ARQUITECTURA GOTICA
Enviado por RICKIRRIN • 8 de Agosto de 2012 • 22.992 Palabras (92 Páginas) • 1.476 Visitas
La transición del Románico al Gótico
Condiciones históricas y materiales
Desde que la arquitectura gótica empezó a estudiarse en el siglo XVIII se ha tratado de caracterizarla por el empleo de un cierto numero de formas típicas que la distinguen claramente. El primero de tales elementos será el arco apuntado, frecuentemente llamado ojival. Su perfil quebrado, de origen oriental muy antiguo, fue introducido en Occidente durante el siglo IX, si exceptuamos las construcciones musulmanas en España o de Sicilia en las que apareció antes. Su empleo fue tal, que le dieron el apelativo, hoy abandonado, de arquitectura ojival. La presencia de arbotantes en el exterior de las grandes iglesias fue un carácter menos constante, pero muy típico, evidentemente. Los historiadores han reconocido un numero bastante grande de estas formas particulares, desconocidas en la antigüedad clásica y en el arte de la Edad Media: pilares formados por haces de columnas, pináculos, gabletes, rosetones polilobulados, vanos divididos en múltiples lancetas, etc. Para distinguir las variantes nacionales o regionales de la arquitectura gótica, o para definir las etapas de su evolución, se ha señalado y utilizado una gran variedad de combinaciones de estas formas. Así han surgido los conceptos de periodo radiante, periodo flamígero y aun en Inglaterra, de estilo perpendicular. Es importante señalar que aunque el arco apuntado, la bóveda de crucería o el arbotante sean elementos esenciales en la arquitectura gótica, no necesariamente en un monumento tendrían que contenerlos todos; si fuera así se quedarían fuera catedrales como las de Laon o edificios de comienzos del gótico como la catedral de Durham, en Inglaterra, del siglo XI.
Hacia mediados del siglo XIX y debido a los grandes trabajos llevados a cabo de restauración de los monumentos góticos con arquitectos como Johannes Wetter y sobre todo con el eminente Eugène Viollet-le-Duc, llegaron a la conclusión de que todos y cada uno de los elementos de la arquitectura gótica no son puro adorno, sino que desarrollan una función bien concreta. El funcionalismo constructivo tiene su mejor demostración en el estudio de las bóvedas y sus apoyos: la bóveda de aristas, racionalmente provista de arcos cruzados (ojivas) y de arcos de encuadramiento (perpiaños y formeros), cargan su peso no sobre los muros, sino sobre determinados puntos de los apoyos, pudiendo sustituirse los muros por ventanas o delgados tabiques. En razón de la curvatura de las bóvedas y de los arcos, el peso de la cubierta se ejerce oblicuamente, en empujes laterales localizados que los arquitectos del gótico neutralizaban oponiéndoles otros empujes, como por ejemplo los arbotantes, o anulándolos con cargas verticales convenientemente calculadas, como por ejemplo los pináculos. Es por tanto un sistema elástico en el sentido que soporta las deformaciones de la mampostería por la presión vertical o por desplome, ya que los elementos del edificio son, hasta cierto punto, por la diversidad de sus funciones, independientes unos de otros. El sistema constructivo gótico permite aligerar la masa, ofrece la posibilidad de construir más fácilmente en altura, y ello tuvo como consecuencia una clara distribución de las partes. En resumen, el gótico es un sistema dinámico, opuesto totalmente al románico que es estático.
Los monumentos más numerosos e importantes de la arquitectura gótica fueron destinados a fines religiosos; es perfectamente normal que esta arquitectura haya sido interpretada y aun definida en función de sus significaciones religiosas. El tamaño y la altura de las catedrales de los siglos XII al XVI, así como el fantástico vaciamiento de los muros, que permiten el paso de una luz muy abundante, pueden expresar mejor que en ninguna otra época las virtualidades místicas de la arquitectura religiosa cristiana.
La extensión geográfica de la arquitectura gótica corresponde a la difusión, en Europa, del cristianismo de obediencia a Roma. En efecto, desde el fracaso de las tentativas de unidad cristiana en el siglo XI, la iglesia de Oriente a otra corriente cultural y mística de tradición bizantina; la frontera atraviesa, de norte a sur, la Europa Central. El área del gótico engloba las Islas Británicas y Escandinavia, los Países Bajos y Francia, los estados del Imperio Germánico, Bohemia, Polonia, Hungría, península ibérica e Italia.
Los países o territorios del ámbito del gótico son de una diversidad morfológica, geográfica o climática muy grande lo que implica a veces modos de construir diferentes. Durante el periodo gótico, es decir, entre 1250 y 1450, las condiciones políticas, económicas o sociales de estos países fueron muy distintas. Las densidades demográficas de la Europa de la Edad Media, son de una disparidad casi increíble; la Francia septentrional de los siglos XII y XIII se cubre de iglesias parroquiales y de ricas abadías; en otros países, de construcción urbana más evolucionada, solo las ciudades de alguna importancia conocen la actividad monumental. Por otro lado surgen situaciones paradójicas: ciudades pequeñas como Amiens son dotadas de edificios fastuosos e inmensos, contrastando con ciudades como Colonia que pese a su ambición, no consigue financiar los equipos de constructores. Solo en el siglo XV cuando ciudades como Flandes, Normandía, y zonas de Alemania meridional o del Rhin, rivalizaron en el esfuerzo arquitectónico, se podrá apreciar claramente el juego de las fuerzas económicas en el arte gótico.
El papel de las ordenes religiosas fue muy importante en el desarrollo de la arquitectura gótica. Los principales promotores en el siglo XII fueron los benedictinos: benedictinas son en Inglaterra y Normandía las abadías, o ciertas catedrales, como Durham; y benedictinas son las abadías en Francia, como Saint-Denis, Vézelay y Saint-Remi de Reims. En el siglo XII, esta orden había llegado a la cima de su poderío financiero y político, y durante todo el curso de la Edad Media había continuando gozando de esta riqueza y de esta importancia, y emprendió construcciones o reconstrucciones grandiosas: Saint-Nicaise de Reims, Saint-Ouen de Rouen, la abadía de Westminster o la catedral benedictina de Canterbury. También desde el principio han estado los cistercienses asociados a la expansión de la arquitectura gótica. Orden fundada en Borgoña a principios del siglo XII por la reforma de la regla benedictina, tuvo un desarrollo muy rápido. Entre 1112 y 1152 fundaron 343 monasterios; a finales de la Edad Media tenían cerca de 1500 monasterios en total, tanto de hombres como de mujeres. Si la primera arquitectura cisterciense, en su espíritu de pobreza, fue románica, pronto llegaron estos monjes a convertirse en los principales propagadores de la arquitectura gótica.
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