Juicio de jesus.

JUICIO AL HIJO DE DIOS

Por Itzcóatl García Sastré

Conociendo un referente obligado

Es indiscutible que la civilización griega es la madre de la Cultura Occidental, pero al estudiar la historia encontramos hechos que marcan a pueblos enteros incluso a civilizaciones completas. Es el caso del presente libro “El proceso de Jesús” es que se realiza un exhaustivo análisis de los diversos aspectos que afectaron el desenvolvimiento del juicio a Jesús Cristo, deja una huella en los anales de la historia de contemporánea, por contravenir infinidad de principios religiosos y jurídicos de las leyes con las que fue sentenciado.

En esa época muchos eran los que se decían ser Mesías, a los que tildaban como fuera de sí, y no les hacían el más mínimo caso; Pero ¿Por qué Jesús fue tan odio hasta el grado de matársele?, ¿Cuáles eran las razón para condenarlo lo más  pronto?, ¿Qué enseñaba realmente Jesús?, ¿Qué intereses movió a los participantes de tal proceso jurídico?

Para reconocer qué garantías fueron quebrantadas, hemos de iniciar por reconocer brevemente de los marcos legales, de las costumbres que los que se participaron en dicho proceso, quienes la impartían, así como el escenario político social que permeaba.

Hechos que gestaron el proceso jurídico del nazareno.

Los judíos siempre han sido un pueblo celoso de sus costumbres, no les gustaban que los romanos se metieran en sus asuntos legales. Pero tenían un problema pues en el Sanedrín no tenía el poder para sentenciar a Jesús a muerte. Siendo Pilato quien poseía la suficiente autoridad para dar una orden de esta importante. Por esta razón la elite sacerdotal manipulo el proceso para acusarlo de blasfemia para después de traición contra Roma, llevándolo ante Pilato para la sentencia final.

Cristo no fue simplemente un profeta, ni  un mero Mesías como personaje representativo del Altísimo. Su mensaje era de total humildad y respeto a todos. Cristo jamás pretendió abolir a ninguna ley existente, lo que si es conveniente afirmar que se observa un afán de mejoramiento condición humana, dado que pretendía convertirla en una ley universal, para toda la humanidad.

Por lo anterior expuesto Cristo, rápidamente se ganó el desagrado de las máximas autoridades religiosas judías; por otra parte, para los romanos no era malo o peligro, era visto como un excepcional médico por las curaciones que se le atribuían, un predicador de las cosas buenas de Dios, Incluso, Poncio quien manifiesta abiertamente su aversión, al grado de desprecio hacia el pueblo judío, Jesús le resultaba simpático, por poner “jaque”, por ridiculizar a las casta sacerdotal y monárquica de la elite judía, siendo Pilatos, primero de formación militar y en segundo lugar, un funcionarios elegido por el César para administrar esa provincia, acostumbrado a las cosas practicas le resultaba incomodo la forma en que se movían lo círculos del poder judío en el que permeaba los intereses, el manejo de influencias, la intriga y la manipulación.

Por otra parte el evangelio que Jesús enseñaba era bien visto, hablaba de la paz, la hermandad, del amor a Dios, de respetar, pues incluso es conocida la sentencia de: Dad César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.(Mt. 22, 15-21), Además su prédica era clara, no venía a destruir todo eso, sino a perfeccionarlo,  con la misma autoridad soberana que lo estableció; más bien buscaba perfeccionar la Ley Moral y le infunde y le infundió un espíritu nuevo.  Todo ello conllevó a crear un odio de los sacerdotes judíos, al modificar con su doctrina las leyes de Dios, estas regidas por el Antiguo Testamento, el decálogo.

Algunas de las características de ambas jurisprudencias

Es cierto que ambas leyes estaban para castigar delito, pero sus perspectivas legales estaban basadas en distintos principios, eso de acuerdo  a la  idiosincrasia de cada cultura,…

 Un proceso plagado de anomalías

Es conveniente citar que la profecía de Isaías, indica que la figura de Cristo es homologa a la Dios, por lo tanto se debió ser suficiente para persuadir en el Sanhedrín a efecto de no condenarlo,  como finalmente ocurrió, juzgándolo por el delito de blasfemia, pues al ser cuestionado este responde que -era hijo de Dios-.

Un día antes del martirio

Era el mes de nisán (comprendería desde mediados de marzo hasta mediados de abril), el jueves 14, seguramente era un espléndidos días propios de esa época del año. Para esas fechas, la ciudad estaba envuelta en una auténtica nube de polvo, producida por el ir y venir de los miles de peregrinos. Los vendedores ambulantes recorrían las estrechas y serpeantes callejuelas ofreciendo a los transeúntes sus mercancías: el pan ácimo de la Pascua, las hierbas amargas y las palomas. Las ovejas y los asnos acompañaban a sus amos en medio de la agitada masa humana. En determinados puntos estratégicos de aquel laberinto de calles se hallaban apostados los soldados romanos. El gobernador de Judea, Poncio Pilato, estaba presente en la ciudad, recién llegado de la ciudad de Cesarea, en la costa mediterránea, con objeto de seguir de cerca la celebración de la Pascua. Pilato había oído hablar de Jesús, y aunque le causaba algún interés, lo que realmente le preocupaba era los acontecimientos producidos en Roma, Sejano, el «padrino» político a quien Pilato debía su posición, había caído en desgracia ante el emperador (acusado de traición).

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