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De las leyes en general


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  Ensayo  •  2.134 Palabras (9 Páginas)  •  426 Visitas

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LIBRO PRIMERO

DE LAS LEYES EN GENERAL

CAPITULO PRIMERO

DE LAS LEYES, EN SUS RELACIONES

CON LOS DIVERSOS SERES

Las leyes, en su significación más extensa, no son más que las relaciones

naturales derivadas de la naturaleza de las cosas; y en este sentido, todos los

seres tienen la divinidad tiene sus leyes, (1) el mundo material tiene sus leyes, las

inteligencias superiores al hombre tienen sus leyes, los animales tienen sus leyes,

el hombre tiene sus leyes.

Los que han dicho que todo lo que vemos en el mundo lo ha producido una

fatalidad ciega, han dicho un gran absurdo, porque, ¿hay mayor absurdo que una

fatalidad ciega produciendo seres inteligentes?

Hay pues una razón primitiva; y las leyes son las relaciones que existen entre ellas

mismas y los diferentes seres, y las que median entre los seres diversos.

Dios tiene relación con el universo como creador y como conservador; las leyes

según las cuales creó, son las mismas según las cuales conserva; obra según las

reglas porque las conoce; las conoce porque él las hizo; las hizo porque están en

relación con su sabiduría y su poder.

Como vemos que el mundo, formado por el movimiento de la materia y privado de

la inteligencia, subsiste siempre, es forzoso que sus movimientos obedezcan a

leyes invariables; y si pudiéramos imaginar otro mundo que éste, obedecería a

reglas constantes o sería destruido.

Así la creación, aunque parezca ser un acto arbitrario, supone reglas tan

inmutables como la fatalidad de los ateos. Sería absurdo decir que el creador

podría gobernar el mundo sin aquellas reglas, puesto que el mundo sin ellas no

subsistiría.

1. La ley, dijo Plutarco, es la reina de todos: mortales e inmortales. Decir que no hay

nada justo ni injusto fuera de lo que ordenan o prohiben las leyes positivas, es tanto como

decir que los radios de un círculo no eran antes de trazarse la circunferencia

Estas reglas son una relación constantemente establecida. Entre un cuerpo

movido y otro cuerpo movido, todos los movimientos son recibidos, aumentados,

disminuidos, perdidos según las relaciones de la masa y la velocidad: cada

diversidad es uniformidad, cada cambio es constancia.

Los seres particulares inteligentes pueden tener leyes que ellos hayan hecho;

pero también tienen otras que ellos no han hecho. Antes que hubiera seres

inteligentes eran posibles: tenían pues relaciones posibles y por consiguiente

leyes posibles. Antes que hubiera leyes, había relaciones de justicia posibles.

Es necesario por lo tanto admitir y reconoce relaciones de equidad anteriores a la

ley que las estableció; por ejemplo, que si hubo sociedades de hombres, hubiera

sido justo el someterse a sus leyes que si había seres inteligentes, debían

reconocimiento al que les hiciera un beneficio; que si un ser inteligente había

creado un ser inteligente, el creado debería quedar en la dependencia en que

estaba desde su origen; que un ser inteligente que ha hecho mal a otro ser

inteligente merece recibir el mismo mal; y así en todo.

Pero falta mucho para que el mundo inteligente se halle tan bien gobernado como

el mundo físico, pues aunque también aquél tenga leyes que por su naturaleza

son invariables, no las sigue constantemente como el mundo físico sigue las

suyas. La razón es que los seres particulares inteligentes son de inteligencia

limitada y, por consiguiente sujetos a error; por otra parte, está en su naturaleza

que obren por sí mismos. No siguen, pues, de una manera constante sus leyes

primitivas; y las mismas que ellos se dan, tampoco las siguen siempre.

No se sabe si las bestias están gobernadas por las leyes generales de movimiento

o por una moción particular. Sea como fuere, no tienen con Dios una relación

más íntima que el resto del mundo material; y el sentimiento no les sirve más que

en la relación entre ellas, o con otros seres particulares, o cada una consigo.

Por el atractivo del placer, conserva su ser particular, y por el mismo atractivo

conservan su especie. Tienen leyes naturales, puesto que están unidas por el

sentimiento; carecen de leyes positivas, porque no se hallan unidas por el

conocimiento. Sin embargo, las bestias no siguen invariablemente sus leyes

naturales; mejor las siguen las plantas, en las que no observamos ni sentimiento

ni conocimiento.

Y es que los animales no poseen las supremas ventajas que nosotros podemos,

aunque tienen otras que nosotros no tenemos. No tienen nuestras esperanzas,

pero tampoco tienen nuestros temores; mueren como nosotros, pero sin saberlo;

casi todos se conservan mejor que nosotros y no hacen tan mal uso de sus

pasiones.

El hombre, como ser físico, es, como los demás cuerpos, gobernado por leyes

invariables, como ser inteligente, viola sin cesar las leyes que Dios ha establecido

y cambia las que él mismo estableció. Es preciso que él se gobierne; y sin

embargo es un ser limitado: está sujeto a la ignorancia y al error, como toda

inteligencia finita. Los débiles conocimientos que tiene, los pierde. Como criatura

sensible, es presa de mil pasiones. Un ser así, pudiera en cualquier instante

olvidar a su creador; Dios los retiene por las leyes de la religión; semejante ser

pudiera en cualquier momento olvidarse de sí mismo: los filósofos lo previenen

por las leyes de la moral; creado para vivir en sociedad, pudiera olvidarse de los

demás hombres: los legisladores le llaman a sus deberes por medio de las leyes

políticas y civiles.

CAPITULO II

DE LAS LEYES DE LA NATURALEZA

Antes que todas las leyes están las naturales, así llamadas porque se derivan

únicamente de la constitución de nuestro ser. Para conocerlas bien, ha de

considerarse al hombre antes de existir las sociedades. Las leyes que en tal

estado rigieran para el hombre, ésas son las leyes de la naturaleza.

La ley que al imprimir en el hombre la idea de un creado nos impulsa hacia él, es

la primera de las leyes naturales; la primera por su importancia, no por el orden de

las mismas leyes. El hombre, en el estado natural, no tendría conocimientos, pero

sí la facultad de conocer. Es claro que sus primeras ideas no serían ideas

especulativas: antes pensaría en la conservación de su ser que en investigar

...

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