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Modernidad Y Postmodernidad


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2012  •  5.151 Palabras (21 Páginas)  •  713 Visitas

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MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD

Ponencia presentada para el FORO DE FILOSOFIA “PENSAR EL PRESENTE FILOSOFICAMENTE”

MODERNISMO Y GLOBALIZACION

Las transformaciones del mundo tecnológico han llevado a un cambio general de las percepciones de la misma persona, su entorno y todo lo que hace parte de la vida. La posmodernidad se ha constituido en la forma de pensamiento imperante en el mundo de hoy, y no muy desligado a esto se encuentra el proceso de globalización, que tampoco hubiera sido posible de no ser por los adelantos del mundo de la informática y las telecomunicaciones.

La globalización plantea muchos retos de índole política, jurídica, administrativa. Y ella, si no viene acompañada de la mundialización y profundización de la democracia -la legalidad y la libertad-, puede traer también serios perjuicios. Pero, comparados a los beneficios y oportunidades que ella trae, sobre todo para las sociedades pobres y atrasadas que requieren quemar etapas a fin de alcanzar niveles de vida dignos para los pueblos, aquellos retos, en vez de desalentarnos, deberían animarnos a enfrentarlos con entusiasmo e imaginación. Y con el convencimiento de que nunca antes, en la larga historia de la civilización humana, hemos tenido tantos recursos intelectuales, científicos y económicos como ahora para luchar contra los males atávicos: el hambre, la guerra, los prejuicios y la opresión.

La modernidad no surgió súbitamente en el siglo XVI, sino que desde los siglos XIV y XV ya comenzaba a manifestarse. Se caracteriza por querer desligarse de las creencias y el pensamiento medieval que, dentro de sus principales postulados ponía a Dios en el centro de todo. Así comienzan a surgir diversos pensadores y teorías que precisamente contrariaban o simplemente no aceptaban la idea de un Ser superior, más bien, ponían todo el interés en el ser humano, el cual, a partir de su razón era capaz de progresar y realizar lo que se propusiera por sus propios medios. Es así como se comienza a hablar de la razón instrumental que sólo hace énfasis en el valor operativo del proceso, le permite al hombre controlar y dominar, saber el costo y el beneficio de las acciones, la cual es contraria a la razón contemplativa, que se refería a que todo podía ser conocido a través de la matemática, es decir, que todo podía ser entendido en lenguaje de la.

El acontecimiento estimado por casi todos como punto de partida de la modernidad es la reforma protestante iniciada en la segunda década del siglo XVI por Martín Lutero. Podríamos decidir que la ruptura con la Edad Media la originó el siguiente postulado religioso capital: que el justo vive y se salva individualmente solo por la fe; que las obras no están a la altura de la majestad de Cristo como para redimir los pecados y en consecuencia deben darse solo al servicio del mayor bienestar de los hombres en este mundo. Con este postulado queda separado el reino de Dios y el mundo a cuyo servicio deben estar acciones y obras. Así se produce la separación absoluta del mundo religioso y el mundo secular, quedando este último entregado al mero conocimiento y querer de los hombres, con lo cual nace la época histórica designada con el nombre de modernidad y que en su aurora en el siglo XV ya se anuncia como la vía moderna de aproximarse a lo real, en oposición a la llamada entonces por los doctos vía antigua, la propia de la Edad Media.

En esta sociedad la religión se caracterizaba por la anterioridad y alteridad absoluta de un principio divino como garantía inviolable del hombre. No sólo ese fundamento radicalmente escindido, sino el propio orden mundano quedaban totalmente sustraídos a la exposición humana. La modernidad consiste en la ruptura de esa fundamentación trascendente y la reivindicación de la realidad social como un orden determinado por los hombres.

La modernidad es ante todo un proceso de secularización. El lento paso de un orden recibido a un orden producido. El mundo deja de ser un orden predeterminado de antemano al cual debemos someternos y deviene objeto de la voluntad humana. ¿Cómo hacernos responsables del mundo siendo tan escaso nuestro poder de decisión y control? Ya no existe una ley absoluta ni una tradición sagrada que encausen la voluntad humana y son los hombres mismos quienes han de auto limitarse, ¿Sobre qué principios generales puede fundarse el orden social cuando todo esta sometido a la crítica? Preguntas como éstas acompañan el desarrollo de la modernidad y constantemente insinúan la magnitud de los desafíos que plantea un orden producido.

La secularización traslada la política la función integradora que cumplía anteriormente la religión. Si antes la religión consagraba una instancia última en que se fundaban las manifestaciones del orden dado, ahora se atribuye a la política el lugar privilegiado en la producción del orden social.

La modernidad desde su partida nace con la pretensión de ser siempre nueva, siempre moderna, reconociendo la autoridad del hombre capaz de proporcionarse métodos estrictos para conseguir la verdad. Y respecto a la conducta, no reconociendo otra autoridad más que la de su propia conciencia, capaz de mirar y reflexionar dentro de sí para saber cómo conducirse. De ahí que si se ve en la historia el camino que va recorriendo el hombre hasta descubrir su auténtico destino, la modernidad, le parezca a dicho hombre, el lapso de su adultez definitiva y, por lo mismo, el momento en que la historia (entendida esta palabra en su profundo sentido) alcanza su fin.

Así como en el campo religioso, también se ven los cambios en la ciencia, la tecnología, la política, la economía, en la sociedad y también en la cultura la modernidad se hizo presente tratando de romper con todo lo establecido creando algo completamente nuevo que ponía esta vez al hombre en el centro de todo. De esta manera el hombre fue acaparando cada vez mayores conocimientos y así se llegó a un punto en que, en palabras de Max Weber, se “desencantaría” del mundo, es decir que ya no tendría interés por conocer nada nuevo puesto que ya no habría nada más que conocer. La razón acapara todos los ámbitos dejando de lado lo mítico, lo ilusorio y lo misterioso, cerrándole toda cabida en el conocimiento, por tanto todo se vuelve racional, y es a partir de esto que Weber menciona su idea de que el hombre, a partir del proceso de la modernidad se habría desencantado del mundo. Con esto también surge la idea del progreso ilimitado, es decir que el hombre, a través de la tecnología, jamás agotaría las posibilidades de progresar e ir creando cosas infinitamente.

Es así como personajes como Rousseau, Voltaire, Montesquieu, etc. comienzan a ganar un espacio dentro

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