DESARROLLO COMUNICATIVO LINGÜÍSTICO DEL NIÑO SORDO.
Enviado por rodrigopacheco96 • 21 de Septiembre de 2016 • Informe • 1.255 Palabras (6 Páginas) • 383 Visitas
DESARROLLO COMUNICATIVO LINGÜÍSTICO DEL NIÑO SORDO
Los estudios sobre el desarrollo comunicativo del bebe sordo muestran que, desde el punto de vista de la comunicación gestual, tales bebes siguen el mismo proceso que los bebes oyentes; ahora bien, dado el retardo en la adquisición del lenguaje oral, los gestos continúan cumpliendo una función importante en la comunicación durante un periodo más largo que en las criaturas oyentes. Se ha constatado que los bebes pertenecientes a esta cultura tienen un desarrollo más lento que el de los oyentes. En efecto, la sordera en sus grados más profundos, afecta no solo las relaciones verbales, sino también la comunicación pre verbal del bebé sordo. El fenómeno de la atención dividida en el tiempo marca la comunidad entre las personas oyentes y la criatura sorda.
El hecho de no poder atender al mismo tiempo al referente presente, el objeto del que se habla, por ejemplo y la expresión labio facial de la madre que hace comentarios sobre él, cuando no se hallan en el mismo campo visual dificulta la comprensión del bebe. Debido a su todavía incipiente capacidad de interiorización mental, la criatura sorda tiene dificultades para relacionar dos informaciones que para el oyente procesar en dos momentos sucesivos. De la misma forma, la atención dividida puede afectar el éxito de los juegos de interacciones entre adulto y bebe a partir de los 8 meses definidos como formatos comunicativos los cuales se dividen en dos: los de atención conjunta como el de “lectura de libros” en que adulto y bebe miran y comentan un libro de imágenes y los de actividad conjunta, como poner y sacar, dar y tomar, etc. en que los participantes alternativamente, prevén la actividad del otro y como ocurre en el dialogo entre hablantes, respetan el turno de intervención de cada uno. Especialmente en el primer tipo de formatos él bebe sordo puede tener dificultades para seguir al adulto.
El adulto debe facilitar que la criatura establezca la relación entre experiencias que para ella se han producido separadas en el tiempo, pero que de hecho son simultáneas y forman parte del mismo acto comunicativo. Ante tales dificultades comunicativas, a las que se añade a menudo la presión de enseñar a hablar al hijo o a la hija, el padre o la madre tienen a controlar la conversación, a iniciar las interacciones con frecuencia y a dirigir la atención y la respuesta de la criatura sorda, a cogerle la cara, por ejemplo, para orientar su atención, a darle ordenes, entre otras situaciones más.
Se han definido globalmente dos estilos maternos de interacción: el estilo directivo y el estilo conversacional: el primero hace referencia a una mayor iniciativa para comenzar las interacciones y por la preferencia por emisiones que regulen y ordenen la conducta del interlocutor de forma directa. Las madres utilizan este estilo con la finalidad de obtener respuestas sobre objetos. El segundo estilo llamado conversacional se caracteriza por expresiones más expansivas y por comentarios y denominaciones que incitan las verbalizaciones el otro su aspecto más importante que por medio de este se trata de intentar adivinar las intenciones y reflejarlas en la interacción.
La criatura sorda desarrolla sus capacidades comunicativas según los estilos comunicativos de las personas que se relacionan con ella con más frecuencia. El desarrollo comunicativo de estos durante los primeros años de vida se puede optimizar, principalmente, aportando una ayuda y orientación a la familia.
A diferencia de la comunidad oyente, el infante sordo no desarrolla el lenguaje de forma espontánea, sino que su adquisición es fruto de un aprendizaje intencional. Lo habitual es que aprendan el lenguaje que se utiliza en su entorno familiar, en la mayoría de casos aprenden el lenguaje oral, ya que nacen en familias de oyentes. La adquisición de lenguaje de signos en los hijos de padres sordos y la adquisición del lenguaje oral en los oyentes siguen pasos similares. Durante los primeros meses no se observan diferencias entre las vocalizaciones de los bebes sordos y los oyentes; a partir aproximadamente de los 8 o 9 meses, cuando las emisiones silábicas se intercambian con las personas del entorno y él bebe oyente realiza imitaciones de los sonidos que percibe en el contexto de los formatos comunicativos citados antes, él bebe sordo al no oírlos abandona sus vocalizaciones.
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