CANTO PRIMERO
Enviado por Scámp Tecun • 15 de Septiembre de 2018 • Ensayo • 1.668 Palabras (7 Páginas) • 121 Visitas
CANTO PRIMERO
Cuando nuestra vida atravesaba la mitad del viaje, me encontré en una selva muy oscura, debido a que me había apartado del camino derecho. ¡Que penoso seria hablar sobre lo áspera y espesa que era la selva, cuyo recuerdo acrecienta mi pavor, un pavor muy amargo que, comparado con la muerte, no se iguala.
No se que decir exactamente, como fue que, entre allí, pues estaba tan adormecido cuando abandoné el verdadero camino, que no pude darme cuenta de nada.
Cuando llegue al pie de una cuesta, donde terminaba el valle que me infundio tanto miedo, mire hacia arriba y vi la cima bañada de sol, solo así mi miedo se calmo un poco, durante la noche y, mire hacia arriba y vi la cima bañada de sol, solo así mi miedo se calmo un poco, durante la noche y, para tranquilizarme, mire las ondas del profundo mar.
Después de haber descansado un poco, continúe caminando por la playa solitaria. Al principio de la cuesta, se me apareció una pantera; no me quitaba sus ojos de encima, sino, que interceptaba mi camino haciéndome retroceder.
El nuevo amanecer despuntaba ya en el horizonte. La fiera me seguía mirando con su estomago hambriento, pues, yo estaba seguro que venia contra mi con la cabeza alta que hasta el aire parecía temerle. Detrás de esta animal venia una loba que, en medio de su demacración, parecía cargada de deseos; y el fuego que despedían sus ojos me turbo, a tal punto, que perdí la esperanza de llegar a la cima.
Así como cuando quien atesora algo, de pronto se entristece y llora cuando lo ha perdido todo, de este modo, me hizo padecer aquella inquieta fiera que, viniendo a mi encuentro, poco a poco me repelía donde el sol se oculta. Cuando iba retrocediendo, a mi vista se presento alguien, pero por su aspecto, se me figuro que era un mudo, sin embargo, le dije:
“¡piedad de mí, quien quiera que seas, sombra u hombre de verdad!”
Me respondió:
“No soy ya hombre, pero, lo he sido; mis padres fueron lombardos y ambos tuvieron a Mantua por patria. Nací “sub Julio”; aunque algo tarde, vi a Roma bajo el mando de Augusto en tiempos de falsos dioses.”
“Fui poeta, cante al hijo de Anquises que volvía de Troya -Continua- pero, ¿Por qué te has entregado a tu aflicción? ¿Por qué no asciendes al delicioso monte que es causa y principio de todo goce?”
“¡Ah!” ¿Eres tú, Virgilio, aquella fuente que derrama tanta elocuencia? He leído tu obra, y que maravilla es. Tu eres mi maestro y mi autor predilecto; tu eres aquel de quien he imitado el estilo que me ha dado tanto honor. Mira a esa fiera por la cual he retrocedido; ¡líbrame de ella famoso sabio, porque, de solo verle, si aspecto me provoca terror y me late con precipitación el pulso!”
“Te conviene seguir otra ruta -respondió- al verme llorar-. Si quieres huir de este sitio salvaje; pues esta fiera no deja pasar a nadie por su camino, matando al que lo intenta. Muchos son los animales a quienes se une, y serán muchos más, hasta que venga el mastín y la haga morir de dolor, se alimenta de sabiduría, de amor y de virtud.”
-Continua- “Perseguirá a la loba de ciudad en ciudad hasta que sea arrojada en el infierno de donde salió empujada por la envidia. Creo que debes seguirme, yo seré tu guía y te sacare de aquí para llevarte a un lugar que es eterno, donde oirás sullidos desesperados; veras los dolientes espíritus de los condenados que llaman a gritos a la segunda muerte; también, veras a los que están alegres entre las llamas, ya que, esperan que, cuando les llegue la ocasión, tendrán un puesto entre los bienaventurados. Si quieres llegar hasta ellos, un alma más digna que yo, te acompañara. Te dejare con ella cuando yo parta, pues el emperador que reina en las alturas, no quiere que, por mediación mía, se entre en la ciudad, debido a que fui rebelde a su ley. El impera en todas partes, reina arriba. ¡Oh feliz el elegido para su reino!”
Yo le conteste:
“Poeta, te pido por ese Dios a quien no has conocido que me ayudes a salir de este mal y de otro peor; condúceme a donde me has dicho, para que pueda ver la puerta de San Pedro y a los que están desolados.”
De inmediato, se puso en marcha y yo le seguí.
CANTO SEGUNDO
El día llegaba a su fin, la oscuridad de la noche era una invitación al descanso. Yo esperaba enfrentarme a muchas peripecias durante el camino, por eso implore:
¡Oh musas! ¡Oh alto ingenio, venid en mi ayuda!
¡Oh mente, que escribiste lo que vi, ahora aparecerá tu nobleza!
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