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Santo Tomas


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2014  •  1.074 Palabras (5 Páginas)  •  206 Visitas

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Alma

Aquello gracias a lo cual los seres vivos pueden realizar las distintas actividades vitales que les corresponden en función de su naturaleza.

Las siguientes definiciones que presenta Santo Tomás nos muestran la clara influencia de Aristóteles, tanto en su comprensión de la esencia del alma como en los conceptos que utiliza para caracterizarla:

principio de vida;

forma de un cuerpo físico que tiene vida en potencia;

acto primero del cuerpo natural organizado que tiene vida en potencia;

principio por el que vivimos, sentimos, nos movemos y comprendemos.

La ciencia actual cree posible explicar la aparición de actividades vitales en los seres vivos a partir de la materia organizada; frente a este punto de vista la tradición aristotélico-tomista defiende la existencia de un principio o realidad no físico –metafísico– para entender el conjunto de actividades vitales. Pero Tomás de Aquino no separa tan radicalmente el alma del cuerpo como lo hizo la concepción platónica pues considera que el cuerpo y el alma son principios que se necesitan mutuamente: los conceptos acto/potencia, forma/materia (que son los conceptos utilizados para comprender el alma y el cuerpo) se exigen mutuamente, el acto lo es de algo que está en potencia, la forma es forma de algo que es materia. El alma es el acto del cuerpo, aquello que le da a éste la perfección: como el ojo tiene en potencia la capacidad de ver y el ver es su acto o perfección, ciertos cuerpos tienen en potencia la vida, tienden a realizar actividades vitales –crecer, percibir, sentir, ...– y el alma es lo que les permite actualizar o hacer reales dichas capacidades. En los seres vivos la substancia es el individuo compuesto de cuerpo y alma, no es ni el cuerpo solo ni el alma sola. El alma es la forma de los seres vivos porque es lo que les da realidad plena y les capacita para las operaciones propias del ser viviente.

Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás considerará que hay tantos tipos de almas como tipos generales de actividades vitales: en las plantas el alma vegetativa, en los animales el alma sensitiva y en los hombres el alma intelectiva. En este punto conviene tener cuidado pues en los animales encontramos funciones vitales correspondientes al alma sensitiva (apetitos inferiores, sensación y locomoción) y al alma vegetativa (nutrición, crecimiento y reproducción), y en el hombre funciones vitales correspondientes al alma intelectiva, al alma sensitiva y al alma vegetativa, pero no porque en los animales encontremos dos almas (la vegetativa y la sensitiva) y en el hombre tres (la intelectiva, vegetativa y sensitiva). Dado que un ser posee unidad a partir de su forma, si en el animal hubiese dos almas –dos formas– en el animal habría dos seres, y si en el hombre hubiese tres almas habría tres seres en cada individuo, cosa que evidentemente no ocurre. Tomás de Aquino resuelve esta cuestión indicando que en el animal hay un alma capaz de las funciones que tiene como más propias (sensación y apetitos inferiores, por ejemplo) pero también de las funciones inferiores o vegetativas, y en el hombre un alma –la intelectiva– que faculta o capacita a cada persona para tener las formas

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