentes desde los 3 hasta los 18 años, compuesto por una serie de materiales para trabajar en el aula y unos libros que ayuden al profesorado a la preparación de las sesiones.

Los objetivos de la Filosofía para Niños

El programa de Filosofía para Niños busca fundamentalmente:

- Favorecer la actitud crítica y creativa de los alumnos y alumnas. El profesor no va a impartir una clase magistral de filosofía, se busca que todos participen aportando experiencias y opiniones siempre razonadas. Según Lipman, "el pensamiento crítico es el pensamiento autocorrectivo que es sensible al contexto, y que se basa en criterios para la emisión de juicios"[7].

- Desarrollar las destrezas de razonamiento de los niños y niñas. Mediante la lectura de los materiales, el diálogo y la reflexión sobre temas como la verdad, la justicia o el amor se van desarrollando las destrezas de razonamiento que no sólo facilitarán

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