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Un día perfecto: el último día de tu vida


Enviado por   •  29 de Mayo de 2023  •  Ensayo  •  1.537 Palabras (7 Páginas)  •  59 Visitas

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Un día perfecto: el último día de tu vida

Despertar. Con vida. Y como dicen algunos maestros orientales: “regalarse una sonrisa por amanecer con vida” (ya que miles de personas se quedan y mueren naturalmente sin volver a la vida al otro día)

Luego levantarse, tal vez beber algo, o estirarse, o un poco de ejercicio, o saludar a un canario, un gato, un perro, o saludar a alguien que vive con nosotros, un hijo, una pareja o simplemente comenzar el día en la mejor compañía: uno mismo.

¿Cómo ha de ser esta jornada?
Nos aguardan el tráfico, las demandas del trabajo, interactuar con personas agradables y otras no tanto, pero qué importa todo eso, en realidad eso no tiene ninguna importancia. Porque tu último día de vida debiera estar señalado por otra divisa. Debiera estar consagrado hacia otra tarea: tú. No existe otra cosa más relevante que ocuparse de la propia existencia en su propio viaje, además claro, de lo que naturalmente nos corresponde, ser padres por ejemplo. Pero en el fondo del asunto sólo existe una cosa por la cual vivir y actuar: la propia existencia. ¿Qué significa ocuparse de la propia existencia? Significa que todo lo que vivas hoy debe estar supeditado a la meta última que es tu propio desarrollo. El día no se trata de más ventas, ni de mejores relaciones, ni de encontrar o no pareja. El tiempo de vida que misteriosamente se te ha concedido tiene como fin desarrollar tu propia conciencia, progresar como ser humano, expandir tus potenciales, conocerte y conocer más profundamente el universo, avanzar en el viaje de la existencia, desarrollarte, mejorar, camino hacia una plenitud y conexión más genuina y poderosa con la vida. Si estas palabras cosechan indiferencia, entonces hay que aceptar que uno está muy perdido y que la propia vida se vive como una rutina, lejos de una real y concreta trascendencia, sin mucho sentido.

Al final de cada jornada uno debiera preguntarse:


¿Soy mejor que ayer?
¿Progresé en el conocimiento de mí misma?
¿me despojé hoy de alguna etiqueta?

¿me volví más valioso?
¿dejé atrás alguna idea absurda?
¿reflexioné en aquello que he desatendido?
¿estuve sintonizada con mi propósito?

¿viví la jornada de acuerdo al sentido profundo de mi vida?
¿sentí entusiasmo por la misteriosa aventura de la vida?

¿mis acciones estuvieron conectadas con mi meta de vida?

¿puedo enumerar los actos deliberados que ejecuté para mi desarrollo personal?
¿estuve conscientemente interesada y atenta a mi crecimiento personal?

o, por el contrario:
¿estuve preocupado por asuntos triviales?
¿mi ánimo dependió de tal o cual circunstancia o persona?

¿mis actividades estuvieron desconectadas de alguna real trascendencia?
¿viví envuelto en meras ensoñaciones?

¿llené mi mente sólo con ilusiones ?
¿realicé sólo acciones sin ningún efecto sobre mi desarrollo personal?

¿me sometí a escenarios que nada tienen que ver con mi meta de vida?

¿desplacé mi meta esencial por asuntos o episodios de mi vida menores?

En el fondo debes preguntarte: ¿qué hice hoy día?...


…¿trabajé en mí? ¿me volví más valiosa? ¿soy mejor que ayer? ¿avancé algún centímetro hacia mi meta? ¿me considero sinceramente mejor y una persona más interesante que ayer? ¿puedo enriquecer a alguien mejor que ayer con un intercambio de ideas o al compartir un momento? ¿qué hice concretamente para desarrollarme hoy? ¿hice algo o en realidad no hice ni pensé en nada?

¿ vivo consciente de mi viaje y del crecimiento personal o voy a la deriva atrapada en episodios humanos intrascendentes?

En realidad, estas preguntas tienen como fin colocarlo a uno en un escenario donde reconozca de qué se trata la existencia. No se trata de los accesorios cotidianos, sino de las extensas posibilidades individuales de acceder y conectar con un sentido de vida trascendente. Lo primero es reconocer si se tiene o no una meta concreta, meditada, y si se trabaja para ello o no de algún modo. Debemos entender que tenemos un valor y que nuestra vida gira en torno a ese valor, que a menudo nos lo damos nosotros mismos con nuestras ideas, emociones y acciones. Somos lo que hacemos y con quien lo hacemos. Es natural pensar que si todos alrededor son borrachos, uno terminará bebiendo un día de estos. Si me reúno con emprendedores, más temprano que tarde me embarcaré o me embarcarán en alguna aventura de negocios, lo que será ampliamente agradecido a decir por la experiencia. Si mi existencia se remite a intercambios insípidos, a búsquedas irrelevantes, a contactos en los que jamás se asoma la trascendencia, pues jamás vamos a experimentarla a no ser que nos dediquemos deliberadamente a desarrollarla o a trabajarla. Con las relaciones humanas sucede lo mismo. Con los capítulos románticos igual. Uno encuentra gente según el camino en que transita. Si no vamos por ningún camino, todo será fortuito o demasiado circunatancial. Viviremos al azar, a la babalá. Si mis escenarios comunes son de personas que sólo viven su vida, pues no hallaremos más que esas breves y calculadas generosidades. En cambio, si transitamos por una vía dichosa, por la senda en la concurren quienes tienen o buscan claridad en la vida, por quienes aspiran a nobles y altas metas de desarrollo, y quienes se levantan y se acuestan con eso como criterio y filosofía de vida, pues de aquellos nos haremos amigos, de ellos recibiremos abrazos, ellos nos arrojarán sus besos.
Este sentido profundo de la existencia nos conecta y regala el encuentro con otros. Se debe atender y alimentar esa intención. Se debe vivir y encarnar vigorosamente. No admite tanteos, ni reflexiones tibias, vivir así pide decisión, reclama determinación, exige resolución y firmeza. UNO TIENE QUE TRABAJAR CONSCIENTEMENTE EN UNO MISMO. No basta con buena s intenciones, ni motivaciones fugaces. El trabajo en uno mismo produce y eleva una vibra que resuena sólo con seres y escenarios semejantes. Del mismo modo que un pobre entra tímidamente en los salones de un palacio, y no se atreve casi a tocar ningún lujo, asimismo quienes transitan la existencia por tanteo se mantienen lejos de los reyes, de las reinas, de los nobles, es decir se prohíben a sí mismos el placer y la riqueza de la vida.

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