POSMODERNIDAD

POSMODERNIDAD

Lucía Sepúlveda Morán

S-5907/2

Para pensar la posmodernidad no podemos dejar de lado aquello correspondiente a la modernidad. En esta última podemos observar la acumulación de saber cómo una necesidad, aquello tomado por verdad se sitúa temporalmente hasta que pueda ser comprobado. Lyotard se dirige hacia las sociedades más desarrolladas, las cuales son las que más acumulación de saber tienen. Ese saber se volcó al desarrollo y éste a la producción de saber. Este matrimonio se rompe en la posmodernidad.

En la posmodernidad hay especialización, ya no hay 1 lenguaje que englobe todo, cada uno tiene sus conceptos específicos, hay juegos de lenguaje, sanciona la jugada en el lenguaje: ej. los abogados tienen ciertas jugadas del lenguaje en el derecho para hablar de “crímenes de lesa humanidad”; introducen una ley nueva que modifica todo el sistema. Esto configura una diferencia entre la modernidad y la posmodernidad. Ahora no hay un nosotros, hay fragmentación, nadie representa a la mayoría, no hay verdad: hoy todo puede ser negado. En este sentido podríamos preguntarnos ¿todo puede ser verdad? ¿todo puede ser mentira? Y pensar: nunca hubo una verdad ni una mentira.  También hay una nostalgia de muchos por la posmodernidad. No hay idea de futuro, de progreso. Se puede decir cualquier cosa, se puede hacer interdisciplina, intentando recuperar un lenguaje común, pero que es hablado por alguien superior. La fragmentación del saber no favorece un lenguaje común.

Por otro lado, en la posmodernidad se desvanecen las instituciones que mantenían a la modernidad (Religión, Familia, Estado). Históricamente vinieron a liberarnos, pero nunca nos peguntaron qué deseábamos, no hay lugar para el deseo. Los relatos fueron generados frente a la emancipación de los reyes, la Iglesia y así surgen nuevas instituciones. Estos relatos tienen un propósito teleológico, es decir, una finalidad. Podríamos pensar como paso de la modernidad a la posmodernidad al nacimiento de la Imprenta. La Biblia empezó a ser leída sin que la Iglesia te diga cómo, esto implica una emancipación. Hay algo de la modernidad que cayó, se pierden las referencias, se pierde el sujeto global. Hay que hacer un duelo por la pérdida de ideales en la caída de la modernidad.  La posmodernidad es la caída del velo, la falta de vestimenta de lo más crudo que podemos percibir en el mundo. Para pensar la guerra no hay que remitirse a otra época, hoy en Facebook la gente puede ponerse la bandera de Ucrania en la foto de perfil como manifestando apoyo, como si sirviera de algo.

La posmodernidad es estética; en los grandes relatos lo que se pone en juego es el valor: no vale todo lo mismo, las cosas están bien según la dirección, vale todo, cualquier cosa tiene valor. Ya no existe el sabio en nuestra época, la sabiduría ya no es útil, tiene que ver con el lazo: el abuelo antes tenía la sabiduría, hoy ya no, nosotros les enseñamos a ellos a usar un celular, una computadora. El saber en la posmodernidad está en la base de datos, en la nebulosa, está asociado al valor.

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