Educación Y Emancipación En El Siglo XIX

En el siglo XIX comienza a configurarse en América el proceso independentista. Este proceso buscaba la separación definitiva entre las naciones del “nuevo continente” con España. Así, comienzan a levantarse ideas emancipadoras de todas las partes de América, mayormente en pro de esta necesaria independencia y la manera en que parece, a criterio de cada autor, la mejor forma de hacerlo. Dentro de este contexto, encontramos las ideas que presentan a la educación como elemento esencial dentro del proceso emancipador. Los dos autores que tomaremos para ratificar la circulación de estas ideas, así como los ideales que ellas difundían, son Andrés Bello en su Discurso Pronunciado en la instalación de la universidad de Chile (1843) y José Enrique Rodó en Ariel (1899).

Para comenzar, se evidencia que las ideas de la educación como elemento esencial dentro de la emancipación surgen de lo que se conoce como “americanismo”. Este buscaba la diferenciación de nuestra cultura americana con la peninsular a través de la unión cultural de toda América por el compartimiento del mismo pasado colonial, así como también implicaba una legislación propia y por supuesto, una reflexión sobre la educación. Por lo anterior, el americanismo se constituye como un proceso de emancipación cultural y nuestros dos autores se sitúan justamente en él para proclamar sus ideas independentistas. Rodó y Bello lo que precisamente buscan con sus escritos es presentar la educación como propagadora de una cultura propia, americana, en servicio de la emancipación de cada pueblo.

Por un lado, encontramos a Andrés Bello con la proclamación de una universidad en servicio de su patria. El autor lo que quiere proponer, en definitiva, es que desde la educación del pueblo - partiendo desde los estudios universitarios hasta los esenciales- es posible la diferenciación de la nación. Bello hace diversas alusiones a integrar ideas europeas, pero siempre adaptándolas a su realidad de patria, a las necesidades de la nación. Así también, enfatiza en crear arte centrado en la realidad país, en sus héroes e historia y dejar de mirar un tanto al otro lado del continente para encontrar ideas. Bello nos plantea una universidad y una

educación en función de esa república, que constituye en sí misma un proceso enorme de independencia. Así,

(…) La universidad examinará los resultados de la estadística chilena, contribuirá a formarla y leerá en sus guarismos la expresión de nuestros intereses materiales. Porque en éste, como en los otros ramos, el programa de la universidad es enteramente chileno: si toma prestadas a la Europa las deducciones de la ciencia, es para aplicarlas a Chile. Todas las sendas en que se propone dirigir las investigaciones de sus miembros, el estudio de los alumnos, convergen a un centro: la patria. (14)

Por otro lado, José Enrique Rodó nos presenta en la educación moral y estética de los jóvenes la salvación a una América perdida entre el utilitarismo que proclama Estados Unidos y les interpela: “¿ No la veréis vosotros, la América que nosotros soñamos; hospitalaria para las cosas del espíritu, y no tan sólo para las muchedumbres que se amparen a ella; pensadora, sin menoscabo de su aptitud para la acción (…) – Pensad en ella a lo menos; el honor de vuestra historia futura depende de que tengáis constantemente ante los ojos del alma la visión de esa América regenerada (…)” (51) Así, el autor plantea que América debe

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