Gobiernos Radicales
Enviado por baldolaura • 23 de Julio de 2013 • 4.787 Palabras (20 Páginas) • 498 Visitas
Los gobiernos radicales (1916-1930)
El radicalismo se impuso en las elecciones de 1916, 1922 y 1928:
1916-1922: Hipólito Yrigoyen
1922-1928: Marcelo T. de Alvear
1928-1930: Hipólito Irigoyen
1930: Un golpe militar encabezado por el Gral. José F. Uriburu derroca a Yrigoyen.
Los desafíos planteados por la ampliación del régimen político
La construcción de la ciudadanía
La Ley Sáenz Peña de 1912 que estableció la ampliación del sufragio y el voto secreto y obligatorio fue un primer necesario paso para la construcción del régimen político democrático en la Argentina, aunque no suficiente.
En las primeras décadas del siglo XX, “la ciudadanía” aún no se había conformado: la mayoría de votantes en condiciones de votar manifestaban indiferencia y desinterés por los asuntos de gobierno y consideraban la política como una cuestión de caudillos y dirigentes políticos. En este contexto, la reforma electoral tuvo como principal efecto la obligatoriedad del voto, mecanismo a través del cual se construiría forzadamente la ciudadanía. De este modo, el Estado obligaba a los ciudadanos a ejercer su derecho a participar en la elección de sus representantes.
No obstante, la ampliación de la participación no se define simplemente por el número de ciudadanos que votan, sino principalmente, por las garantías existentes para una elección libre y responsable por parte de los votantes. Desde este punto de vista, el establecimiento del voto secreto fue importante para terminar con el fraude, uno de los pilares principales del régimen oligárquico. Pero la falta de experiencia por parte de los ciudadanos favoreció la persistencia de prácticas de manipulación de la voluntad de los electores y del fraude, sobre todo en algunas provincias del interior del país.
Democracia política y cuestión social
Los sectores dominantes de la elite gobernante y también los dirigentes de los partidos de la oposición (UCR y PS) consideraban que la reforma electoral debía servir para democratizar el régimen político y hacer posible que las demandas y conflictos sociales se canalizaran por vías institucionales. Los grupos dirigentes advertían que la sociedad argentina se hacía cada vez más compleja y que los conflictos se multiplicaban. Los intelectuales y políticos sostenían la necesidad de dar credibilidad al sistema democrático a través de una profunda reforma en las prácticas de la participación política. Sólo entonces, los ciudadanos se convencerían de que sus demandas iban a ser escuchadas y comprendidas por un Estado comprometido en la resolución de los problemas. Así abandonaría su indiferencia política o la protesta por medio de mecanismos violentos.
Desde 1910, los dirigentes conservadores, socialistas y radicales compartieron la preocupación por alejar a la masa de la población de las propuestas políticas que ponían en riesgo el sistema de dominación vigente. De aquí que admitieron (con diferentes matices) que para lograr ese objetivo debían asumir una postura negociadora con los nuevos actores sociales que protagonizaban los conflictos, es decir, debían dar respuesta a la llamada “cuestión social”. Sin embargo, quedaba por resolver el tipo de respuesta que debía darse y, llegado el caso, si los grupos sociales que se beneficiaban con la organización económica vigente iban a tolerar transformaciones que afectaran sus intereses.
Este dilema se planteó con mayor profundidad a partir de 1916, con la llegada a la presidencia del candidato radical Hipólito Yrigoyen, quien asumió con el apoyo electoral de algunos sectores de la elite conservadora y de gran parte de los sectores medios urbanos de la Capital federal y otras ciudades del interior del país.
El primer gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922)
Las relaciones con los grupos conservadores
Si bien las elecciones de 1916 consagraron Presidente de la República a Yrigoyen, la UCR fue minoría en el Congreso nacional y en la mayor parte de las provincias, que mantuvieron gobiernos y Legislaturas conservadoras. La UCR recién logró la mayoría en Diputados hacia 1918, mientras que los conservadores sostuvieron la mayoría en Senadores durante todo el período.
Además de su mayoría numérica como oposición política, los conservadores mantuvieron sus poderes económico y social tradicionales: La Sociedad Rural continuó operando como grupo de presión sobre los gobiernos y miembros de la elite siguieron vinculados con las empresas de capital extranjero. Poro otro lado, el nuevo presidente mantuvo a los jefes del ejército y de la marina que ocupaban ese cargo desde antes de 1916, y designó como ministros a hombres que eran ganaderos de la provincia de Buenos Aires o estaban vinculados en su actividad económica con el sector exportador.
En este contexto, los objetivos del gobierno radical no fueron fáciles de compatibilizar. Por un lado, debía asegurar el modelo de organización económica que beneficiaba a los terratenientes exportadores y, por el otro, y al mismo tiempo, impulsar reformas destinadas a mejorar la posición económica de los sectores medios urbanos, que habían sido una porción considerable de su base electoral.
Para cambiar la adversa relación de fuerzas, Yrigoyen contó con el recurso de la intervención federal. En unos casos, los motivos fueron conflictos institucionales entre los poderes provinciales o claras evidencias de fraude, en otros, se debió a intenciones netamente políticas. En general, las intervenciones contaron con el apoyo popular porque se vivían como el fin del “viejo régimen fraudulento”.
Las relaciones con los sectores medios urbanos
El nuevo estilo político inaugurado por el presidente radical fue acompañado por la participación de los grupos urbanos que lo habían votado y que hasta entonces habían permanecido relegados. Los radicales concebían a esta participación como la manifestación de un nuevo espíritu democrático. La oposición –incluidos los socialistas–, en cambio, describían la relación entre Yrigoyen y los sectores medios urbanos como la que existían en un “gobierno de la plebe”, y se referían a la clientela de los comités como “la chusma”.
Las crecientes vinculaciones entre Yrigoyen y los sectores medios urbanos (sobre todo de Buenos Aires) se manifestaron en la implementación de políticas orientadas a beneficiar los intereses de esos grupos, tales como el aumento del gasto público para sostener la expansión del empleo público y el incremento de los tributos que debían pagar los habitantes de las provincias del interior del país con respecto a los de la provincia
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