APORTE CULTURAL Y EDUCATIVO DE LA BAJA EDAD MEDIA
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El aporte cultural y educativo de la Baja Edad Media
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Educación y Educadores, Volumen 10, No. 2
A finales del siglo X la cultura europea fue
impulsada por los reyes, por otros nobles y por los
hombres más sabios de ese siglo, como el santo
padre Silvestre II, Gerbert de Aurillac (940-1003),
arzobispo de Reims, quien consideraba que “... de
los bienes al alcance de los hombres, el estudio y
la ciencia eran los principales”.
Entre los siglos X y XIII se conformó lo que sería
la sociedad feudal y los valores de carácter más
humanista, expresados en cualidades como fortaleza
de ánimo, perseverancia, moderación, dominio de sí
mismo y desprecio del peligro, del dolor y de la
muerte. Se enseñaba que las virtudes fundamentales
para la vida eran la fe, el valor y la ciega lealtad al
igual o al superior. Para quienes no respetaban estos
principios, los castigos eran el aislamiento y el
rechazo; la derrota se decidía en el campo de batalla
o en los eventos o torneos. A los vencedores se les
concedía el reconocimiento de
Honor y Bravura
2
.
También fue muy importante, en esta época, la
creación de las órdenes de caballería “... para
ponerlas al servicio de las grandes empresas de la
fe”. Dice Martín Riquer que el caballero debía ser
el prototipo del hombre perfecto: vigoroso y dies-
tro en las armas, justo y piadoso. En esta época se
exaltaba un concepto heroico de la vida y de los
valores espirituales e individuales, manifiestos en
la cortesía y la caballerosidad
3
.
Para el sociólogo e historiador Alfred Weber,
en el acto de ser armado caballero, se hacía una
consagración religiosa y se asumía el deber de
tener una determinada actitud espiritual. Además,
al “vestir las armas y ceñir la espada” eran
impuestos diferentes deberes: cómo llegar hasta el
sacrificio en aras de los supremos bienes, prestar
protección a los desvalidos y a los débiles, tener
un espíritu de servicio, una magnanimidad gene-
rosa y una veracidad absoluta. El caballero debía
ser un nuevo modelo de cristiano; su principal
tarea era luchar por Dios y la cristiandad
4
.
Otro acontecimiento importante de la Edad
Media fue promovido por el papa Urbano II para
rescatar los lugares santos de manos del Islam, las
Cruzadas, una llamada a las armas en la que “Dios
sería su guía; la cruz blanca, su símbolo, y su grito
de guerra: ¡Dios lo quiere! (
Deus le volt)
”. Estas fue-
ron peregrinaciones colectivas hacia Tierra Santa.
La narrativa hagiográfica y las Cruzadas proporcio-
naron un material de gran valor para los historia-
dores y para los cronistas que han estudiado estas
expediciones y a quienes las acompañaron.
Uno de los relatos más importantes sobre las
Cruzadas es el de la princesa griega Ana Comne-
na
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, cronista de la época, quien escribió un relato
muy interesante en el que se refiere a cómo todo
el Occidente, desde más allá del Adriático hasta las
columnas de Hércules, se marchaba en una sola
columna a través de Europa con rumbo al Asia y
llevaban consigo familias enteras.
Dice el filólogo e historiador Dietrich Schwa-
nitz que en el transcurso de doscientos años
tuvieron lugar seis cruzadas que promovieron la
creación de distintas órdenes militares, como los
caballeros del Temple, los caballeros de la Orden
de San Juan y la Orden Teutónica.
En el año 1119 el caballero Hugo de Payns orga-
nizó un cuerpo militar para proteger las rutas y los
acantonamientos en los caminos hacia Oriente. Más
tarde, uno de estos grupos constituyó la orden de
los Caballeros Templarios, nombre tomado de la
fortaleza situada en el emplazamiento al lado del
templo de Salomón, en Jerusalén. Los Templarios
construyeron al sur de Haifa un recinto fortificado
para acoger a los peregrinos
Una consecuencia importante de las Cruzadas
fue el conocimiento, en Occidente, de la cultura de
los árabes, su pensamiento y su erudición. Ade-
más, aprendieron los europeos varios procedi-
mientos industriales y manufacturas, por ejemplo
el uso del algodón, la elaboración de telas de algo-
dón, batistas, muselinas y brocados; el cultivo de
otros productos agrícolas, como el algarrobo y el
sésamo. También se conocieron unos animales
diferentes, que estimularon la imaginación de los
autores para concebir cuentos y fábulas.
En esta época, en los siglos X, XI y XII, la
escritura se convirtió en “un instrumento de
poder”; proliferaron diferentes documentos políti-
cos, históricos y administrativos, que daban fe de
la vida administrativa y privada.
Sin embargo, desde la antigüedad clásica y en
la Edad Media, especialmente, se consideraba la
memoria como un arte que debía cultivarse. Los
retóricos, los oradores, los filósofos y los científi-
cos europeos se preocuparon por conocer la
nemotecnia. Y se consideró la memoria como “la
madre de la sabiduría y el erario y el guardián de
todas las cosas”.
Antes de la difusión de la cultura a través de
la imprenta, fue el apogeo de la memoria para la
preservación y difusión de la cultura. Dice Daniel
Boorstin que: “Todo el mundo precisaba del arte
de la memoria, que, al igual que las demás artes,
podía cultivarse. La capacidad memorística podía
perfeccionarse, y se admiraba a los virtuosos que
tenían una memoria altamente desarrollada”
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.
Muchas obras importantes fueron transmitidas
por tradición oral; se representaron y se conserva-
ron mediante las artes de la memoria. Sin embar-
go, los libros manuscritos fueron también de gran
ayuda y sirvieron especialmente para mantener,
recopilar, citar y fundamentar diferentes conoci-
mientos mediante el pensamiento de los maestros
de la cultura grecolatina
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.
3. Manuscritos, códices, miniaturas y arte
Los historiadores dicen que en la Edad Media
las abadías
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