Marx El Capital
Enviado por nosoyyooo • 3 de Junio de 2014 • 4.923 Palabras (20 Páginas) • 382 Visitas
Libro Primero
EL PROCESO DE PRODUCCION DEL CAPITAL
Sección Primera
MERCANCIA Y DINERO
Capítulo I
LA MERCANCIA
1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud del valor)
La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece
como un "inmenso arsenal de mercancías"1 y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra
investigación arranca del análisis de la mercancía.
La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades
humanas, de cualquier clase que ellas sean. El carácter de estas necesidades, el que broten por ejemplo
del estómago o de la fantasía, no interesa en lo más mínimo para estos efectos.2 Ni interesa tampoco,
desde este punto de vista, cómo ese objeto satisface las necesidades humanas, si directamente, como
medio de vida, es decir como objeto de disfrute, o indirectamente, como medio de producción.
Todo objeto útil, el hierro, el papel, etc., puede considerarse desde dos puntos de vista: atendiendo
a su calidad o a su cantidad. Cada objeto de éstos representa un conjunto de las más diversas
propiedades y puede emplearse, por tanto, en los más diversos aspectos. El descubrimiento de estos
diversos aspectos y, por tanto, de las diferentes modalidades de uso de las cosas, constituye un hecho
histórico.3 Otro tanto acontece con la invención de las medidas sociales para expresar la cantidad de
los objetos útiles. Unas veces, la diversidad que se advierte en las medidas de las mercancías responde
a la diversa naturaleza de los objetos que se trata de medir; otras veces. es fruto de la convención.
La utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso.4 Pero esta utilidad de los objetos no flota en el
aire. Es algo que está condicionado por las cualidades materiales de la mercancía y que no puede existir
sin ellas. Lo que constituye un valor de uso o un bien es, por tanto, la materialidad de la mercancía
misma, el hierro, el trigo, el diamante, etc. Y este carácter de la mercancía no depende de que la
apropiación de sus cualidades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. Al apreciar un valor de
uso, se le supone siempre concretado en una cantidad, v. gr. una docena de relojes, una vara de lienzo,
una tonelada de hierro, etc. Los valores de uso suministran los materiales para una disciplina especial:
la del conocimiento pericial de las mercancías.5 El valor de uso sólo toma cuerpo en el uso o consumo
de los objetos. Los valores de uso forman el contenido material de la riqueza, cualquiera que sea la
forma social de ésta. En el tipo de sociedad que nos proponemos estudiar, los valores de uso son,
además, el soporte material del valor de cambio.
A primera vista, el valor de cambio aparece como la relación cuantitativa, la proporción en que se
cambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra, 6 relación que varía constantemente con
los lugares y los tiempos. Parece, pues, como si el valor de cambio fuese algo puramente casual y
relativo, como sí, por tanto, fuese una contradictio in adjecto(5) la existencia de un valor de cambio
interno, inmanente a la mercancía (valeur intrinseque).7 Pero, observemos la cosa más de cerca.
Una determinada mercancía, un quarter de trigo por ejemplo, se cambia en las más diversas
proporciones por otras mercancías v. gr.: por x betún, por y seda, por z oro, etc. Pero, como x betún, y
seda, z oro, etc. representan el valor de cambio de un quarter de trigo, x betún, y seda, z oro, etc. tienen
que ser necesariamente valores de cambio permutables los unos por los otros o iguales entre sí. De
donde se sigue: primero, que los diversos valores de cambio de la misma mercancía expresan todos
ellos algo igual; segundo, que el valor de cambio no es ni puede ser más que la expresi6n de un
contenido diferenciable de él, su “forma de manifestarse”.
Tomemos ahora dos mercancías, por ejemplo trigo y hierro. Cualquiera que sea la proporción en
que se cambien, cabrá siempre representarla por una igualdad en que una determinada cantidad de trigo
equivalga a una cantidad cualquiera de hierro, v. gr.: 1 quarter de trigo = x quintales de hierro. ¿Qué
nos dice esta igualdad? Que en los dos objetos distintos, o sea, en 1 quarter (7) de trigo y en x quintales
de hierro, se contiene un algo común de magnitud igual. Ambas cosas son, por tanto, iguales a una
tercera, que no es de suyo ni la una ni la otra. Cada una de ellas debe, por consiguiente, en cuanto valor
de cambio, poder reducirse a este tercer término.
Un sencillo ejemplo geométrico nos aclarará esto. Para determinar y comparar las áreas de dos
polígonos hay que convertirlas previamente en triángulos. Luego, los triángulos se reducen, a su vez, a
una expresión completamente distinta de su figura visible: la mitad del producto de su base por su
altura. Exactamente lo mismo ocurre con los valores de cambio de las mercancías: hay que reducirlos
necesariamente a un algo común respecto al cual representen un más o un menos.
Este algo común no puede consistir en una propiedad geométrica, física o química, ni en ninguna
otra propiedad natural de las mercancías. Las propiedades materiales de las cosas sólo interesan cuando
las consideremos como objetos útiles, es decir, como valores de uso. Además, lo que caracteriza
visiblemente la relación de cambio de las mercancías es precisamente el hecho de hacer abstracción de
sus valores de uso respectivos. Dentro de ella, un valor de uso, siempre y cuando que se presente en la
proporción adecuada, vale exactamente lo mismo que otro cualquiera. Ya lo dice el viejo Barbon: "Una
clase de mercancías vale tanto como otra, siempre que su valor de cambio sea igual. Entre objetos cuyo
valor de cambio es idéntico, no existe disparidad ni posibilidad de distinguír."8 Como valores de uso,
las mercancías representan, ante todo, cualidades distintas; como valores de cambio, sólo se distinguen
por la cantidad: no encierran, por tanto, ni un átomo de valor de uso.
Ahora bien, si prescindimos del valor de uso de las mercancías éstas sólo conservan una cualidad:
la de ser productos del trabajo.
Pero no productos de un trabajo real y concreto. Al prescindir de su valor de uso, prescindimos
también de los elementos materiales y de las formas que los convierten en tal valor de uso. Dejarán
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