Casullo Romanticismo
Enviado por Amargura • 8 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 2.419 Palabras (10 Páginas) • 1.093 Visitas
ITINERARIOS DE LA MODERNIDAD
Corrientes del pensamiento y tradiciones intelectuales desde la ilustración hasta la posmodernidad.
Teórico N 13 – El Romanticismo y la crítica de las ideas.
Nicolas Casullo.
Las palabras construyen historias. Las palabras construyen el mundo, le dan forma, lo dibujan. El árbol es eso que vemos, pero es árbol en la palabra con que nuestro lenguaje humano, racional, lo nombra. En la Grecia primitiva, el mythos era palabra, lenguaje de la naturaleza divinizada. La palabra con que hablaba el mundo. Como si el río hablase y dijese su nombre, y también la montaña, la noche, la tormenta, el amanecer. Pensaban los griegos que sólo un tipo de hombre podía escuchar y transmitir esas voces con que el mundo, las cosas, pero sobre todo el pasado, se abrían, se comunicaban al escuchar humano. Ese era el aedo, el vate, el poeta. El era el hombre del don divino, el mensajero de esa palabra mítica, primordial, proveniente del tiempo de los dioses creadores del mundo. Era el mensajero del saber sobre los orígenes, el pronunciar las palabras de las fuentes. La posibilidad de relatar cómo fueron los principios, la creación del mundo y de los hombres, de los tiempos iniciales, las causas. Todo lo que quedaba encerrado en el lenguaje del mythos.
Esa palabra pronunciaba la verdad. Y el encargado de transmitir esa memoria de la verdad de las cosas era El poeta.
El mito en la primitiva cultura griega fue siempre relato de la verdad, narración explicativa, imaginativa, originaria, sobre el porqué de las cosas. El lenguaje es lo que hace al mundo, ser mundo.
La figura del poeta conservó a lo largo de la historia de Occidente, el recuerdo de aquella misión que tuve en la Grecia arcaica, de mediador de la verdad entre los dioses y los hombres.
La trinidad, lenguaje, mundo y poeta, situada en el tiempo mítico, supuestamente dejado atrás por el progreso humano en sus múltiples vías de búsqueda de la verdad.
El movimiento Romántico repone y realza esta problemática. La palabra, la poética, el mundo y sus narraciones dadoras de sentido. Y la vierte sobre esa nueva historia moderna que tomaba cuerpo en ideas, modos y métodos en la búsqueda de la verdad, desde la razón ilustrada. Desde esa razón ilustrada de base científico-técnica que había definido, desde el conocimiento lógico racional radicalizado, ensoberbecido, al mito como pura ilusión, pura falsedad, puro error, hijo de explicaciones irracionales y de dogmáticas religiosas que habían predominado como formas oscuras de contar el mundo. El Romanticismo , también hijo y celebrante de las Luces de la Ilustración, hace reingresar el dilema del mito, en su preocupación por entender y revalidar lo irracional que cobra vida en todo logos racionalizante. Rescata lo mítico, lo analiza, lo reivindica en tanto forma de conocimiento, como camino de un saber humano también genuino, como formas de comprensión y abordaje de nuestra relación con la naturaleza, como explicación de lo más precioso, trágico y sagrado del hombre. El mito como verdad, en su representación.
Nos interesa el Romanticismo en relación a sus formas críticas con respecto a la abusiva razón ilustrada del XVIII, y con respecto a algunas cuestiones fundamentales que hacen al universo de concepciones e ideas románticas que se diseminarán luego a lo largo y a lo ancho del espíritu y la cultura de la modernidad.
Friedrich Holdering. Es el mayor poeta de la lengua alemana. Posiblemente el más trágico y rotundamente romántico creador de imágenes poéticas.
Holdering estrecha una profunda relación de amistad con dos compañeros de estudios: Friedrich Hegel y Friedrich Schelling. Los tres viven la conmoción de la Revolución Francesa, las nuevas ideas de libertad y fraternidad. Leen Rousseau, reconocen que un nuevo tiempo de igualdades entre los hombres, originarias y futuras, se ha abierto en Europa. Al mismo tiempo son hijos del aporte filosófico kantiano. Emmanuel Kant trabajó el mundo de la estética, del arte. Habla de una nueva estética de lo sublime, anticipa los fundamentos de una conflictiva y utópica belleza moderna. De una experiencia de lo bello artístico sin fines utilitarios, pura sensibilidad cognitiva cuyo único fin es la forma de la belleza misma, sus complejas resoluciones, pero autónoma en sus búsquedas. También viven la autoridad de pensamiento de Friedrich Schiller, teórico, poeta y dramaturgo alemán, que siguiendo el legado kantiano extrema sus aportes en estética. Schiller recupera el tiempo de la pérdida belleza griega, esa extraviada armonía entre hombre, naturaleza y dioses, y encuentra en el arte el camino de la recuperación del hombre frente al fracaso económico y político del proyecto burgués en la historia. Lo sublime, para Schiller, va a ser el lugar de conflicto, de la belleza moderna eternamente perseguida y recuperada frágilmente, fugazmente. Belleza como verdad que reponga el momento ético y de libertad suprema del hombre moderno.
Viven el testamento intelectual del teólogo, filósofo y pietista J.G Hamann, para quien “toda verdad es particular, no general” como crítica a los vientos arrasadores de la ilustración de sello descartiano. También asisten Johann Goethe, quien argumentó sobre la trascendencia de las identidades históricas nacionales por sobre saberes y cosmovisiones universales.
El romanticismo, como nueva mirada moderna sobre la historia, nace en Gran Bretaña con poetas como Williams Blake, William Wordswhorth, Samuel Coleridge. Y paralelamente lo hace en Alemania, con poetas y pensadores como Novalis, Fridrich Schlegel, Jean Paul, Holdering.
Trabajamos en la vertiente alemana, porque el romanticismo germano tiene mayor obsesión por lo filósofo poético. Por desentrañar a partir de ese cruce, culturalmente, el enigma de lo moderno. Por traer a escena el debate de la verdad, recogiendo para eso, en parte, el inmenso legado griego al que reponen desde una nueva e iluminante lectura.
Alemania no vive en su territorio los aires tempestuosos de la Revolución Francesa, tampoco asiste al avance económico arrollador del capitalismo, es profundamente religiosa, la cultura del cristianismo protestante, con Lutero como su figura máxima. Alemania es entonces un universo arcaico, rústico en sus ideas políticas dominantes, cerrado en sí mismo. En ese clima alemán, sin embargo, muchos de sus creadores e intelectuales van a empezar a sentir y a pensar los cimbronazos de los tiempos modernos en plena aceleración industrial, política, científica y social. Y en ese clima de supuesto retraso civilizatorio, en un corto lapso de tiempo estalla una profunda revolución intelectual, en el campo de la sensibilidad, de las ideas, del pensamiento, de la creación artística.
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