MUERTE
Enviado por Socorro891205 • 26 de Mayo de 2014 • Tesis • 4.509 Palabras (19 Páginas) • 200 Visitas
MUERTE
Introducción
Se propiamente que el tema de muerte es complejo y enigmático y trato de explicarlo desde una perspectiva sintética, sín tabus, aunada de religión y ciencia pero sobretodo desde un punto de vista propia con ello reitero no tener la razon en todo lo que plasmo para mis lectores, lo que transmito son vivencias y recopilaciones literarias
A lo largo de la historia muchos nos hemos preguntado ¿qué es la muerte?, ¿qué sigue después de la muerte? ó ¿acaso la muerte es el fin de una persona?
Con esto decimos que la muerte al paso del tiempo ha desarrollado una serie de creencias que se proyectan a través de culturas ó de fe.
Son muchos miles de años preguntándonos lo mismo sobre la muerte, pero ¿algún día tendremos esas respuestas?
Lo que en verdad interesa de este tema, es que en la mayoría de las culturas se cree en un ánima o alma que renace y tiene otra vida en otro mundo, o en este mismo. De aquí sale otra cuestión, ¿existe el alma?
Bueno, quiero comenzar definiendo la palabra muerte, es en esencia la extinción del proceso homeostático, por ende el fin de la vida.
La muerte es un hecho muy lamentable para todos los seres humanos, que a pesar de pertenecer a diversas culturas, religiones, razas, o inclusive saber que es algo que nos depara en un futuro, no nos deja de conmocionar.
Muchos tenemos la idea de que con la muerte sólo lo físico muere y lo espiritual o el alma sigue vivo, ya sea vagando por el mundo, tomando vida en otro mundo o con la reencarnación en otra persona o animal, según nuestra cultura.
Según Sócrates “La muerte es sólo la liberación del alma encerrada dentro del cuerpo. El cuerpo muere, pero el alma no, porque es inmortal”, y esto es algo que se sigue creyendo hoy en día.
La muerte también es vista como un hecho lamentable, o que a pesar de que todos sabemos que estamos destinados a ella le tememos, pero Sócrates dijo: “El temor a la muerte, señores, no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, ya que es creer saber aquello que no se sabe. Quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es lo peor de los males”, y pues estas palabras pueden ser ciertas, ya que no m explico como le podemos temer a algo que no sabemos que es exactamente.
La muerte nos acompaña, nos persigue, nos obsesiona. Es nuestra eterna compañera. No podemos escapar de ella y no solo porque nos llegará el momento, sino por todas las personas que vemos morir cada día y también, con toda posibilidad, de las que mueren para que nosotros vivamos mejor.
Obviamente, a la mayor parte de nosotros nos es indiferente la muerte de la mayor parte de las personas. Únicamente cuando lo vemos en la tele con bastante crudeza o que muere alguien cercano tomamos conciencia de lo que es. Normalmente no pensamos en ella, hasta que ya es demasiado tarde. Esta es la idea que quiero transmitir; que no solo hay que aceptarla y asumirla, sino vivir con ella y tenerla siempre presente. Mucho se ha escrito y muchos tópicos se han creado en torno a ella. Cosas como que “hay que vivir la vida como si fuera nuestro último día, porque no sabemos lo que nos puede pasar”. Eso es bastante cierto y también hay que tenerlo en cuenta. Pero creo que hay algo que nos afecta más que la propia muerte y es la de nuestros seres más queridos. Mediante el simple argumento de que si pasara algo no me lo perdonaría nunca, una señora muy querida (ahora ya desaparecida), me convenció en una sola sentencia para que volviera con mi familia. Parece una estupidez, pero visualizar que puedes perder a alguien muy querido, habiéndote separado por cuestiones de mero orgullo o independencia, te hace sentirte estúpido y te quita el trauma de vivirlo de forma directa.
La muerte es necesaria para recordarnos todas las cosas importantes que tenemos en nuestras vidas y recordar que puede llegar a cada momento, nos hace mucho más fácil perdonar, olvidar, darnos cuenta de las estupideces que nos obsesionan y nos hacen desperdiciar nuestras vidas, pero especialmente nos recuerda su presencia, lo tremendamente importantes que son determinadas personas para nosotros y como creemos que no podríamos vivir sin ellas.
Yo ciertamente no cumplo mucho con lo que estoy diciendo, porque al pensar en ello con toda la concentración que puedo, me doy que cuenta de todas las personas cuya muerte me sería tremendamente indiferente y otras por cuya muerte hasta me podría sentir culpable o me siento culpable.
Pero hay un siguiente nivel en tener presente la muerte y es aceptarla. Aceptar que muchas de nuestras personas más queridas morirán algún día, y otras sin esperárnoslo. Pero no sólo eso. Cada día que vivimos algo muere en nosotros. Vamos perdiendo progresivamente la fe ciega en muchas cosas. Mueren las amistades, mueren los amores, mueren las esperanzas y mueren los deseos. Mueren millones de cosas, cada día, poco a poco y muchas veces de forma invisible. De algún modo todas esas muertes nos transforman, nos vuelven más indiferentes, más cínicos ante todo.
Esa muerte puede crear personas amargadas que ya no creen en nada y a quienes todo da igual.
Pero existe la superación de uno mismo mediante la muerte…
Muchas veces recuerdo con nostalgia mi infancia y ahora parte de mi adolescencia. La época de las emociones fuertes y las ilusiones de la amistad y el amor. Las eternas peleas con hermanos por creer que uno es superior a otro. Uno mira atrás y piensa en todo lo que se ha perdido, a pesar de que renunció a ello por alguna precisa razón en concreto y no solo por la simple inercia. En cierto sentido parece haber muerto algo, parecen haber muerto muchas cosas. Ya no se ve la amistad como se veía en secundaria, ni los sueños de futuro que muchas veces parecen truncarse, ni las esperanzas de encontrar el amor verdadero, viendo relaciones hipócritas que se pueden ver condenadas al fracaso aunque luego duren años por mera coincidencia.
Las frustraciones que se van acumulando con el paso de los años, que se quedan clavadas en el corazón pensando que la vida es un asco y que nada vale la pena.
Yo misma pienso muchas veces que ya no me importa morir, puesto que ya he creído “vivirlo” todo. La amistad, el amor, las emociones fuertes, mil diversiones, algunos viajes, libros, canciones, personas conocidas, y otras anécdotas vividas. A veces parece que ya no hay mucho más por ver o por vivir, que toda la infancia fue mejor, quizás porque éramos de espíritu más abierto y todo nos parecía divertido y bonito.
Obviamente cuando se han vivido ciertas cosas, ya no se puede tener una visión infantil e ingenua
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