Analisis De La Fobia
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El caso del pequeño Hans
Posted by Eugenio Sánchez Bravo1 marzo, 2009
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Marian Anderson y Herbert Graf (el pequeño Hans) durante el ensayo de la ópera Una baile de máscaras de G. Verdi en 1954
Análisis de la fobia de un niño de cinco años, también conocido como el caso del pequeño Hans, fue publicado en 1909 y pertenece al volumen X de las obras completas de Sigmund Freud. El pequeño Hans, en realidad Herbert Graf, era hijo de Max Graf, musicólogo y miembro del círculo de Freud en Viena. En la introducción Freud aclara que fue el padre del niño quien llevó a cabo el análisis y quien le remitió las notas con sus diálogos, sueños y fantasías. A partir de estas notas, incluidas en la primera parte del texto con breves comentarios de Freud, este lleva a cabo un examen del desarrollo del caso mostrando cómo la evolución de Hans corrobora los descubrimientos expuestos en La interpretación de los sueños (1900) y Tres ensayos de teoría sexual (1905).
Cuando Hans tenía cuatro años y estaba de paseo por el parque con la criada contempló una escena aterradora: un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento padece una grave fobia hacia los caballos, y más específicamente a que los caballos con algo negro en la boca lo muerdan. El pánico es tan grande que le impide salir de casa. En un primer momento, su padre interpreta que la fobia de Hans se debe a los excesivos cariños de su madre y al miedo al gran “hace-pipí” del animal. Freud orienta el análisis del padre hacia la angustia que provocó en Hans el nacimiento de su hermanita Hanna y al misterio recurrente en las fantasías y preguntas de Hans sobre el origen de los bebés. A partir de estas indicaciones el material necesario para interpretar la fobia de Hans va saliendo a la luz.
En primer lugar, el caballo que se desploma y muere, y que puede morderlo, es un símbolo del padre. El caballo tiene un gran “hace-pipí” como el padre y tiene “algo negro” en la boca que puede parecer un bigote. Hans desea la muerte de su padre para poder estar más tiempo a solas con su madre. Al mismo tiempo, tales deseos le producen sentimientos de culpa y vergüenza que se resuelven en la angustia hacia los caballos. Hans expresa este tipo de fantasías edípicas recurriendo a la curiosa historia de las jirafas:
El: «En la noche había en la habitación una jirafa grande y una jirafa arrugada, y la grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada. Luego dejó de gritar, y entonces yo me he sentado encima de la jirafa arrugada».
(…)
La gran jirafa soy yo o, más bien, el pene grande (el cuello largo); la jirafa arrugada, mí mujer o, más bien, su miembro; he ahí, por tanto, el resultado del esclarecimiento.
El todo es la reproducción de una escena que en los últimos días se desarrolla casi todas las mañanas. Hans siempre acude temprano a nosotros, y mi esposa no puede dejar de tomarlo por algunos minutos consigo en el lecho. Sobre eso yo siempre empiezo a ponerla en guardia, que es mejor que no lo tome consigo («La grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada») , y ella replica esto y aquello, irritada tal vez: que eso es un absurdo, que unos minutos no pueden tener importancia, etc. Entonces Hans permanece un ratito junto a ella. («Entonces la jirafa grande dejó de gritar, y luego yo me senté encima de la jirafa arrugada».)
La solución de esta escena conyugal trasportada a la vida de las jirafas es, pues: él sintió en la noche añoranza de la mamá, añoranza de sus caricias, de su miembro, y por eso vino al dormitorio. El todo es la continuación del miedo al caballo.
No debe extrañarnos
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