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POSTURA REFLEXIVA ANTE LA REALIDAD


Enviado por   •  16 de Marzo de 2022  •  Tarea  •  3.146 Palabras (13 Páginas)  •  212 Visitas

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR[pic 1][pic 2]

INSTITUTO PEDAGÓGICO RURAL GERVASIO RUBIO

SUB-DIRECCIÓN DE DOCENCIA

DEPARTAMENTO DE PEDAGOGÍA – ÁREA DE FILOSOFÍA

PENSAMIENTO FILOSÓFICO PEDAGÓGICO

Prof. MSc. César Augusto Rosales Contreras

TEMA III

LA FILOSOFÍA.

POSTURA REFLEXIVA ANTE LA REALIDAD.

INTERPRETACIONES.

1.- Introducción.

La misma palabra filosofía, que significa amor (philia) y sabiduría  (sophia), indica  una actitud por parte del hombre: deseo de saber. En este sentido, el filósofo es aquel que ama el saber y que lo desea en cuanto está consciente de que no lo tiene, lo afirma Platón en su obra La República. La actividad filosófica es, entonces, la búsqueda de la verdad, del bien y de lo bello y por esto mismo, la filosofía es un ejercicio moral que desarrolla la persona.

Estrechamente emparentada con esta definición de la filosofía, se encuentra aquella otra que ve en ella una actividad que mejora cualitativamente la vida humana. Según esto, la reflexión filosófica permite que el individuo enfrente las diversas situaciones de la existencia y logre sacar de ellas el mayor provecho posible para su vida espiritual.

Esta concepción encuentra eco en la definición que de ella hace Jaspers, sólo que aquí el ejercicio filosófico aparece encaminado de manera más específica hacia la “aclaración existencial”. La filosofía es aquella actividad que permite discernir en el individuo su propio proyecto fundamental de vida que, por una razón u otra, ha quedado encubierto.

La filosofía es entendida también como “medicina del alma”, es decir, como actividad terapéutica dirigida a resolver los problemas de la vida por medio de un uso adecuado de las palabras. En este sentido, Epicuro veía en el filósofo una suerte de “médico de la cultura”. Según él, la filosofía tenía la capacidad de identificar los males culturales y de lograr soluciones viables a las contradicciones culturales padecidas por los propios individuos.

De la filosofía se ha hablado también en tanto hacedora de cosmovisiones, creadora de sentidos, significados, valores en  los cuales los individuos se amparan. Frente a la despersonalización operada por la sociedad de masas, algunos autores creen que la filosofía es la actividad capaz de recuperar las fuentes más propias y originales de la persona humana. En el fondo, esta interpretación se vincula a la larga tradición de los “estudios de humanidades”, a aquellas disciplinas que por su contenido logran una humanización  y una mayor sensibilización por los asuntos humanos.

En clave crítica, la filosofía ha sido entendida como una operación para desmontar las trampas de la ideología. En esta dirección su misión es aclarar y despejar la mente para una correcta comprensión de la realidad. Si la ideología es la actividad por medio de la cual las clases sociales y los políticos, deforman la realidad para legitimar sus propios intereses, la filosofía apunta a concienciar a los hombres acerca de esas operaciones ideológicas y mistificadoras.

Cercana a esta concepción se encuentra el enfoque “genealógico” de la filosofía, según el cual lo que hay que hacer es desenmascarar los discursos, mostrando su procedencia a través de una historia distinta a aquella que hasta entonces se tenía como “oficial”. De esta manera, la filosofía es, como lo  entendía Nietzsche, un “martillo” que rompe los discursos, los valores y las concepciones usuales, identificando los diversos poderes que sostienen las verdades y permitiendo, a la vez, la creación de otras verdades.

Según la línea neopositivista  y analítica, la filosofía consiste, en cambio, en una purificación del lenguaje por medio de un riguroso análisis del mismo. En las posiciones más duras, el lenguaje corriente y cotidiano debe ser juzgado a partir de un “lenguaje ideal” cuyo modelo se encuentra en las construcciones lógicas, en las que los signos operan de conformidad con reglas sintácticas muy claras y con un sentido unívoco. La filosofía evitaría así, el hechizo y el embrujamiento operado por el lenguaje corriente por medio de un constante control de los sentidos de los signos.

Cerca de esta posición, se encuentra aquel enfoque en que la filosofía es entendida como “teoría de la argumentación”. Esta tradición concibe la actividad filosófica, como aquella capaz de sentar las bases para que acontezca un diálogo fecundo para las personas. En este sentido la filosofía identifica los requisitos mínimos para que dos o más personas puedan dialogar entre sí.

La filosofía, según el proyecto de Husserl, ha sido también concebida como “ciencia estricta”, es decir, como aquella actividad que logra sacudir los cimientos de las concepciones naturalistas de la realidad. En este sentido, la filosofía apunta a identificar los verdaderos fundamentos tanto de la realidad como del conocimiento a través de un riguroso estudio de los fenómenos tal y como ellos son.

Por otra parte, no han faltado quienes ven en la filosofía como una actividad propedéutica, preliminar al ejercicio científico propiamente dicho. En este caso, se habla de la filosofía no sólo como sierva de la teología “caso acontecido en la edad media”, sino como sierva de todo quehacer más concreto y específico. La filosofía produciría aquí una reflexión epistemológica de gran utilidad para el posterior trabajo científico.

La filosofía ha sido interpretada como aquella actividad en la cual se discuten problemas que son, desde el punto de vista científico, todavía inmaduros para poder ser interpretados en lenguajes más especializados. La filosofía cobra aquí la dimensión de una discusión preliminar de aquello que aún no es ciencia.

De manera un poco despectiva, no han faltado -y todavía no faltan- quienes ven en ella el síntoma de una inmadurez intelectual, que debe relegarse, junto con la teología y otras disciplinas especulativas, al museo de las curiosidades antiguas por la victoriosa marcha de las ciencias naturales.

       En términos generales, cada persona tiene su filosofía. Esta determina la perspectiva con la que el individuo se instala y ve el mundo. En esta dirección la filosofía no es un asunto técnico, sino un sentimiento de lo que la vida significa, o simplemente de lo que ella no significa.

Y es que la filosofía surge de ese afán humano de búsqueda, de insatisfacción a aceptar las cosas tal como se le presentan a los ojos y, es este indagar lo que lleva al hombre a la filosofía y a filosofar.

Casi todas estas definiciones de la filosofía se encuentran explícita e implícitamente desarrolladas a lo largo de la historia. La finalidad de lo expuesto hasta los momentos, es acercar al lector a una aproximación histórica para que se forme una idea de lo que han sido sus objetivos y problemas. Cada punto que a continuación se presenta busca abrir algunos horizontes valorando aquellos aspectos más resaltantes y más fáciles de comprender

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