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A qué responde la ciudadanía.


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2014  •  Práctica o problema  •  1.766 Palabras (8 Páginas)  •  242 Visitas

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INTRODUCCIÓN

¿A qué responde la ciudadanía?

Naturalmente las respuestas varían según países, regiones y perspectivas políticas. Hay pese a las enormes diferencias históricas y tradiciones políticas, un temor compartido y fundado: el temor de que la tradición democrática está en crisis y aun en peligro. La Magnitud de la crisis y el peligro está determinada por el grado de desarrollo y fortaleza de las tradiciones democráticas y, por lo tanto, por la vitalidad de la institución de la ciudadanía. El Incremento del racismo, los rebrotes de nacionalismo, la crisis del estado de bienestar, el fenómeno de las migraciones, la existencia de cientos de miles de individuos en Europa en estado de quasi ciudadanos, explican, al menos parcialmente, por qué hoy, a más de doscientos años de haber sido incorporada en su forma moderna, se intenta someter a la ciudadanía a examen en sus dos dimensiones: como concepto y como práctica.

Esto debido a que la ciudadanía se encuentra en revisión como consecuencia de las profundas transformaciones sociales a las que asistimos y de las que somos protagonistas, como la globalización, la precarización del trabajo, el deterioro del medio ambiente, o la evolución de las nuevas tecnologías y las migraciones a gran escala, entre otras.

La ciudadanía no es una dotación a prioridad del ser humano, sino una conquista histórica, al igual que lo son los derechos asociados a ella. Se trata por ello de un concepto que ha de ser continuamente reconstruido y dotado de sentido y significación. En el escenario sociopolítico actual, se hace preciso reformularlo considerando sus múltiples dimensiones.

Desde el punto de vista legal, se hace necesario plantear cuestiones en torno a la ampliación de los sujetos de ciudadanía (minorías, migrantes, mujeres, jóvenes) y de los derechos asociados a ella (derechos de cuarta generación, ecológicos y culturales). En su vertiente política, es preciso superar el concepto de ciudadano/a como mero sujeto de derechos y deberes mediante la recuperación del espacio político, lo cual implica una redefinición de la esfera pública y la promoción de nuevos modelos de participación en el marco de las nuevas tecnologías. La dimensión ética de la ciudadanía, por otra parte, nos invita a construir nuevos modelos de convivencia capaces de dar respuesta a las necesidades de las sociedades multiculturales.

La ciudadanía ha servido a menudo para trazar la línea entre quienes están dentro, “pertenecen” y por lo tanto disfrutan de derechos, y quienes están fuera, en sentido real o figurado, los “excluidos”, a quienes no se les reconoce el derecho de pertenecer y por lo tanto ningún otro derecho más. Sin embargo, desde diversas instancias sociales está surgiendo un nuevo concepto de ciudadanía, asociado a lo “global”, que va más allá del estatus, de los derechos y responsabilidades asociados con la pertenencia a un Estado, o del civismo. La ciudadanía tiende a definirse ahora a través de nuevos escenarios y de prácticas sociales en constante transformación, relacionadas con dos elementos clave: la participación, entendida como la capacidad, la voluntad y el poder de actuar, y la interdependencia, el reconocimiento del compromiso y la responsabilidad global.

Al hablar de ciudadanía necesariamente tenemos que hablar de hay que situarlo a partir de la crisis del Antiguo Régimen, cuando el individuo se constituye como portador de derechos. La ciudadanía es pues un concepto moderno que surge a partir de las grandes revoluciones burguesas, y que está vinculado al desarrollo del capitalismo industrial, a la consolidación del estado nación y al desarrollo del liberalismo democrático. El carácter complejo del concepto de ciudadanía, ha dado lugar a múltiples debates, que han mantenido su actualidad hasta nuestros días. Este conjunto de debates abarcan un amplio abanico de temas, pero dos son los aspectos que han adquirido especial importancia: La ciudadanía como modo de pertenencia a un espacio nacional y la ciudadanía como conjunto de derechos y deberes. La evolución de estos debates ha dado lugar a posiciones diferentes, que en la actualidad se pueden enmarcar en cuatro corrientes diferenciadas: El modelo liberal, el modelo comunitarista, el modelo republicano y el modelo libertario. Hay que señalar sin embargo, el carácter vivo de la polémica, de manera que dentro de estas corrientes se da una evolución constante, y no siempre es fácil encasillar a los diversos autores, dentro de una de ellas.

Por ejemplo como ya habíamos mencionado Los afroamericanos luchaban por sus derechos ciudadanos: por poder utilizar los mismos transportes, las mismas universidades o recibir el mismo trato legal que los blancos. No podían ser considerados como verdaderos ciudadanos hasta que esos derechos fueran efectivamente reconocidos.

También se ha ampliado el número de personas que se consideran ciudadanos, hasta llegar a la situación actual, en la que no se discrimina a nadie (o al menos no debería hacerse) por razón de sexo, religión, raza o condición económica. Tan solo es requisito poseer la nacionalidad que te acredite como ciudadano de un país determinado, para lo cual suele ser necesario haber nacido en el territorio de ese país, o ser descendiente de ciudadanos del mismo (aunque dependiendo de los países pueden variar los requisitos para adquirir la nacionalidad).

¿Qué derechos se consideran hoy en día indispensables para poder hablar de ciudadanía?

Los derechos deben ir acompañados, evidentemente, de deberes: el deber de respetar los derechos de los demás, el deber de contribuir a la distribución de la riqueza mediante el pago

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