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Crisis Baja Edad Media


Enviado por   •  8 de Marzo de 2013  •  3.358 Palabras (14 Páginas)  •  715 Visitas

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La crisis de la Baja Edad Media ha sido un tema muy polémico y discutido por los especialistas, de manera que posee una producción, en cuanto a estudios, muy abundante. Los debates surgidos están cargados de ideologías, y aunque se puede continuar debatiendo en torno a las causas de esta crisis, lo cierto es que es un proceso muy bien conocido, considerándose que no sólo fue un problema de productividad y demografía, sino que también abarca los aspectos económicos, políticos y socio-culturales.

Tradicionalmente se ha considerado a esta época como un “ocaso”, puesto que ha sido una etapa muy dura para todos aquellos que habitaron Europa. A pesar de esta consideración, es aceptable que no se debe prolongar en el tiempo ese sentimiento de derrota o angustia que los historiadores contemporáneos se empeñan en transmitir.

El siglo XIV viene marcado por una crisis y por unas transformaciones sociales, las cuales vinieron justo después de un crecimiento económico y de estabilidad social. Aún así, esto último entra en quiebra en la primera mitad del siglo XIV, dando lugar a una época de depresión y crisis económica.

Durante el siglo XIII hubo un prolongado y sostenido crecimiento de la población de Occidente. Esto implicó la necesidad de aumentar la producción, puesto que las demandas de alimento se incrementaban. De esta forma, a finales del siglo XIII los espacios agrícolas aumentaron enormemente, pero todavía lo hace más la población urbana, debido a la inmigración desde el ámbito rural. Así pues, había mucha más población urbana que espacios agrícolas, y mientras la primera demandaba un suministro regular de alimentos, los últimos presentaban cada vez mayores dificultades, puesto que había que recurrir a tierras cuyo rendimiento no era el deseado, además de la roturación de tierras, la cual era masiva y eso ponía en riesgo el equilibrio ecológico y productivo. De esta manera hay una desceleración en la producción, así como problemas añadidos a la distribución de tal producción a larga distancia.

Todo esto puede ser observable en la fragmentación de las parcelas, siendo una consecuencia del aumento demográfico y una situación de “hambre de tierras”, pues la enorme demanda de alimentos obliga a preparar terrenos improductivos mediante unos duros tratamientos para conseguir que esas tierras sean fértiles.

Por otra parte, las condiciones del propio ambiente rural hacen que la población tenga como válvula de escape la inmigración hacia las áreas urbanas. De forma que las sociedades occidentales alcanzaron su máximo grado de urbanización en los siglos XI-XIII, como fue el caso de Flandes o Italia y, en general, en toda Europa, llegando incluso que tener que ampliar sus murallas, dando lugar a una expansión demográfica incontrolada. Con el objetivo precisamente de controlarla, se establecen las bastidas, siendo éstas pequeños núcleos caracterizados por tener las funciones urbanas. Se llegó a la sensación de que el mundo estaba superpoblado, alcanzándose una cifra global que no se volvería a recuperar hasta finales del siglo XV.

Esta situación de esplendor demográfico caería en una enorme depresión ocasionada por las múltiples hambrunas o por la crisis cerealista, pero el elemento principal fueron las grandes epidemias. Un factor clave fue la epidemia que surge en 1348: la peste negra. Ésta presenta varias variantes: bubónica y septicémica o pulmonar.

La peste negra llegó a Europa desde Asia Central, por medio de las rutas comerciales que comunicaban con los mercados italianos. La vía de acceso fue fundamentalmente marítima (las puertas del Mar Mediterráneo y del Mar Negro), aunque también se extendió rápidamente por la vía terrestre. Así, cerca del año 1350 aproximadamente, la enfermedad había recorrido todo el continente. Esta epidemia tenía una duración aproximada de seis meses en cada localidad donde ésta se manifestaba, aunque podía surgir algún rebrote posterior. Esto, a su vez, daba lugar a enormes niveles de mortandad, pudiendo alcanzar cifras de hasta el 90% del total de la población.

La peste negra fue una epidemia que era transmitida por la rata doméstica, y el hombre no tenía forma alguna de combatirla, salvo que se aplicara las normas básicas de prevención (aislamiento del enfermo; tratamiento de los cadáveres con cal…). La epidemia de 1348 constituyó el primer punto de una serie de epidemias que devastaron por completo a Occidente en la segunda mitad del siglo XIV. En 1360-1361 hubo un nuevo brote que afectó básicamente a la población más joven.

Se ha planteado la posibilidad de que las epidemias de peste negra poseían una capacidad de defensa o de inmunidad, puesto que cada brote afectaba a determinados grupos de edades. De igual forma, el grado de intensidad con el que afectaba variaba según las regiones, tal vez debido a la distinta situación que mantenía con respecto a las vías de comunicación por las que la peste negra se propagaba, o por la condición de la zona a la que afectaba (zonas costeras, llanos, de montaña o interiores). Las epidemias de peste negra sin duda alguna, tuvieron efectos en la población sobreviviente, puesto que se produjo un aumento del miedo; aparece la idea sobre la fragilidad de la vida; desconfianza ante fenómenos sociales… Además, todo esto dio lugar a los movimientos flagelantes y a los programas contra los judíos, siendo el resultado de un desequilibrio en la moral colectiva.

Por otra parte, esta enfermedad redujo el número de consumidores, pasándose de un problema de superpoblación a otro, donde el exceso lo constituía la producción, habiendo además, una escasez de mano de obra.

Asimismo, el proceso de urbanización se aceleraría, de manera que en las ciudades se acumularía la riqueza y el comercio, con respecto al ámbito rural, puesto que en éste, los campesinos reorganizaron los cultivos en función de su rentabilidad. En las ciudades se produciría una aglomeración descontrolada, causada por el movimiento de los sobrevivientes, mientras que en las zonas rurales se produciría un período caracterizado por múltiples revueltas.

Las causas de la crisis económica, por su parte, se encuentran en el sector agrario, ya que durante la Baja Edad Media el sistema económico se regía en función del mundo rural. Así pues, junto con el incremento de la población hubo un aumento de la economía agraria, consiguiéndose éste último mediante el incremento de la capacidad productiva. Pero este crecimiento económico comenzó a disminuir mucho antes que lo hiciera la población, de forma que la producción alcanzó valores decrecientes. Además, la relación entre el campesinado y los señores cambiaron, fijándose las rentas en dinero cuando los señores se retiraron del control directo de la

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