Sócrates Visto Desde Foucault
Enviado por Mokon • 25 de Septiembre de 2011 • 1.075 Palabras (5 Páginas) • 837 Visitas
Basándome en el texto de Foucault, Las Palabras y las Cosas, haré un estudio sobre los tres primeros puntos del segundo capítulo “La prosa del mundo”. Para esto emplearé la figura histórica a la que llamamos “Sócrates” y de la cual tanto se ha discutido por el hecho de no habernos dejado nada escrito él, sino más bien que se han hecho textos sobre él. Para esto emplearé dos posiciones contrapuestas que llamaremos Platón y Aristófanes.
En primer lugar partimos de las “cuatro similitudes”, primer sub-capítulo de la prosa del mundo, a saber, convenientia, aemulatio, analogía, y simpatía. Técnicamente nos estamos remontando a la episteme empleada en el siglo XVI en la cual, la manera de entender los límites del mundo partía de lo que llamamos la semejanza. Por nuestro retraso cultural, en tanto ecuatorianos, bien podríamos hacer una perfecta comparación con la manera de entender a un Sócrates que podría tener un estudiante de filosofía de la Universidad Católica de Quito o un estudiante de la Escolástica.
Comencemos por la convenientia, determinándola como aquello que es “conveniente”, que “sus bordes se topan”, que “la extremidad de una traza el principio de la otra”. Cómo entender la conveniencia en la figura “Sócrates”, partiendo del sofista Sócrates embaucador del viejo Estrepsíades, pasando por un Sócrates humilde, sabio, dispuesto a morir por su Atenas, por su Daimon, que nos trazaron Platón y Jenofonte, desembocando por último a lo que los historiadores a duras penas han podido esbozar de un Sócrates nacido de los prejuicios de su moral e ideología.
En primer lugar partamos de la clara conveniencia del nombre. A pesar de poder haber existido mil a través de la historia, Sócrates es uno solo, y a nadie se le ocurriría preguntar por cuál Sócrates se habla al entrar dicho personaje en una conversación. Así que de una u otra manera aceptamos la existencia de un hombre ateniense nacido entre el -470 o el -469, hijo de una comadrona, que fue el primero en llevar “la filosofía a la vida diaria” y que murió envenenado por cicuta. Sin embargo podríamos hablar de maneras tan diferentes de concebir a un Sócrates (por ejemplo el de Platón) a otro (Como el de Polícrates) que podríamos hablar de dos Sócrates distintos, pero que por último tienen en común nombre, nacimiento y patria. Así al final ambos Sócrates (o cuantos sean) se enmarañan, se “ajustan”, por lo que al final entendemos que al nombrar a Sócrates hablamos del ateniense. Igual podemos entender de muchas formas esta conveniencia ya que la conveniencia trata del “espacio”, de la “tabla de disección” donde colocamos las cosas, así que podríamos decir que el mismo Sócrates es conveniente en tanto tiempo con su contemporáneo Aristófanes que tanto le calumnió, o en tanto ambos son griegos con Arístides “el Justo”, o como filósofos con su archi-némesis Nietzsche, pues los planteamos en el mismo plano. Por el contrario, si eliminamos la “tabla” nos encontramos con la aemulatio, el que dos seres distantes en el universo puedan ser semejantes. Así como se encuentran psicólogos y sofistas modernos que pretenderían de una u otra manera utilizar la mayéutica para embrollarnos en nuestras propias
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