Escuelas Lancasterianas
Enviado por emperadorluis1 • 16 de Octubre de 2012 • 943 Palabras (4 Páginas) • 912 Visitas
LAS ESCUELAS LANCASTERIANAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO (1822— 1842)
El niño que estudiaba en las escuelas lancasterianas podía darse cuenta del contraste con las prácticas escolares impartidas en los establecimientos tradicionales tan solo con observar el aula de trabajo que contaba con un cuarto de gran tamaño, bancas largas y mesas para diez alumnos alineadas en fila una tras otra, “mesas de arena”, “telégrafos” y “semicírculos”.
Treinta minutos antes de la jornada normal de clase, los maestros lancasterianos solo instruían a los alumnos más avanzados quienes eran los que se encargaban cada uno de la instrucción de grupos constituidos por diez alumnos, debido a que podían asistir entre 200 y 1000 alumnos.
Material lancasteriano (tecnología y recursos pedagógicos)
Los alumnos de nuevo ingreso sustituían el uso de la pizarra; es decir, aprendían a escribir en mesas colocadas en cajas de arena donde trazaban las letras con “palitos”; posteriormente, los que ya sabían el alfabeto se sentaban en mesas utilizando trozos de pizarras viejas pulverizados y pegados con goma, lo que economizaba el material y evitaba el gasto de tiza y papel.
Los niños de distribuían en los ya mencionados grupos de diez que eran dirigidos por su alumno-instructor (monitor) que les dictaba a los alumnos una palabra —ya fuera de una, dos, tres o más sílabas para la primera clase y hasta cinco para los de las siguientes cinco clases—. Las clases séptima y octava escribían en papel con pluma.
Cada instructor hablaba en orden y una vez dictadas alrededor de seis letras o palabras el preceptor señalaba el momento en que cada instructor revisara lo que habían escrito sus diez alumnos; utilizaban el telégrafo, un palo de madera colgado con una placa que contenía la numeración del 1 al 8 y un espacio que decía EX (examen).
Didáctica y jornada escolar.-
Al entrar a la escuela, los niños se formaban para una inspección de pelo, uñas, cara, manos y ropa, es decir, su aseo personal que debía estar impecable.
Cada acción realizada por el alumno tenía como precedente una orden o apelación hecha previamente por su instructor, ordenes que se basaban en la atención del alumno y a la voz de ellos usar la pizarra y escribir la palabra dictada que sería borrada una vez que el instructor diera la orden limpiando el lienzo con una esponja o con saliva y continuar con la siguiente orden.
Se aprovechaba una hora para la escritura y después cada niño pasaba a la clase de lectura por medio de un movimiento llamado “evolución” que ejecutaban una vez que oían el toque de la campanilla del maestro pasando la pierna derecha sobre la banca, luego la izquierda, se ponía de pie y marchaban integrados en su grupo de diez detrás de su instructor formando semicírculos en los
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