ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LOS MILENARIOS


Enviado por   •  31 de Julio de 2011  •  556 Palabras (3 Páginas)  •  508 Visitas

Página 1 de 3

con desenvuelta indiferencia, casi como para hacerle comprender que su osadía no es muy grata. Es un código de más o menos estricto cumplimiento, cuyos mensajes regulan el resplandor de los ascendentes y de los descendentes en el viaje hacia el vértice, cuyos caminos ascensionales e influencias son bien conocidos por el personal de la corte.

Marianna Roncalli, la madre del futuro Juan XXIII, contestó a una amiga que le preguntaba acerca de las vestiduras prelaticias de su hijo Giuseppe, nombrado monseñor: «No haga caso si mi hijo viste de obispo sin serlo; son cosas que se montan los curas entre ellos.» Y es bueno no hacer caso de ciertas rarezas que montan los prelados entre ellos. El honor es al color rojo lo que el eje paralelo a un estrábico.

Durante casi diez años se repitió en los círculos curiales el comentario de un médico que atendía desde hacía muchos años a un eminentísimo paciente. El cardenal presidía un importante dicasterio de la Curia, un conglomerado de despachos dedicados a preparar las tareas de todos los demás departamentos curiales. Cuando llegó allí, atontado y como perdido, lo compararon con un caballo que duerme de pie: con el rostro cubierto por el velo de Moisés, las ideas y las cuestiones jurídicas más complicadas no le entraban en la cabeza y de vez en cuando se daba cuenta de que había algo que se le escapaba. Le había dado por viajar sin rumbo fijo y, a veces, se pasaba todo el día vagando por un aeropuerto hasta que la policía avisaba al Vaticano para que fueran a recogerlo rápidamente...

El purpurado ofuscado recurría muy a menudo a su médico, lo llamaba a su casa y le confesaba: «Doctor, noto desde hace tiempo que tengo algo en la cabeza; no consigo explicármelo, pero me noto algo dentro.» Y el bondadoso médico siempre le aseguraba: «Quédese tranquilo, Eminencia, ya se lo he dicho muchas veces, no se preocupe, no se inquiete demasiado: ¡usted, Eminencia, en la cabeza no tiene absolutamente nada!» Y, de esta manera, el purpurado se tranquilizaba momentáneamente y se convencía de que, en realidad, no tenía nada importante en la cabeza.

Primera plegaria inútil: «Señor, lejos de ti permitir que aquellos que te rezan directamente para obtener justicia conimitativa queden desatendidos y decepcionados; y lejos de ti complacer a los que te obligan a adaptarte a sus ansias de éxito por medio de subterfugios y enredos. Amén.»

Segunda plegaria inútil: «Padre misericordioso, para tu Iglesia vale más una onza de paz que cien libras de controversias ganadas; haz que sean inofensivos los prelados polacos a los que tanto poder has otorgado en la Curia a fin de que,

Los Milenarios El Vaticano contra Dios

20

frenados por ti, aprendan a no infundirnos temor. Amén.»

Tercera plegaria inútil: «¡Señor, te doy gracias por haberme arrebatado esta vez la facultad de hacérmelo encima!», decía muy emocionado

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (3 Kb) pdf (55 Kb) docx (10 Kb)
Leer 2 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com