VI EL TIEMPO ESPECTACULARLA (SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO) POR GUY DEBORD
Enviado por Naruhi16 • 31 de Mayo de 2015 • 1.572 Palabras (7 Páginas) • 240 Visitas
VI
El tiempo espectacular
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El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acumulación
infinita de intervalos equivalentes. Es la abstracción del
tiempo irreversible, del cual todos los segmentos deben probar
ante el cronómetro sólo su igualdad cuantitativa. Este tiempo es,
en toda su realidad efectiva, lo que él es en su carácter intercambiable.
Es en esta dominación social del tiempo-mercancía que
“el tiempo es todo, el hombre es nada; es a lo más la osamenta del
tiempo” (Miseria de la Filosofía). Es el tiempo desvalorizado, la
inversión completa del tiempo como “campo de desarrollo
humano”.
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El tiempo general del no desarrollo humano existe también bajo
el aspecto complementario de un tiempo consumible que regresa
hacia la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta producción
determinada, como un tiempo seudocíclico.
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El tiempo seudocíclico no es en realidad más que el disfraz
consumible del tiempo-mercancía de la producción. Contiene
los caracteres esenciales de unidades homogéneas intercambiables
y de supresión de la dimensión cualitativa. Pero siendo el
subproducto de este tiempo destinado al retraso de la vida
cotidiana concreta —y al mantenimiento de este retraso— debe
cargarse de seudovalorizaciones y aparecer como una serie de
momentos falsamente individualizados.
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El tiempo seudocíclico es aquel del consumo de la sobrevida
económica moderna, la sobrevida aumentada, en donde la vivencia
cotidiana queda privada de decisión y sometida, no ya al orden
natural, sino a la seudonaturaleza desarrollada en el trabajo
alienado; y entonces este tiempo encuentra de nuevo lo más
naturalmente el viejo ritmo cíclico que regulaba la sobrervida de
las sociedades preindustriales. El tiempo seudocíclico se apoya
a la vez en el trazado natural del tiempo cíclico y hace a partir de
éste nuevas combinaciones homólogas: el día y la noche, el
trabajo y el descanso semanales, el regreso de los períodos de
vacaciones.
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El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transformado
por la industria. El tiempo que tiene su base en la producción de
mercancías es él mismo una mercancía consumible, que reúne
todo lo que antes se había distinguido, en la fase de disolución de
la vieja sociedad unitaria, como vida privada, vida económica,
vida política. Todo el tiempo consumible de la sociedad moderna
viene a ser tratado en materia prima de nuevos productos
diversificados que se imponen en el mercado como empleos del
tiempo socialmente organizados. “Un producto que existe ya
bajo una forma apropiada al consumo, puede sin embargo servir
a su vez como materia prima de otro producto.” (El Capital.)
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En su sector más avanzado, el capitalismo concentrado se orienta
hacia la venta de bloques de tiempo “enteramente equipados”,
cada uno de ellos constituyendo una sola mercancía unificada,
que ha integrado un cierto número de mercancías diversas. Es así
como puede aparecer, en la economía en expansión de los
“servicios” y de los entretenimientos, la fórmula de pago con
“todo incluido”, para el habitat espectacular, los falsos
desplazamientos colectivos de las vacaciones, las suscripciones
al consumo cultural, y la venta de la sociabilidad misma en
“conversaciones apasionantes” y “encuentros de personalidades”.
Este tipo de mercancía espectacular, que evidentemente no
puede existir más que en función de la penuria creciente de las
realidades correspondientes, figura también, por supuesto, entre
los artículos piloto de la modernización de las ventas, siendo
pagable a crédito.
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El tiempo pseudo cíclico consumible es el tiempo espectacular,
a la vez como el tiempo del consumo de las imágenes, en sentido
estricto, y como imagen del consumo del tiempo, en toda su
extensión. El tiempo del consumo de las imágenes, medium de
todas las mercancías, es inseparablemente el campo en el que se
ejercen todos los instrumentos del espectáculo, y el objetivo que
éstos presentan globalmente, como lugar y como figura central
de todos los consumos particulares: se sabe que la ganancia de
tiempo constantemente buscada por la sociedad moderna —que
se trate de la velocidad en los transportes o en el uso de sopas en
polvo— se traduce positivamente para la población de Estados
Unidos en el hecho que solamente la contemplación de la
televisión ocupa en promedio entre tres y seis horas por día. La
imagen social del consumo del tiempo, por su parte, está
exclusivamente dominada por los momentos de entretenimiento
y de vacaciones, momentos representados a distancia, y deseables
por principio, como toda mercancía espectacular. Esta mercancía
es aquí explícitamente dada como el momento de la vida real, de
la cual se espera el retorno cíclico. Pero en esos mismos momentos
asignados a la vida, es aún el espectáculo que se da a ver y a
reproducir, alcanzando un grado más intenso. Lo que ha sido
representado como la vida real se revela simplemente como la
vida más realmente espectacular.
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Esta época, que muestra a sí misma su tiempo como siendo
esencialmente el retorno precipitado de múltiples festividades,
es igualmente una época sin fiesta. Lo que era, en el tiempo
cíclico, el momento de la participación de una comunidad al
gasto lujoso de la vida, es imposible para la sociedad sin
comunidad y sin lujo. Cuando sus seudofiestas vulgarizadas,
parodias del diálogo y del don, incitan a un excedente de gasto
económico, ellas no acarrean más que la decepción siempre
compensada por la promesa de una nueva decepción.
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