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La Cultura En Nueva España


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2012  •  1.335 Palabras (6 Páginas)  •  1.263 Visitas

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LA CULTURA EN NUEVA ESPAÑA

La presencia de los españoles en Mesoamérica -además de las razones y beneficios económicos que les reportarían los nuevos territorios- tenía un sentido religioso: ellos recién habían liberado su territorio del islam, poseían una monarquía profundamente católica y, a lo largo de la vida colonial, se transformaron en los defensores del papado y el catolicismo frente a la reforma protestante y las otras religiones. Salvar las almas de los indígenas era una de sus mayores prioridades. El peso del catolicismo en las empresas españolas también se manifestó en una buena parte de sus obras artísticas: su arquitectura, escultura y pintura nacieron y vivieron como un espacio sagrado y como objetos cuyo principal destino era la adoración de Dios.

La fusión de dos culturas

A pesar de la gran importancia que tenía para los españoles el vínculo entre la divinidad y las artes, los habitantes del Nuevo Mundo comenzaron a unir su visión del mundo con las creaciones de los peninsulares: las artes novohispanas no eran españolas y católicas en un sentido absoluto; en ellas, si se observa con cuidado, existe un dejo indígena.

Arquitectura

La llegada de los españoles y sus religiosos implicó la necesidad de edificar un mundo: ellos no estaban dispuestos a vivir y oficiar en construcciones indígenas. Por esta razón, las ciudades cambiaron su rostro, las urbes indígenas dieron paso a poblaciones perfectamente cuadriculadas donde los edificios mezclaban las ideas estéticas de Europa con los materiales y la mano de obra de los naturales. Por su parte, los religiosos no sólo estaban obligados a promover la construcción de sus templos y monasterios, sino que -en cierto sentido- debían adaptarlos a las nuevas necesidades: a pesar de que las iglesias no perdieron su planta en forma de cruz, surgieron capillas abiertas que invitaban a los indígenas a practicar la nueva fe en condiciones espaciales muy parecidas a las del pasado. Asimismo, las distintas órdenes promovieron el desarrollo de diferentes estilos arquitectónicos que pretendían resaltar las virtudes y características de sus sacerdotes, como ocurrió en la austeridad de las construcciones de los franciscanos. Evidentemente, las modas también afectaban a las construcciones y, justo por ello, no resulta extraño que en el territorio novohispano convivan edificios barrocos, neoclásicos y con tintes rococó.

El pincel y el cincel

La situación de la pintura y la escultura novohispana no era muy diferente de la arquitectura: la mayor parte de su producción estaba marcada por el mestizaje y tenía un destino sagrado, aunque, en ciertas ocasiones, mostraba un rostro cívico gracias a las esculturas ecuestres -como la estatua de Carlos IV esculpida por Manuel Tolsá- o los cuadros de castas que intentaban mostrar y enseñar las regulaciones que caracterizaban la vida de la gente de color. Quizá, una de las características más interesantes del arte colonial sea posterior al inicio del culto guadalupano, cuando los pinceles y los cinceles iniciaron un largo viaje en pos de un nuevo rostro para el virreinato, un rostro lejano de los peninsulares y la Corona y cercano al espejo que reflejaba el nacionalismo que definiría un nuevo rumbo para Nueva España.

Los grandes cambios y movimientos culturales en la Europa del siglo XVI -como el renacimiento italiano, el humanismo español y la contrarreforma católica- influyeron de manera notable en la educación y la cultura de Nueva España.

Pedro de Gante y Vasco de Quiroga son los representantes del humanismo en Nueva España; éste se manifestó en la introducción de plantas y animales útiles para los indígenas, en la enseñanza de artes y oficios, en las tareas de alfabetización y la difusión y el conocimiento de las lenguas autóctonas. Pero los intentos de Pedro de Gante y Vasco de Quiroga no fueron los únicos que determinaron el rumbo de la educación en Nueva España.

Una mirada a la educación

Tras la caída de Tenochtitlan, los sacerdotes franciscanos comenzaron sus labores evangelizadoras y educativas. Gracias a las instituciones que fundaron, los nobles mexicas que sobrevivieron a la guerra pudieron ingresar al Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco -mismo que fue fundado en 1523- para ser cristianizados y preparados para dirigir a sus pueblos o ingresar al sacerdocio.

Los nobles indígenas aprendieron

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