CONDICIONES ECONÓMICAS, POLÍTICAS, INTELECTUALES Y SOCIALES DE EUROPA A FINALES DEL SIGLO XVIII
Enviado por daniela_torres • 6 de Agosto de 2013 • 12.691 Palabras (51 Páginas) • 891 Visitas
1.- CARACTERÍSTICAS GENERALES
Dentro del panorama histórico español, una de las notas predominantes
del siglo XIX es su complejidad. Complejidad derivada no tanto de la
acumulación de acontecimientos y personajes que jalonan su desarrollo
cuanto de las evidentes contradicciones existentes entre ellos. La causa
última de tal peculiaridad hemos de buscarla en las propias estructuras que
rigen el país durante esta época. Los políticos que acaparan el poder se
esfuerzan en negar la relación existente entre política y economía.
Cada época reporta nuevos problemas que obligan a los países a
adoptar nuevas soluciones y modificar los esquemas por los que hasta
entonces se han regido si no quieren ver paralizada sus evoluciones.
España entrará en el siglo XIX anclada en los “moldes” de la sociedad del
Antiguo Régimen. El poder seguirá en manos de una monarquía absoluta,
defensora de los intereses agrarios de la nobleza, máximos representantes
de este tipo de organización social. Junto a ella, una naciente burguesía
pugna por abrirse paso frente a una nobleza que detenta todavía la mayor
parte del poder económico y domina el espacio político, lo que nos ayuda a
comprender el por qué del retraso español y la profunda complejidad del
siglo XIX.553
La revolución Industrial que comenzó en Inglaterra a fines del siglo
XVIII, se desarrolla en el siglo XIX dando nacimiento a una cuarta clase
social, la obrera, junto y frente a la burguesía nacida en el siglo anterior. De
aquí surge también una extensión paulatina del sufragio universal y una
mayor participación del pueblo en los asuntos públicos y, por tanto, en los
educativos.554
La revolución industrial o capitalista que llevó a la prosperidad
económica a Inglaterra, Francia y otros países europeos, no implicaba, una
prosperidad aceptable para las clases trabajadoras. La implantación de la
revolución industrial en España tenía que significar lo mismo que en los
demás países, miseria y pobreza para sus trabajadores. La nueva sociedad
553 Vid. Historia de España. Club Internacional del Libro, op. cit.
554 Luzuriaga, op. cit., pág. 94.216
fue diferente a la antigua, pero no menos clasista, pues, si bien las leyes
imponen la igualdad de los ciudadanos ante la ley (igualdad jurídica),
rompiendo así los compartimentos estancos que separaban las clases entre
sí, facilitando con ello una modalidad social indiscutible, el concepto
liberal de libertad individualista vinculada con la libre disposición de la
propiedad y de los medios de producción, por el propietario, y vinculado
también con la regulación de las relaciones humanas por el libre contrato,
otorga, de hecho, una situación de privilegio a aquel frente al trabajador.555
Surgen, por tanto, dos clases definidas: la burguesía capitalista y el
proletariado, dentro del cual hay que distinguir el campesinado y la masa
obrera. Junto a éstas no hay que olvidar otras clases como el clero,
debidamente protegido por la Iglesia, un pequeño número de empleados
públicos, cuya situación es cómoda pero inestable. La aristocracia
patrimonial que conservó algunos privilegios completa toda la escala
social.
En 1813 se decretó la libertad industrial y la libertad mercantil. En todos
los campos se instituyó la libertad contractual. La fabricación era defendida
a ultranza y protegida por la ley, a expensas de los intereses de los
trabajadores. Sobre los salarios de los obreros pesaba la famosa ley del
bronce que constituía uno de los pilares del capitalismo internacional. Ante
la precariedad de la situación de los obreros, éstos ven la necesidad de
asociarse, pero anterior al sexenio revolucionario no hay ninguna
legislación que mencione entre los derechos individuales los de reunión y
asociación. Frente a esta legislación reaccionan tanto empresarios,
burgueses como trabajadores. Los primeros obtuvieron a menudo una
relativa tolerancia por parte de los gobiernos, pero no así a los obreros
cuyo camino fue mucho más difícil, y cuyos momentos críticos provocó
levantamientos como el de Barcelona a fines de 1842.556
Dentro del siglo XIX han de establecerse dos grandes periodos cuya
línea divisoria se podría situar en las Revoluciones ocurridas en 1848 en
varios países europeos. En el primer periodo se trata de desarrollar los
principios de la educación nacional iniciada con la Revolución Francesa y
en el segundo, quedan establecidos los grandes sistemas nacionales de
educación de la mayoría de los países europeos.
555 Vid. Alcalá Galiano, A.: Orígenes del liberalismo español. Tomo II de sus Obras Escogidas, Madrid,
BAE, 1955.
556 Vid. Sánchez Jiménez, J.: La España Contemporánea, tomo I217
- PRUSIA
Prusia tuvo la máxima intensidad de su movimiento de regeneración en
el decenio de 1807-1817. En esos años se emprenden algunas de las
reformas más profundas que habían de cambiar las estructuras de la nación
y de su educación pública. El espíritu que inspira las reformas que se
introducen en la educación para hacerla verdaderamente nacional está en el
llamado testamento político de 1808 del ministro Von Stein. Aunque más
fructíferas fueron las palabras de Fichte en sus célebres Discursos a la
nación alemana que pronunció entre 1807 y 1808. Aquí se encuentra
expuesta por primera vez la idea de la educación nacional, por encima de
todas las diferencias de estado y clases sociales.
“Mediante la nueva educación – dice – queremos formar
de los alemanes una totalidad que sea movida y animada,
en todos sus miembros por un mismo interés [...] Por
tanto, sólo nos queda llevar la nueva educación de una
clase o estado particular, sino que llegue a ser la
educación de la nación como tal y sin exclusión de
ninguno de sus miembros. En ella, mediante la formación
del sentimiento interno de justicia, debe borrarse y
desaparecer completamente todas las diferencias de
clase, aun cuando puedan subsistir en lo sucesivo en
otras ramas del desarrollo. De este modo, surgirá entre
nosotros, no una mera educación popular, sino una
educación nacional propiamente dicha”.557
Fichte considera
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