Presocráticos. Los cosmólogos
Enviado por parm64 • 6 de Junio de 2013 • Informe • 583 Palabras (3 Páginas) • 352 Visitas
Presocráticos. Los cosmólogos
Los filósofos griegos buscaron un origen para toda la diversidad de los seres y los cambios del mundo; este principio o arjé sería Unidad permanente; desde él, y por él, se entenderían la pluralidad y los cambios. Todas las cosas habrían salido del arjé y, al cabo de todas las transformaciones, a él volverían para disolverse en él. Concebían, pues, el principio como único y eterno, pero también como algo “material”, un fondo inagotable de recursos del que todo salía; y también lo concebían como fuerza y empuje vital, esto es, como lo que haría cambiar a todas las cosas. Estos “cosmólogos” –dependientes todavía un poco del mito–, lo imaginaban como un eterno retorno de lo mismo, un tiempo circular o “gran año” del cosmos. Además, queriendo explicar todo fenómeno observable, eran geógrafos, meteorólogos, geólogos, y también matemáticos, astrónomos e ingenieros. Para todos ellos la naturaleza es algo único y activo; un todo evolutivo y vivo, un “algo” material y vital, pasivo y activo a la vez. Eran fisicistas y monistas, porque consideraban a la naturaleza (physis) como la totalidad y lo único.
Todos los cosmólogos juzgaban que las cosas naturales eran compuestas; ahora bien, los elementos de que constan se reducen o bien a uno solo (monismo), o a una diversidad (pluralismo). En el segundo caso, esa multitud podría ser pequeña, como en el caso de los «cuatro elementos» de la física antigua (Empédocles), o innumerable e infinita, como en el caso de los átomos (Demócrito).
Los atomistas fueron los primeros mecanicistas de la historia, porque lo reducían todo a espacio vacío, átomos y fuerza ciega. Anaxágoras puso elementos divisibles hasta el infinito (homeomerías), de acuerdo con el principio: «todo está en todo». Explicaba la formación del mundo, orden o cosmos, a partir de infinitas partículas (infinitamente divisibles), confusamente entremezcladas, por la acción de una Mente (el Nous).
Estas concepciones fisicistas del principio (arjé) comenzaron a ser superada por obra de dos pensadores «metafísicos»: Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea. Estos también explican la realidad cambiante con referencia a elementos materiales, pero insisten en el predominio de un principio (arjé) más alto: el pensamiento y el ser.
Heráclito de Éfeso, el cambio es incomprensible
Heráclito (504, a. C.) afirmaba que todo es cambiante y fugitivo, como el agua. «No te bañarás dos veces en el mismo río», afirma. «Bajamos y no bajamos al mismo río. Nosotros mismos somos y no somos». Las aguas que nos bañan pasan; el río parece el mismo, pero no lo es. Nunca te bañas en las mismas aguas, ni eres el mismo que se baña. Con la imagen del río, Heráclito sugiere que no hay identidad alguna: como el agua, toda cosa es inconsistente, las cosas no “son”
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