El Valor Formativo De La Historia.
Enviado por edwino2411 • 18 de Febrero de 2014 • 1.188 Palabras (5 Páginas) • 349 Visitas
El valor formativo de la historia.
La historia, entendida como materia escolar, no debe concebirse como un cuerpo de conocimientos acabados, sino como una aproximación al conocimiento en construcción. Dicho acercamiento deberá realizarse a través de caminos que incorporen la indagación, la aproximación al método histórico y la concepción de la historia como una ciencia social y no simplemente como un saber erudito o simplemente curioso. Por ello, es importante definir la historia para ser enseñada como un cuerpo de saberes que no solamente incorpora lo que ya conocemos gracias a los historiadores, sino que además nos indica cómo se construye el conocimiento y cuáles son los procesos y las preguntas que debemos formularnos para llegar a tener una idea explicativa del pasado. En el presente capítulo se intentará definir el valor formativo y educativo de esta disciplina y determinar a través de qué elementos se pueden alcanzar los fines didácticos que incorpora.
Pocas personas discuten el papel que la historia desempeña en nuestras sociedades occidentales. En efecto, la concepción del tiempo que ha ido generando la cultura occidental —como un proceso lineal y progresivo, dotado de un principio y un final— ha facilitado el desarrollo de una concepción de la historia dotada asimismo de un origen, un desarrollo y un final. Sin embargo, esta concepción del tiempo es eminentemente cultural y no todas las civilizaciones perciben el tiempo histórico de la misma forma; podríamos plantear la existencia de un tiempo cíclico, sin principio ni final, tal como han hecho muchas culturas, entre ellas la india, que admite la reencarnación, entendida como el mito del eterno retorno. De hecho, la aparición de nuestra concepción lineal del tiempo y, por lo tanto, de la historia se vincula con el desarrollo de la idea de progreso y con el análisis del comportamiento de las sociedades a lo largo del tiempo.
Quizás porque nuestra concepción del tiempo es lineal, en Occidente el papel de la historia no es materia de debate. De ahí que se haya utilizado para justificar las acciones de los humanos, para demostrar la preeminencia de unos sobre los otros, como herramienta de lucha para superar las etapas de un pasado indigno, y para justificar el poder. En realidad somos sociedades históricas. Sin la historia, los humanos seríamos extraordinariamente más pobres; resulta inimaginable concebir una sociedad culta que desconoce o no se plantea sus orígenes como especie, grupo o país.
La historia es una materia que, manoseada, adulterada, amordazada, falseada o enaltecida, siempre ha sido utilizada. En los últimos años se habla en algunos países de recuperar la llamada memoria histórica en la educación de los escolares. Pero no hay que confundir la memoria histórica con la correcta enseñanza de la historia.
La controversia científica se centra en la distinción que debe realizarse entre memoria e historia. La posición más aceptada es la que señala que la memoria histórica, en lo que tiene de memoria, es un proceso estrictamente individual, biográfico, y que, por tanto, no puede ser tildada de conocimiento histórico más que por denominación. No obstante, algunos relatos individuales pueden tomar contacto con lo que denominamos historia científica, pero no asimilarse a ésta. De hecho, memoria e historia poco tienen que ver una con otra, aunque solamente lo fuese por escala. La posición por tanto más defendida entre los historiadores es que no debería confundirse la historia científica con la memoria histórica. La razón que se esgrime es que la historia científica es una trituradora de memoria, la digiere y produce conocimiento. La trituración de las memorias no se produce por la distancia en el tiempo, sino por la aplicación de método y teoría sobre el dato, el recuerdo, el comentario, el vestigio o la fuente. Nunca los hechos fueron realmente como se
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