LOS PROCESOS DE PAZ EN COLOMBIA
Enviado por karentriana • 31 de Mayo de 2015 • 3.316 Palabras (14 Páginas) • 179 Visitas
TITULO
LOS PROCESOS DE PAZ EN COLOMBIA
INTRODUCCIÓN
En Colombia éste no es un momento en el que la gente está enfocada en un proceso de paz. La política del país ha ido por otros rumbos, especialmente por el destape de la corrupción que le ha tocado al gobierno del presidente Samper. Sin embargo, creo que a la nación le llegó el momento de repensar en las experiencias de los procesos de paz.
Realmente, no ha habido un buen análisis sobre las experiencias del pasado, el porqué de los éxitos parciales, el porqué de los fracasos en momentos determinados. Si las condiciones para reanudar las negociaciones vuelven r. darse, el gobierno y el país en general pueden estar preparados para llevar las negociaciones a una buena conclusión. Haré unas breves reflexiones sobre ese largo camino de los procesos de paz.
Colombia se caracteriza por tener la insurgencia armada más prolongada de América Latina. Sus orígenes datan de los comienzos de los años sesenta, de la época inmediatamente posterior a la revolución cubana y de las ofensivas nacionales contra las llamadas "repúblicas independientes".
Pero si Colombia tiene la insurrección más antigua del continente, también se distingue por tener los procesos de negociaciones más largos de la región. Ya llevan 14 años, si se empieza con las amnistías de 1982. Durante este tiempo ha habido muchas interrupciones, desvíos, nuevos conflictos y algunos éxitos parciales. Asimismo, en los últimos años, el mundo ha cambiado radicalmente. Por primera vez hemos visto procesos de paz, en otros países, que llegaron a soluciones negociadas en conflictos internos, a pesar de tener éstos raíces muy profundas. En el año 82, cuando se comenzó el primer proceso de paz en Colombia, no existían modelos internacionales para resolver una guerra civil a través de negociaciones. Había perdedores o ganadores, pero no había casos de negociaciones exitosas dentro de la historia de las terminaciones de los conflictos civiles. Desde ese entonces especialmente con el fin de la Guerra Fría han surgido numerosos casos de soluciones negociadas en Centroamérica, África y el Medio Oriente.
PLANTAMIENTO DEL PROBLEMA
Del diálogo de paz no se trata simplemente de un sencillo cese del conflicto armado, sino de una negociación que debe lograr soluciones sociales y políticas a varios problemas que se plantean a través de las discusiones y la historia, teniendo en cuenta las razones del conflicto mismo. Sin embargo, me parece importante pensar la forma específica que tiene esta negociación en lo que se refiere a la manera como se propone definir y resolver los problemas sociales, y así construir la paz en Colombia. Como dice Gilles Deleuze, hablando de la metodología de Henri Bergson: “el problema tiene siempre la solución que merece en función de la manera como es planteado, las condiciones respecto a las cuales se determina en tanto que problema, los medios y los términos que disponemos para plantearlo.
La primera operación del diálogo es ambigua: hay distanciación vertical respecto al “pueblo” y recuperación estratégica, en términos de re-presentación, de lo que ya ha sido distanciado. La distanciación vertical es una cualificación de la capacidad política de las voces, una designación de las voces que pueden hablar con contenido significativo y que pueden hablar sólo con sonido aprobativo o descontento. En la última categoría se encuentra lo que constituye el objeto de la primera, el “pueblo” colombiano, incluyendo todos los numerosos y varios movimientos sociales y políticos que plantean problemas – problemas que son a menudo los que experimentan cada día en sus propios territorios existenciales. En esta cualificación de voces, no se trata exactamente de una silenciamiento, se trata más bien de descalificar la pertinencia y el contenido significativo (el planteamiento de problemas políticos pertinentes) de estas últimas voces y de oírlas como “trueno de las masas”, como ruido, que sólo pueden sostener u oponerse a las voces calificadas. Es esta primera distanciación vertical la que permite una recuperación estratégica. Hay una descalificación de voces para hacer hablar estas mismas voces a través de una re-presentación, representación que sólo pueden hacer las voces ya calificadas. El Estado representa las voces del pueblo por su legitimidad a través la democracia representativa, las Farc representan las voces del pueblo por querer encarnar los “intereses reales” de la sociedad.
Dos lógicas diferentes de representación que, no obstante, son lógicas de representación y definen el espacio del diálogo. El rol del “pueblo” en esta configuración es encarnar, como lo dice Jacques Rancière, una “palabra muda”, donde sólo sus representantes pueden decidir su contenido real, su pertenencia real y sus problemas reales. Me parece que no puede pensarse la racionalidad y la legitimidad mismas del diálogo sin estas recuperaciones estratégicas de la palabra ya muda del “pueblo”.
El planteamiento de los problemas en el diálogo de paz presupone, entonces, una estructura de re-presentación de una palabra ya muda – con diferentes lógicas que se encuentran para hacerla hablar. Así pues, ¿cómo pensar las soluciones que, como lo dice Deleuze, se merecen en función de la manera como los problemas son planteados? Me parece que las soluciones, propuestas y definidas a través de esta verticalidad representativa, tendrían al menos tres aspectos formales:
1. Una solución tendría una forma general que debe traducirse después en los niveles locales y concretos en forma de modificaciones de las leyes, nuevas prácticas sociales, reconfiguraciones de espacios existenciales, nuevos mecanismos jurídicos y garantías institucionales, cambios en los procesos de legitimación política, refuerzos de derechos y de la protección efectiva de éstos, etc. Es una forma general porque no puede tener en cuenta la muy compleja y diversa multiplicidad de sus objetos, es decir de las especificidades singulares de cada territorio y de cada situación local y concreta con respecto a las cuales las soluciones pretenden ser soluciones. Es una consecuencia de la estructura representativa que debe hacer hablar una forma indistinta, generalizada y “muda” del “pueblo” y entonces proponer soluciones que se aplican a la generalidad de ese papel. Por tanto, la generalidad de la solución debe territorializarse, debe después traducirse en cambios concretos y locales, según las irreductibles especificidades territoriales.
2. Las soluciones deben traducirse o realizarse para procesos de implementación, es decir, para la fabricación social de los objetivos y de las proyecciones a las cuales el diálogo debe llegar eventualmente.
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