La peste negra, el fin de la sociedad medieval.
Enviado por Hendrik8 • 16 de Julio de 2016 • Tesina • 2.575 Palabras (11 Páginas) • 503 Visitas
La Peste Negra, el fin de la sociedad medieval
Amplia popularidad ha tenido en los últimos años el género de películas apocalípticas. En ellas la tierra es parcial o totalmente destruida por maremotos, glaciaciones, tormentas solares, terremotos, asteroides “asesinos”, o invasiones alienígenas.
Muchos se sienten atraídos para observar –desde la comodidad de sus casas o la butaca de un cine- el desafío que significa sobrevivir en condiciones extremas y las distintas reacciones que los seres humanos y, en definitiva la sociedad, tienen en situaciones límite . Pero muchos no son conscientes que nuestra civilización, en su historia reciente ya ha pasado realmente por un evento de este tipo: La Peste negra que azotó Europa entre 1347 y 1350.
Existe coincidencia entre los historiadores que habrían muerto por la peste a lo menos unas 25 millones de personas en Europa, un tercio a la mitad de la población de esa época. En África y Asia habrían fallecido otros 30 a 70 millones adicionales según la fuente consultada. En total habría desaparecido cerca de un 20% de la población mundial. Para tener una idea de la dimensión de este cataclismo demográfico, sería en nuestros días equivalente a la muerte de toda la población europea y la mayor parte de la americana.
Las crónicas de la época mencionan que, por ejemplo. en la ciudad papal de Aviñón fue tan grande el número de víctimas que el papa Clemente VI consagró el río Ródano para poder echar en sus aguas los cadáveres que no podían ser enterrados. También otorgó una remisión completa de los pecados a aquellos que morían por la peste ante la imposibilidad de poder escuchar tantas confesiones.
Pero el impacto de la peste fue mucho más allá que la pérdida de vidas. Habría herido de muerte las bases espirituales, sociales y económicas del mundo medieval, hasta el punto que podría corregirse la cronología tradicional y situar como verdadero fin de la Edad Media a 1347, el año de inicio de la peste.
La mayoría de los historiadores contextualiza a la Peste Negra dentro de la cadena de desgraciados hechos que asolaron a Europa en el siglo XIV. Explican los cambios sociales y económicos que conducen al fin de la sociedad medieval también por la Guerra de los Cien años; la crisis del papado; la proliferación de las herejías y el fortalecimiento de la burguesía, los estados nacionales y la monarquía. La tesis que propongo, por el contario, es que el fin del Medioevo debe situarse en torno al evento que cambia los fundamentos de esta civilización Cristiana Occidental; a saber, el sistema social político y económico nacido del feudalismo; la percepción de una sociedad jerárquica y ordenada; y la visión trascendente que aporta el cristianismo.
Las instituciones sobreviven mientras son necesarias y útiles a las sociedades que las generan. Según la tesis del historiador Arnold Toynbee las civilizaciones se desarrollan y crecen en un proceso de incitación y respuesta frente a desafíos externos y la decadencia se produce cuando la minoría creadora pierde su capacidad de dirigir a la mayoría sin tener que recurrir a la fuerza.
El feudalismo y la Iglesia medieval habrían logrado, en el período turbulento que sucedió al Imperio Romano, entregar protección, sentido de trascendencia, desarrollo económico e importantes avances en la educación y el arte. La Peste Negra habría terminado con este “encantamiento”.
A partir del imperio Carolingio y hasta finales del siglo XIII el feudalismo significó seguridad y protección, en medio de un largo período de tiempos turbulentos. Las frecuentes invasiones, inseguridad en los caminos y la distancia con un rey debilitado y sin ejército propio, explican que la mejor respuesta fue la fragmentación del poder. La sociedad medieval sobrevivió económica y socialmente al amparo de una caballería guerrera que la defendió, impartió justicia y mantuvo el orden.
Uno de los fundamentos del feudalismo era la ligazón del siervo a la tierra, a una comarca determinada. Esta se había originado por diversos mecanismos: impuestos sobre la propiedad agrícola que había obligado a los campesinos pobres a ponerse al servicio de los campesinos más ricos; masas de aldeanos traspasadas como botines de guerra; cesiones de territorios a nobles destacados; la necesidad de protección en tiempos turbulentos o sencillamente el hambre. Esta relación que se había mantenido estable por provecho mutuo, o en el peor de los casos porque el siervo no tenía otra alternativa, se rompe con la Peste Negra. Por la alta mortandad, el trabajador se hace escaso en relación a la tierra y grandes masas de siervos se independizan, se van a las ciudades, a otras tierras con una mejor paga o renegocian una nueva relación.
En muchos feudos el trabajo a cambio del derecho a labrar la tierra del señor, se cambia por el pago en metálico. Los nobles pronto se dieron cuenta de que los campesinos, forzados a trabajar en condiciones inferiores a la “competencia” (los salarios que ofrecía el vecino o la ciudad cercana), ejercían una resistencia pasiva y tenían una productividad muy inferior respecto a los remunerados, de manera que no compensaban siquiera la alimentación requerida.
Un segundo pilar que queda desmoronado es la confianza en las instituciones, en la tradición. La visión de una sociedad jerárquica, estable y protectora. El noble, la Iglesia y las autoridades, en que el hombre común había puesto su confianza y buscado seguridad, fueron incapaces de detener a la peste. Ante la epidemia fueron inútiles las recetas de los médicos, las bulas papales, las oraciones y las medidas de las autoridades políticas. El ciudadano observó atónito que muchos dignatarios morían igual que ellos o, mucho peor, huían olvidando sus responsabilidades.
El sistema jerárquico de la sociedad se resquebraja. Hasta entonces romper el lazo feudal no sólo era un crimen; era motivo de deshonor. El sistema falla en su esencia, al ser incapaz el señor de proteger a su vasallo. Con la Peste Negra la relación queda en muchos casos reducida a una dimensión meramente económica y contractual y se hace común el cuestionamiento a la autoridad.
Los campesinos y los burgueses exigen un nuevo trato, menos impuestos y mejores condiciones de vida, tienen más poder de negociación y lo ejercen. Muchos disminuyen la productividad de su trabajo, o no pagan las rentas, en algunos casos incluso persiguen a los cobradores de impuestos. Muchos huyen del señor feudal y se refugian en nuevos territorios o ciudades con mejores condiciones. Por ejemplo, entre 1368 y 1370 el Arzobispo de Magdeburgo, Albrecht III, aumentó tanto la carga fiscal, que 3000 campesinos abandonaron sus tierras.
...