Socrates

¿Cómo concibe Sócrates al alma humana? ¿Cuál es la diferencia básica entre la concepción sofística y la socrática del humano?

R: Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz de pensar y de razonar.

Sofistas: La areté (excelencia, virtud) se identifica con la fama social, con el reconocimiento público.

Sócrates: La areté se identifica con la cura del alma, con el conocimiento de uno mismo y el esfuerzo por la mejora moral.

b) Investiga en qué consiste el método socrático, la mayéutica, y expresa qué valor puede tener actualmente este método.

la mayéutica: Es el conocimiento a través del cuestionamiento, una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un conocimiento aprendido, se basa en la capacidad intrínseca de cada individuo, la cual supone la idea de que la verdad está oculta en el interior de uno mismo.

Este método puede ser de mucha utilidad ya que con el podemos reflexionar el porqué de las cosas, no lo solo aceptar lo que ya está establecido sino que llevarlo más allá y tener un propio concepto.

c) ¿Qué significa la afirmación socrática “la virtud es conocimiento”? ¿En qué medida estás de acuerdo con la idea de que el mal se realiza por ignorancia?

R: El saber y la virtud se identifican, de tal modo que el sabio, el que CONOCE lo recto, ACTUARÁ también con rectitud.

En otras palabras: nadie obra mal a sabiendas y adrede; nadie escoge el mal en cuanto mal. Nadie peca voluntariamente y quien hace el mal lo hace por ignorancia del bien. Estas dos proposiciones resumen lo que se ha denominado “Intelectualismo Moral” que reduce el bien moral al conocimiento, considerando como algo imposible conocer el bien y no hacerlo.

R: Sócrates tiene toda la razón cuando afirma que la condición necesaria para hacer el bien consiste en el conocimiento, ya que solamente sabiendo qué es lo bueno se puede obrar bien; pero creo equivoca cuando considera que además de ser condición necesaria es condición suficiente, pues, para hacer el bien se requiere también el concurso de la voluntad.

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