Arte Bizantino

07/10/13

ARTE BIZANTINO

INTRODUCCION

El comienzo del arte bizantino tiene parentesco con algunas expresiones artísticas, como la romana, egipcia y/o helenística; teniendo como propósito recrear el mundo. Su principal característica fue representar y comprender el misticismo, el color es una parte fundamental de estas representaciones que llegó a ser el mejor símbolo y origen de esta expresión. Dos de los colores especiales y más utilizados fueron el oro y el azul, el primero representaba el fuego o el calor, mientras el segundo era considerado como purificador y se asociaba con el aire o el agua.

DESARROLLO

La expresión artística de este periodo se basa en la religión, en el arte bizantino el representar o pintar a Cristo provocó un problema ya que estaba considerado como un ser divino y al querer plasmar su imagen en forma “mortal” se rebajaba su dignidad de dios y se negaba su esencia. Este problema se desarrolló por más de un siglo pero es necesario comprenderlo para poder estudiar la segunda etapa de la expresión bizantina.

Fue hasta en el 843 cuando la iglesia acepto que se reprodujeran imágenes relacionadas a la religión, y que contemplarlas de alguna forma ayudaba a las personas a calmar su alma. Las figuras iniciales eran bellas pero todas seguían un severo formalismo en cuanto a la técnica, no podían tener más que un solo aspecto, los mismos temas de inspiración artística, la misma escala y ritmo, todo esto combinado con dibujos rígidos y un realismo extremo.

En cuanto a las proporciones y geometría eran realmente estrictos, el ser humano representado es sometido a una serie de reglas que deben seguirse al pie de la letra. La medida de la altura era tomada de la longitud de la cabeza repitiéndola nueve veces; mientras la medida de la cabeza era tomada de la nariz y en cuanto a la forma se determinaba por tres círculos, el más pequeño englobaba la nariz, la frente, ojos, boca y mejillas, el segundo circulo abarcaba el cráneo y el último era representado por la aureola y el cuello.

La simetría puede alejar de todo lo natural a Dios, la altura o distancia son factores que los ayudaban a diferenciar entre divinidad y mortales; el problema es la relación que pueden tener con los observadores y entre las figuras mismas. Por esta razón podemos enumerar tres características primordiales que son utilizadas en el arte bizantino.

La primera es la forma en la que son acomodadas las figuras, los tres cuartos por convención sirven para que el espectador las vea de forma frontal y dentro del cuadro se vea de perfil, la segunda condición es la utilización de un mismo espacio (normalmente edificios) donde los personajes eran colocados en muros opuestos o perpendiculares con el fin de hacer que su dialogo llene todo el espacio real; la tercera característica es sin duda la más importante y se trata de la mirada de las figuras, ahora se invierten los papeles y es el personaje el que observa al espectador. Imponen a Dios como el ser que observa todo, no importa desde que ángulo nunca escapamos a sus ojos.

Estas proporciones y estructura dominaban siempre los rasgos, las figuras divinas adquieren todas estas características a diferencia de las humanas que eran menos importantes.

En algunos museos de Cerdeña se conservan figuras que podemos relacionar con vírgenes, existen algunas representaciones llamadas Madonas. Ellas nos ayudan a ver cómo evolucionó el arte bizantino, al principio obedecen los mismos cánones de simetría y proporción.

La Platytera, llamada así por sus grandes proporciones es un ejemplo claro de que estos rasgos son los característicos del inicio del arte bizantino. Un cambio notable fue la Panachrantos, apareciendo por primera vez una imagen sentada, sin embargo no se considera una posición nueva en el arte ya que fue utilizada en el antiguo Egipto para representar al Dios Isis y Horus.  

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