Wittgenstein: dos obras y un lenguaje
Enviado por quasimusic • 13 de Abril de 2022 • Ensayo • 1.113 Palabras (5 Páginas) • 116 Visitas
Wittgenstein: dos obras y un lenguaje
Luis José Fernández.
Julio 2020.
La filosofía contemporánea puede, con mucho acierto, proclamar que Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es uno de los exponentes más importantes y originales que ostenta. Su vida, contextualizada en un entorno de guerra y tragedia, de segregación y discriminación, de búsquedas de sentido en el seno de la misma filosofía, logró para la historia obras que, aunque se enmarcan en la Filosofía del Lenguaje, trascienden hacia el mismo hecho metafísico.
Por ello, hablar de las ideas de Wittgenstein es hacerlo de su opera prima, el Tractatus Logico-Philosophicus cuyo nombre no es totalmente relativo a la naturaleza propia del texto. Si en principio las anotaciones de Wittgenstein tenían un fin epistolar entre él y Russell, su maestro, y Frege, éstas evolucionaron haciéndose reaccionarias a las concepciones de los mencionados personajes, ahondando sus tesis sobre el lenguaje y la lógica.
Así, en el prólogo del Tractatus, dice su autor: «El libro trata los problemas filosóficos y muestra —según creo— que el planteamiento de estos problemas descansa en la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje» (Wittgenstein, 1922) dejando claro el sentido de lo que el lector conseguiría al navegar por aquellas líneas. En este mismo prólogo sentencia, rigurosamente, que el fin de su filosofía es limitar el pensamiento aunque «el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que reside más allá del límite será simplemente absurdo» (ibíd.). Juan Acero (19987) asegura, de la misma manera, que Wittgenstein en Philosophische Untersuchungen (Investigaciones Filosóficas) trata de «describir cómo de hecho funcionan las distintas ruedecillas de nuestro lenguaje, cuáles son los distintos engranajes y cuáles sus conexiones respectivas».
La lógica simbólica, exaltada por Gottlob Frege y Bertrand Russell, con ideas similares respecto a su uso en el lenguaje ordinario y la realidad, su inmovilidad y la construcción del pensamiento fundado en las proposiciones lógicas y matemáticas, y su concatenación, fue el trampolín para la asunción de las ideas de Wittgenstein.
La afirmación: «el lenguaje, el pensamiento y la realidad tienen la misma forma lógica, de modo que el lenguaje y el pensamiento pueden “pintar” los hechos de la realidad» (Robinson, 2011), tiene que ver con su postura en orden a la ‘representación’. Así, la fidelidad o no de la representación comienza por la clarificación de la naturaleza de la proposición, elaborando una teoría general de la representación. Dos preguntas, cuyas respuestas ayudaron a esta elaboración, fueron: ¿qué representa?, y ¿lo representa fielmente?, es decir qué significa dicha representación, y si este significado es verdadero o falso. Aunque esta teoría, en principio, fue aplicada a las pinturas, su extrapolación al lenguaje es, prácticamente, directa.
Wittgenstein aplicará esta teoría pictórica, particularmente a los pensamientos (Gedanke) y, también, a las proposiciones (Sätze). Entonces, es posible decir que la pintura lógica de un hecho puede ser representada por un pensamiento, puesto que el todo de la forma pictórica es su estructura lógica, y ésta se hace perceptible sensorialmente a través de una proposición. Sin embargo, aclara que la proposición no es la única forma de expresar el pensamiento. La noción de hecho para Wittgenstein en el Tractatus es de suma importancia: «El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas», y más adelante dice: «nos hacemos figuras de los hechos», y « la figura lógica de los hechos es el pensamiento. (…). La proposición no es un conglomerado de palabras. (…). La proposición es articulada. Sólo los hechos pueden expresar un sentido; una clase de nombres no puede ».
Si se sigue leyendo el texto se llegará a discernir el aspecto atomista de esta filosofía, revelado en el hecho de que el mundo se compone de elementos simples (los hechos), y sólo el análisis permite llegar a esos elementos. Wittgenstein supone que el hecho es el elemento lógico basal del mundo y no los objetos, en franca oposición a lo dicho por Russell. El Tractatus pasó por una segunda versión puesto que su autor la consideró ‘arrogante y dogmática’. Ordi, 2009, resume la motivación de la segunda obra, asegurando que.
Ninguna supuesta lógica subyacente puede dar cuenta del lenguaje mejor que el lenguaje mismo. Lo único que se precisa es exponer las reglas de uso de palabras y expresiones tal como de hecho actúan en la vida cotidiana del lenguaje.
La relectura que el mismo Wittgenstein dio a su primera obra la plasmó en la obra llamada Investigaciones Filosóficas. Comenzada con un texto de San Agustín, compendia una serie de argumentos que decantan en su nueva concepción de la Filosofía del Lenguaje: la noción de juego aplicada al lenguaje. Cualquier juego y los Sprachspiele (juegos de lenguaje) particularmente, tienen muchas semejanzas. «Llamaré también ‘juego de lenguaje’ al todo formado por el lenguaje y las acciones con las que está entretejido», dice el mismo Wittgenstein, en su obra.
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