Valores Humanos
Enviado por tatunguina • 18 de Agosto de 2014 • 8.822 Palabras (36 Páginas) • 181 Visitas
P A R A C L A S E S D E
V A L O R E S H U M A N O S
A modo de introducción: Los siguientes cuentos, como otros muchos
que caerán en nuestras manos, están impregnados de valores que podemos descubrirlos en las primeras líneas o recién en el final, pero de eso se trata:
el mensaje que nos hacen llegar y que en todos los casos dejará una impresión y estará en nosotros trabajarla de modo tal, que brote en el corazón como chispitas de luz que al ser enviadas a la mente motivarán a
un discernimiento claro y muy positivo. Lo experimenté personalmente y aplicándolos en talleres. Humildemente y con mucho amor, les hago llegar esta hermosa herramienta para tan grata conclusión.
Gentileza de Élida Eckert
(Los Valores apuntados son los más notorios pudiendo hallarse otros y las edades son sugeridas, pues estarán siempre de acuerdo al nivel de comprensión y desarrollo intelectual
del niño).
MORIR EN LA PAVADA
Valor: reflexión, auto-confianza, autenticidad
Edad sugerida: 5 años en adelante
Una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina, Además, hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.
No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados.
Viendo que más o menos era del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a éste debajo de la pava clueca.
Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo hizo el pichón que se empollaba traído de las cumbres. Y aunque resultó un animalito no del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo, se trataba de un pichón de cóndor. Sí señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.
Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del árbol. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de atrás, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.
A veces se sentía un poco extraño. Sobretodo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que, a pesar de ser grandes, no vuelan.
Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las alturas, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre al suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. ¿Y él, porqué no volaba así? El corazón le latió apresurado y ansioso.
Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando escuchó su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.
Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.
Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a viejo, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.
¡Y pensar que había nacido para las cumbres!
Anónimo
UNA FLOR EN EL PELO
Valor: Amor – comprensión – fortaleza interior
Edad sugerida: 7 años en adelante
Ella siempre usaba una flor en el pelo. Siempre. En general, me parecía que estaba fuera de lugar. ¿Una flor a mediodía? ¿En la oficina? ¿Para ir a una reunión de profesionales? Era aspirante a diseñadora gráfica en la empresa donde yo trabajaba. Todos los días entraba en la oficina, decorada en un sello ultramoderno, con una flor en el pelo, que le llegaba hasta los hombros..Casi siempre su color combinaba con el de su atuendo, por lo demás adecuado. Lucía como una pequeña sombrilla de colores vívidos, prendida al gran telón de fondo que formaban sus ondas morenas.
En ocasiones (cuando celebramos la Navidad, por ejemplo) esa flor añadía un toque festivo que resultaba adecuado. Pero en el trabajo parecía fuera de lugar. Las mujeres más profesionales de la oficina estaban prácticamente indignadas; opinaban que alguien debía llevarla aparte e informarle cuáles eran las reglas para que te tomen en serio en el mundo de los negocios. Otras, incluida yo misma, lo veíamos como un simple capricho personal; en la intimidad la llamábamos la florida.
-¿La florida ya terminó el diseño preliminar del proyecto para Wal-Mart?- preguntaba una con una sonrisita traviesa.
-Por supuesto.
...