Ejercicio de escritura de Arte Africano

Ejercicio de escritura de Arte Africano

Por Emmanuel A. Concepción Nieves

El continente africano acoge en su seno una gran variedad de culturas, caracterizadas cada una de ellas por un idioma propio, tradiciones y formas artísticas distintivas, a la vez de que cada una de ellas encuentra otra serie de especificidades al margen de cada etnia o grupo que las componen. A pesar de su histórica, aunque impuesta, marginalidad e inferioridad, África exhibe un amplio mosaico que entraña aún hoy, muchas áreas culturales poco conocidas, y toda una serie de mitos todavía por esclarecerse legados de la larga etapa colonial sufrida.

El arte africano es desarrollado principalmente por comunidades aisladas, pequeñas si tomamos en comparación las grandes civilizaciones, y en donde se presenta una enorme variedad, ligada indisolublemente a la relación con diversas prácticas y actividades sociales. En términos generales, como se ha demostrado, principalmente gracias a los aportes formalistas, las manifestaciones artísticas africanas son esencialmente funcionales, siempre surgen asociadas a un acto religioso o de carácter social, de ahí que estas estén fuertemente condicionadas por las creencias.

Ahora bien, existe una etapa en la que para muchos de sus detractores el arte producido en el (mal)llamado continente “negro”, pudiese haberse ubicado perfectamente en la avanzada del pensamiento formativo de los que son los orígenes de las civilizaciones. En el cambio de estilo que se propicia del Paleolítico al Neolítico, se conduce a estas formas de arte tendentes a complejas abstracciones y que dependen de un giro general de la hasta entonces incipiente y formativa cultura, que representa quizás uno de los cortes más profundos que ha existido en la historia de la humanidad, al menos de los registrados hasta la fecha.

Las pinturas rupestres constituyeron, de las iniciales manifestaciones del hombre prehistórico, un importante medio expresivo, que llegado hasta hoy permite un acercamiento a una etapa en el tiempo imposible de reconstruir verídicamente. Dado el alcance cronológico y geográfico de este fenómeno, es difícil, por no decir, imposible, proponer generalizaciones, ya que los motivos y los materiales con que fueron elaboradas las distintas pinturas rupestres son muy similares entre sí, a pesar de los miles de kilómetros de distancia y miles de años en el tiempo. Todos los grupos humanos que dependían de la caza y recolección de frutos efectuaron este tipo de trabajo pictórico. Sin embargo, destaca, especialmente, el enorme conjunto de pinturas rupestres de las montañas del centro-sur del Sahara: Ahaggar, Tassili, Tibesti, Fezzan, que constituyen, de hecho, el más grande núcleo rupestre del mundo.

Centrando el estudio en la imagen Figura antropozoomorfa perteneciente a parte de un trazado prehistórico ubicado en las montañas de Tassili n´Ajjer al sudeste de la Argelia de hoy, es posible comprender mucho mejor toda una serie de características subestimadas por muchos al acercarse al arte africano, tildado vanamente de “primitivo”. Es que ciertamente, los condicionamientos coloniales y racistas precedentes olvidan el carácter antropológico que hay en cualquier manifestación del arte y que proporcionan a la vez toda una serie de detalles estructuradores en la construcción de nuestro pasado.

La funcionalidad del arte está presente desde el momento en que el hombre en la más incipiente de las conciencias, fraccionó la realidad al representar “algo” en las paredes, aunque posteriormente se utilizasen otros medios. Quizás uno de los elementos que nuble su entendimiento es la fusión orgánica que le otorgó el primitivo con la vida cotidiana, a fin de sobrevivir y erigirse sobre el resto de los animales. Todo arte actual, por más que cueste asentir, conserva ciertos elementos funcionales que surgieron precisamente con el hombre de las cavernas.^[1]

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