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Meditaciones Metafísicas.


Enviado por   •  14 de Junio de 2016  •  Ensayo  •  2.380 Palabras (10 Páginas)  •  335 Visitas

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Meditaciones Metafísicas.

Integrantes: Felipe Rodrigo

Profesor: Javier

Fecha de entrega: 24 de Abril

Este libro es escrito por René Descartes en el año 1641 en Holanda. Por qué Holanda y no Francia, es debido a que Descartes trataba de mantener oculta su localidad, cambiando de residencia constantemente (debido a  la persecución que tuvo Galileo al apoyar el copernicanismo), así como también para habitar en un lugar tranquilo  y  poder llevar una vida modesta,  mediante lo le proporcionaría las condiciones óptimas para poder realizar sus obras sin distracciones.

Es así que surge este libro, Meditaciones metafísicas,  que trata de 6 meditaciones las cuales elaboran el sistema filosófico que este había introducido en 1637, en la cuarta parte del discurso del método. Este discurso es la principal obra de Descartes y en su cuarto capítulo (siendo este el capítulo central de la obra) crea un primer principio para su nueva filosofía, “Pienso, luego existo”.[1]

En esta instancia solo se hablara de las meditaciones 1 y 2 de la obra escrita por René Descartes.

La primera meditación posee como título las cosas que pueden ponerse en duda, en donde lo que busca Descartes es establecer o formar algún mecanismo para poder medir la credibilidad de las cosas, con cosas me refiero desde elementos a pensamiento o subjeciones. Una vez establecido esto, René dará el paso de colocar a prueba todo lo que alguna vez dio por verdadero y todo lo que dio por conocido.

El mecanismo que forma Descartes para el desarrollo de esta actividad es establecer un criterio de verdad, un criterio de discriminación, en donde nos dice  que cualquier cosa de la que se pueda dudar, se le considerara como algo falso, mientras que aquellos que permita duda alguna será lo verdadero, entiéndase falso no como un engaño o que no es real, sino que simplemente lo que no se le pude atribuir el carácter de verdad absoluta.

 

Luego de establecer el criterio, sigue con la duda, duda de los elementos que alguna vez dio por absolutas veracidades, esto pues la intensión que presenta el autor es de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos”[2] , y así comenzará diciendo que todo lo que este alguna vez admitió llego por los sentidos, y aquí yace el primer elemento falso, pues así como cuando uno se encuentra en un Oasis y nuestro sentidos son engañados por el calor, la sensación de sed , etc… y nos hacen ver un lago en medio del desierto,  no solo nuestros sentidos fueron engañados sino que también estos nos engañaron a nosotros mismo al hacernos creer lo que vemos, olfateamos y sentimos. Y tal como dice Descartes; “prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez”[3]. Con esto nos dice que en cuanto a lo percibido por los sentidos no podemos asegurar nada.

Ahora dejando de lado lo lejano (como lo posible) se podrá dudar de lo cercano, es decir, de lo que tengo en mi mano, de que estoy sentado, etc. Ante lo cual Descartes  responde que sí  con el siguiente argumento: “No hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia”.[4] Con esto el autor dice que así como cuando uno está soñando que está sentado leyendo un diario, y que durante el sueño, esto se siente tan real como cuando en este momento uno está leyendo la obra, entonces podemos colocar en duda que lo que uno está haciendo en este momento, ya sea leer este resumen, o mirar las letras, etc... Puede ponerse en duda de que si es o no un sueño. Y con solo este hecho de no poder distinguir con absoluta claridad que lo que se vive en este momento no es un sueño, entonces podemos decir que es una falsedad  por el criterio anterior, pues se presta para la duda, por más mínima que esta sea, sigue existiendo.

Ahora  bien aun pudiendo imaginar todas estas cosas, se puede asegurar que hay cosas simples y universales que realmente existe y cuya mezcla  se forman todos las imágenes que residen en nuestro pensamiento. Es así que Descartes estable la distinción entre ciencias, es decir, “la física, la astronomía, la medicina y todas las demás ciencias que dependen de la consideración de cosas compuestas, son muy dudosas e inciertas; pero que la aritmética, la geometría y demás ciencias de este género, que no tratan sino de cosas muy simples y generales, sin ocuparse mucho de si tales cosas existen o no en la naturaleza, contienen algo cierto e indudable”[5] 

Sin embargo, pese a lo expuesto anteriormente, hay algo que sigue causando intriga en Descartes, es el hecho de que Dios, quien todo lo puede, es creador de mí mismo  y lo que me rodea, haya tenido la posibilidad de  engañarme  en cosas tan simples como el sumar dos más tres o en enumerar los lados de un cuadrado, pues al ser este todo poderoso, siempre cable la posibilidad de que este puede o no haber engañado en algún punto de la vida. Es así que Descartes supone no un verdadero Dios, sino que cierto genio maligno, el cual ha usado de toda su industria para engañarme.

Luego de lo anteriormente expuesto, Descartes finaliza el capítulo concluyendo que la única forma de lograr la verdad  es asumiendo lo siguiente: “Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, ni sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio”.[6]  Frente a  lo cual este declara que  tendrá sumo cuidado con los engaños del todo poderoso, pues pese al poder que este tenga, no es capaz de imponerle nada.

En cuanto a la segunda meditación, esta tiene como título de la naturaleza, del espíritu; y que es más fácil de conocer que el cuerpo humano, en donde trata básicamente que se puede desconfiar de muchas cosas como las anteriormente expuestas pero de lo que esta da por certeza es de la existencia.

Es así que Descartes comienza el capítulo cuestionando que si acaso hay algo de cierto en este mundo pues dado la meditación anterior , ya se encuentra persuadido de que no hay nada en el mundo , ni tierra , ni espíritus ni cuerpo , frente a lo cual surge la interrogante que si acaso el existe. La respuesta que entrega René es categórica: “si yo estoy persuadido de algo, o meramente si pienso algo, es porque yo soy”[7]. Y no importa que exista un todopoderoso que utilice todo su armamento en engañarnos o persuadirnos, porque al momento de hacerlo se puede decir que uno es, y podrán lo, a uno, cuantas veces quieran, más eso no quitara el hecho de que uno es. Es de aquí que nace la conocida frase de Descartes, “yo soy”, “yo existo”.

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