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El Porfiriato (monografía)


Enviado por   •  16 de Julio de 2012  •  3.152 Palabras (13 Páginas)  •  4.081 Visitas

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Juan Carlos Rayner Sánchez

Grupo: HAT03

Universidad Autónoma Metropolitana

El Porfiriato.

El régimen Porfirista fue una larga dictadura que se distinguió por el control personalizado y militar de la vida nacional; y por la represión social y política cuando el sistema lo requirió. Bajo el liderazgo de Don Porfirio, el congreso quedo sometido como un órgano legislativo al servicio del dictador. La reelección continua fue practicada durante más de ocho periodos por el gobierno del general oaxaqueño, abierta o simuladamente, simbolizada por el lema “poca política y mucha administración”.

Otros recursos de la dictadura porfirista fueron el control de la prensa y de cualquier forma de oposición, para lo cual las fuerzas públicas y militares fueron utilizadas recurrentemente. Se anuló también el federalismo, proyecto político que el partido liberal había logrado consolidar en tiempos de la reforma y de la Constitución de 1857. En lugar de gobernados electos mediante votaciones, Porfirio Díaz aprovecho la estructura caciquil que existía en numerosas regiones del país; el dictador imponía y removía en los gobiernos locales a sus amigos y allegados según su conveniencia personal.

La política porfirista.

El primer periodo del porfiriato comienza en 1877 y concluye en el inicio del tercer periodo presidencial de Porfirio Díaz (1888) o cuando se eliminó toda restricción legal a la reelección indefinida (1890). Se trata de una etapa de construcción, pacificación, conciliación y unión entre grupos políticos, negociación entre inversionistas nacionales y extranjeros, pero también de fuerte represión contra las libertades civiles.

Al asumir el poder, don Porfirio tuvo que enfrentar diversos retos. Para empezar, faltaba mucho para consolidar el Estado y la Nación. La Constitución promulgada en 1857, así como en general el proyecto liberal de Estado y de sociedad, no habían sido cabalmente aplicados. Los retos de Porfirio Díaz eran unificar y cohesionar las fuerzas políticas y regionales, otorgar legitimidad y legalidad al régimen, respetando o aparentando respetar la Constitución, y lograr el reconocimiento internacional.

Para lo primero adopto una política similar a la que habían observado Juárez y Lerdo, y no siempre cumplió con su compromiso hacia los grupos regionales y las colectividades campesinas. Fundamentalmente tomó dos caminos. En primer lugar, el de la conciliación o la negociación. Conservo la lealtad de los grupos que lo apoyaron y atrajo a los viejos opositores. Y por un segundo camino: la fuerza y la represión. Para ello utilizó al ejército, a la policía y a la policía rural.

Pasemos ahora al problema de la legalidad del régimen, es decir, si distancia o cercanía respecto a las normas constitucionales. Al igual que intervenía en el nombramiento de gobernadores, don Porfirio manipulaba las elecciones de diputados, senadores y magistrados federales.

Estas elecciones eran indirectas; esto significa que los varones nacidos en México (pues las mujeres no podían votar), hijos de mexicanos o extranjeros naturalizados, mayores de 18 años si eran casados y de 21 si no lo eran, y con un “modo honesto de vivir”, votaban para elegir a los electores, quienes a su vez nominaban para elegir a los representantes. Sin embargo, las votaciones federales solían ser una farsa: el día de la elección las urnas estaban desiertas y las papeletas no eran llenadas por los votantes. A pesar de ello nunca dejaron de practicarse; cada vez se publicaban listas de candidatos, se montaban casillas, se imprimían y se contaban los votos.

Se trataba de rituales que pretendían mostrar la eficacia del sistema político y legitimaban del régimen. Y lo mismo sucedía en unas elecciones estatales, que en ciertos casos también eran indirectas. Así, en el plano electoral las leyes no siempre se cumplían, existía un interés por brindar apariencia de legalidad o de respetar, al menos, las formas. Y lo mismo sucedía en otros campos, tal es el caso de las leyes de Reforma ya que no siempre se aplicaron a pesar de incluirse en la Carta Magna. Con todo, a pesar de la insistencia de la jerarquía eclesiástica, no se derogaron y constituían para la iglesia católica una amenaza constante.

El régimen osciló entre la legalidad y la apariencia de legalidad. Por otra parte además de los cambios legislativos y el uso de la fuerza, en esta etapa, gracias a la negociación y a la conciliación, Porfirio Díaz obtuvo el reconocimiento internacional y avanzó en la cohesión nacional, al vincularse con individuos de diversos partidos, regiones y sectores sociales. Dado que en la forma predominante de hacer política los individuos representaban a colectividades, al atraer personas el presidente atrajo grupos.

La segunda etapa, que comienza entre 1888 y 1890 y concluye hacia 1908, se caracteriza por un acentuado centralismo y por un gobierno cada vez más personalista y autoritario por parte de Porfirio Díaz y de los gobernadores de los estados. El cambio de rumbo estuvo acompañado por un relevo en el personal político, pues murieron muchos de los hombres que acompañaron a Díaz en su ascenso al poder y los primeros años de su gobierno.

La Evolución Económica y Social

Durante las tres décadas dominó la escena política Porfirio Díaz, el país experimentó transformaciones económicas y sociales muy importantes. La población aumentó notablemente.

VÍAS DE COMUNICACIÓN. Caracterizó al régimen porfirista su impulso a las vías de comunicación, especialmente los ferrocarriles. El mismo crecimiento vertiginoso se observó en los telégrafos. En ambos casos, eran compañías extranjeras las que monopolizaban el servicio. Por lo que toca a los ferrocarriles, el gobierno mexicano se convirtió en el dueño de éstos en 1907, cuando compró la mayor parte de las acciones en un afán de debilitar al grupo de Rockefeller.

Los ferrocarriles jugaron un papel fundamental en el porfiriato. Contribuyeron a romper el aislamiento tradicional de los principales centros comerciales y productores y los integraron en un mercado nacional y, para algunos productos, internacional; propiciaron la movilidad de la población; y contribuyeron a conservar el orden social mediante el rápido traslado de tropas para reprimir las sublevaciones populares.

DESARROLLO AGRÍCOLA. Las leyes de colonización y de terrenos baldíos de 1893 propiciaron el despojo de las tierras de los pueblos y las comunidades campesinas. La inmensa mayoría de estas tierras pertenecía a las comunidades indígenas que fueron despojadas brutalmente y en forma ilegal, pues muchas veces sus títulos, otorgados por la corona española, no fueron respetados, y cuando no tenían en orden sus papeles sobre la tierra,

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