En Llamas Capitulo Uno
Enviado por yaya048 • 19 de Agosto de 2014 • 4.541 Palabras (19 Páginas) • 185 Visitas
Capitulo 1
En este momento Gale ya habrá fichado en las minas, tomado hacia las profundidades de la tierra el ascensor que revuelve el estómago, y estará golpeando en una veta de carbón. Sé cómo es todo allí abajo. Cada año en el colegio, como parte de nuestro entrenamiento, mi clase tenía que recorrer las minas. Cuando era pequeña, sólo era incómodo. Los túneles claustrofóbicos, el aire viciado, la oscuridad sofocante por todas partes. Pero después de que mi padre y varios mineros más murieran en una explosión, apenas si podía entrar en el ascensor. El viaje anual se convirtió en una inmensa fuente de ansiedad. Dos veces me había puesto tan enferma por la anticipación que mi madre me hizo quedarme en casa porque pensaba que había contraído la gripe.
Pienso en Gale, quien sólo está vivo en el bosque, con su aire fresco y su luz solar y su agua fresca y en continuo movimiento. No sé cómo lo soporta. Bueno… sí, lo sé. Lo soporta porque es la forma de alimentar a su madre y a sus dos hermanos y su hermana pequeños. Y aquí estoy yo con toneladas de dinero, mucho más que suficiente para alimentar ahora a nuestras dos familias, y él no quiere aceptar ni una sola moneda. Incluso es duro para él dejarme que le lleve carne, aunque con toda seguridad habría mantenido a mi madre y a Prim provistas si yo hubiera muerto en los Juegos. Le digo que me está haciendo un favor, que me vuelve loca estar todo el día por ahí sentada. Incluso así, nunca dejo la caza cuando él está en casa. Lo que es fácil dado que trabaja doce horas al día.
La única vez que veo ahora a Gale es los domingos, cuando nos encontramos en el bosque para cazar juntos. Aún es el mejor día de la semana, pero ya no es como solía ser, cuando nos podíamos contar el uno al otro cualquier cosa. Los Juegos han estropeado incluso eso. Sigo manteniendo la esperanza de que a medida que pase el tiempo recuperaremos la comodidad entre nosotros, pero una parte de mí sabe que es inútil. No hay vuelta atrás.
Consigo un buen botín en las trampasocho conejos, dos ardillas, y un castor que nadó hacia el artilugio de cable que diseñó el propio Gale. Es un hacha con las trampas, ajustándolas para que doblen árboles jóvenes y así aparten a sus presas del alcance de depredadores, equilibrando troncos sobre delicados gatillos de palos, tejiendo cestas ineludibles para capturar peces. Mientras avanzo, recolocando cuidadosamente cada trampa, sé que nunca podré imitar con exactitud su ojo para el equilibrio, su instinto por dónde cruzará la presa el camino. Es más que experiencia. Es un don natural. Como la forma en que yo puedo disparar a un animal en casi total oscuridad y aún así derribarlo con una única flecha.
Para cuando llego a la verja que rodea el Distrito 12, el sol está bien alto. Como siempre, escucho un momento, pero no está el delator zumbido de la corriente eléctrica circulando por la cadena de cables. Casi nunca la hay, incluso aunque la cosa se supone que debería estar cargada a tiempo completo. Me retuerzo por la apertura en la parte baja de la verja y salgo en la Pradera, a sólo un tiro de piedra de mi casa. Mi antigua casa. Aún podemos quedárnosla ya que oficialmente es el hogar designado para mi madre y hermana. Si ahora yo cayera muerta, ellas tendrían que volver aquí. Pero por el momento, ambas están felizmente instaladas en la nueva casa de la Aldea de los Vencedores, y yo soy la única que utiliza el lugarcito achaparrado donde me crié. Para mí, es mi verdadera casa.
Ahora voy allí a cambiarme la ropa. Cambiar la chaqueta vieja de cuero de mi padre por un abrigo fino de lana que siempre parece demasiado ceñido en los hombros. Dejar mis suaves y gastadas botas de caza por un par de caros zapatos hechos a máquina que mi madre piensa que son más apropiados para alguien de mi estatus. Ya he puesto a buen recaudo mi arco y mis flechas en un tronco hueco en el bosque. Aunque se agota el tiempo, me permito unos minutos para sentarme en la cocina. Tiene una cualidad de abandono, sin fuego en el hogar, sin mantel sobre la mesa. Lamento la pérdida de mi vieja vida aquí. Apenas salíamos adelante, pero sabía dónde encajaba, sabía cuál era mi lugar en la red fuertemente entretejida que era nuestra vida. Desearía volver a ella porque, en retrospectiva, parece tan segura comparada con el ahora, en que soy tan rica y tan famosa y tan odiada por las autoridades del Capitolio.
Un gemido en la puerta de atrás reclama mi atención. La abro para encontrarme con Buttercup, el gato viejo y gruñón de Prim. Le disgusta la casa nueva casi tanto como a mí y siempre la deja cuando mi hermana está en el colegio. Nunca nos hemos querido particularmente el uno al otro, pero ahora tenemos este nuevo vínculo. Lo dejo entrar, le doy un pedazo de grasa de castor, e incluso lo acaricio entre las orejas un ratito.
Eres horroroso, ya lo sabes, ¿verdad? Le pregunto. Buttercup empuja mi mano suavemente para más caricias, pero tenemos que irnos. Vente, tú.
Lo levanto con una mano, cojo mi bolsa de caza con la otra, y los llevo a ambos hacia la calle. El gato se libera de un salto y desaparece
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