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La Antropología En El Perú


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  2.061 Palabras (9 Páginas)  •  494 Visitas

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Ensayo sobre la antropología en el Perú

Ana Flavia Céspedes Castillo

El proceso de formación de la disciplina en el Perú no se encuentra muy lejos de los acontecimientos históricos que devienen de la época de conquista española. La antropología y la historia han ido y deben ir de la mano cuando se trata especialmente del estudio de las culturas y formas de organización de la sociedad peruana. Como afirma Manuel Burga (1993):

“La historia tenía que ser antropológica en tanto era necesario hacer la historia de grupos humanos, los indígenas conquistados, organizados de acuerdo a patrones no occidentales, pero que vivían dentro del sistema colonial europeo. Al mismo tiempo la antropología debía ser histórica ya que era necesario entender a las poblaciones indígenas actuales considerando un proceso histórico que las había desestructurado e impuesto patrones occidentales en sus ordenamientos sociales, económicos y políticos”.

En el plano académico, la antropología peruana ha pasado por diferentes etapas. Una primera, culturalista y exploradora, que sacralizó el trabajo de campo como rito de iniciación. Una segunda que abarca gruesamente la década de los 60 y 70 y hasta inicios de los 80, donde al culturalismo, se suman el funcionalismo, estructuralismo, dependentismo y marxismo. Finalmente, una tercera desde mediados de la década de 1980, donde el énfasis disciplinario vuelve a desplazarse del estudio de las estructuras al de los actores, a veces excesivamente, introduciéndose y consolidándose nuevas temáticas como movimientos sociales, Antropología urbana, etnicidad, género, mentalidades, entre otras. Esas tres etapas pueden ser vistas también como de surgimiento, desarrollo y fragmentación de la comunidad académica antropológica. Durante las dos primeras, los antropólogos construyeron una identidad profesional que no surgió por generación espontánea, sino de compartir: 1) un conjunto de teorías, métodos y técnicas de investigación; 2) los mismos héroes culturales fundadores de la disciplina, como Malinowski, Boas, etc.; pero sobre todo, 3) un mismo paradigma; es decir, una misma "visión del mundo", un similar conjunto de premisas e imágenes sobre la realidad social que había que investigar: el "mundo andino".

La primera forma de antropología que se hace y es justamente en su inicio con el Doctor Luis E. Valcárcel de carácter etnohistórico. La reivindicación del indio, tras una exhaustiva crítica por parte de intelectuales de inicios del s. XX que analizan la realidad nacional y la marginación de aquellos que conformaban casi el 70% de la población total del país, aquellos vencidos de la historia cuyas voces no habían sido escuchadas, van a generar un movimiento intelectual llamado “indigenismo” que va a tener como grandes exponentes al Amauta peruano José Carlos Mariátegui, a Castro Pozo, y como está mencionado líneas arriba al fundador de la escuela en el Perú, el eminente doctor Valcárcel. Todos recuerdan además su libro de 1927 Tempestad en los Andes, prologado por José Carlos Mariátegui, donde denunciaba la injusta situación del indígena dentro del sistema de haciendas y donde demandaba un nuevo líder, para el nuevo indígena, que pudiera ponerse al frente de este movimiento reivindicacionista. Son pues, los primeros estudios en antropología, de carácter reivindicativo, cuyo objeto de estudio era el indio, la sociedad andina, las formas de organización social, etc.

El trabajo etnográfico va a ser el método más frecuentemente usado por las primeras promociones para la obtención de sus grados académicos. Dentro de los personas más resaltante de las primeras formaciones antropológicas se haya José Matos Mar con su estudio de la comunidad de Tupe. Cabe añadir que para aquellos años, la guerra fría estaba en un momento determinante, la carrera de las dos contendientes se hacía sentir hasta en el más mínimo detalle y su influencia en el Perú no se hizo esperar. Esta forma de intervención por parte del gobierno estadounidense y con él, el imperialismo, se expresó en los programas de desarrollo y mejoras de diversas comunidades del interior del país. Se empezó en Virú, luego Vicos, Puno-Tambopata, Huancavelica, entre otros. Bajo mi percepción, estos programas más que querer un verdadero desarrollo y progreso de las técnicas y formas de organización de las comunidades campesinas ya mencionadas, solo querían una manera de llegar al Estado, invertir e implantar sus nuevas formas de percibir y dividir al mundo. El desarrollismo se hacían sentir en una tripartición del mundo: Primer mundo (países potencia), segundo mundo, y el tan conocido “tercer mundo” del cual somos partes por el nivel de desarrollo y calidad de vida. Lo curioso es que dichas calidades de vida se ven definidas por el nivel y calidad de vida de un país o países totalmente diversos y opuestos al nuestro.

La participación de antropólogos en estos programas y proyectos va a hacer que la escuela multiplique su cantidad de estudiantes y en menos de una década se reproduzcan por todo el país. Merece una explicación especial el tan famoso proyecto Vicos y sus diferentes observaciones, y considero que la merece por la implicancia de antropólogos nacionales e internaciones que tuvo en su desarrollo. Así mismo, me interesa más por las críticas que a este se han hecho por lo que se podría considerar hasta una falacia. El proyecto Vicos, estaba orientado a la mejora y desarrollo de una comunidad bastante atrasada, gran parte del “atraso” aparente de tales comunidades era social, que para los años cuarenta y cincuenta venía produciendo movilizaciones campesinas desde Bolivia hasta Filipinas. Que esto fue ocultado eficazmente por los antropólogos de Cornell contrasta marcadamente con la alabanza a sí mismos, según la cual “Vicos fue uno de los poco programas de cambio planificado que se dispuso a emplear un enfoque antropológico realmente holista” (Doughty, 1977: 145). Para ese entonces este parece haber pasado a ser el consenso sobre Vicos dentro de la antropología en general. Sin embargo surge la pregunta de por qué razón, en los años de la posguerra, la perspectiva holista de la antropología consistentemente no logró considerar ninguna articulación sistemática entre las comunidades locales y el marco más amplio de la economía política nacional e internacional. La respuesta es, en parte, que el sentido del holismo de la antropología era uno bastante seguro, limitado y altamente localizado, que rara vez cuestionó el modelo de desarrollo occidental y su énfasis en el cambio controlado en el ámbito de la comunidad.

En consecuencia, las aspiraciones campesinas de un cambio sistémico no constituían

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