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NACIÓN Y SOCIEDAD EN LA HISTORIA DEL PERÚ (Peter F. Klarén)

Martha268 de Diciembre de 2013

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NACIÓN Y SOCIEDAD EN LA HISTORIA DEL PERÚ

Peter F. Klarén

Capítulo V.- La utopía republicana y la inestabilidad posterior a la independencia, 1824-1840

El Perú republicano, desde los inicios de la independencia, se vio enfrentado a una serie de problemas complejos. Probablemente, el más serio fue la contradicción entre la nación existente y el ideal de nación de los fundadores criollos. El logro de la separación de España tiene sus cimientos en las ideas revolucionarias de la soberanía popular, derivadas de la ilustración europea del Siglo XIX, que teóricamente convierte a todos los ciudadanos en iguales.

Sin embargo, el Perú colonial era una sociedad sumamente desigual, ya que se basaba en distinciones de raza, género o ascendencia. Es así que los gobernantes del ordenamiento sociopolítico eran siempre de la élite masculina criolla. De esta manera, las clases dominantes se encontraban a cargo de la protección de los indios, mestizos y mujeres considerados como inferiores sociales, incapaces de encargarse de sí mismos. Si bien los criollos creían en los ideales de la Ilustración para poder gobernar la nación, una vez que llegan al poder, dejan de lado esta “pantalla” para luego llevar a cabo sus propios ideales.

Durante la época colonial, los nativos andinos fueron relegados a la llamada república de indios. Al igual que la corona inventó dos repúblicas, los constructores criollos de la independencia inventaron la idea de una única nación peruana bajo la influencia de la Ilustración. En este concepción, los indígenas eran dejados de lado. Sin embargo, poco después de la independencia, los indios comenzaron a cuestionar la idea criolla de nación, exigiendo que el nuevo estado republicano postcolonial defendiera sus tradicionales derechos indígenas.

Por otro lado, estaba el problema de los caudillos. El eje de su poder era el control de la tierra y el domino sobre la fuerza laboral servil. Así, al inicio de la república, el Perú era un mosaico de sociedades agrarias regionales semejante a un orden feudal. Por medio del clientelismo, los caudillos lograron movilizar seguidores. Esto dio como resultado una temprana sociedad republicana quebrada y desestabilizada. Fue así, que abatido por varias elecciones, conspiraciones, rebeliones, golpes, el Perú desarrollo veinticuatro cambios de gobierno entre 1821 y 1845. Este tema es de gran relevancia en la actualidad, ya que la situación de pobladores que buscaban ser y sentirse aceptados como ciudadanos y no inferiores, aún es buscada por muchos.

Los caudillos se inclinaban entre liberales y conservadores. Por un lado, los conservadores como Agustín Gamarra, eran anti-extranjeros, proponían un Estado centralizado, políticas comerciales proteccionistas y el mantenimiento de la configuración corporativa de la sociedad. Mientras que, los liberales, como Andrés de Santa Cruz, eran anticlericales, favorecían un Estado menos centralizado ,y a menudo federal, el recorte de los poderes ejecutivos, el libre comercio y la restricción de los derechos corporativos. Sin embargo, ambas ideologías compartían la idea de una soberanía aristocrática, que tenía una visión jerárquica, racista y elitista de la organización social.

En el tema administrativo, se mantuvieron las instituciones coloniales pero con otros nombres. Por ejemplo, las intendencias se retuvieron pero posteriormente se les cambió de nombre por departamentos.

Por último, la iglesia fue una de las pocas instituciones que estuvieron intactas durante las guerras independentistas; ya que estaba respaldada por donaciones, rentas y derechos, incluyendo las ganancias. La iglesia era bastante liberal al haber incorporado las ideas de la Ilustración, algunas de las cuales pasaron a ser el eje central del movimiento independentista. Es más, el clero secular, principalmente criollo, se identifico con la independencia; mientras que el regular, conformado por peninsulares, continúo siendo leal al antiguo régimen. Si bien es cierto, el tema de la Iglesia no es tratado con profundidad, se puede concluir que debido a su papel relevante, el autor ha podido dar una mayor extensión, resaltando su importancia.

Decadencia y recuperación económica

El Perú ingresó a la era post-independentista con una crisis económica. Era un país geográficamente aislado, políticamente inestable y económicamente postrado. La minería de plata fue especialmente perjudicada ya que su producción fue afectada por las inundaciones y el azote de las guerras. Además, tras las guerras de independencia, la sierra central quedó con una economía devastada. Por otro lado, la economía de la sierra sur, basada en lo que quedaba del eje comercial Lima-Potosí, colapsó. Ello implicó una fragmentación regional, que junto con la desintegración del gobierno central, favoreció la aparición de las élites locales. Estos grupos que continuaron siendo débiles hasta después de 1850, consolidan su poder en base a una ideología de superioridad racial frente a los indios. Asimismo, el poder político indio se vio deteriorado por la desaparición de los curacas. Klaren destaca las consecuencias sociales que trajo consigo la crisis económica y la influencia de los estereotipos raciales existentes en la sociedad de aquella época. Una sociedad donde ser blanco o criollo era signo de superioridad y poder político.

La producción agrícola en la costa central y norte estaba en un estado igualmente deplorable. Las causas se remontaban al periodo colonial tardío debido a desastres naturales, cambios en patrones comerciales, efectos de reformas borbónicas y la expulsión de jesuitas. Además, las guerras de la independencia causaron daños a los productores de azúcar, algodón y productos alimenticios. Otro problema era el de la provisión de mano de obra originada por reclutamiento de esclavos y campesinos para los ejércitos que disputaban la independencia. En 1824, la recuperación se vio retardada por las conmociones políticas, la fuga masiva del capital y la falta de inversión extranjera por la inestabilidad. En este contexto, los hacendados costeños encontraron posibilidades de revivir su producción e intercambio en los mercados urbanos e interregionales del Pacífico. Esta es la base de de perspectiva proteccionista de la costa, donde los productores cerraban paso a alimentos extranjeros importados. Por otro lado, los terratenientes buscaban reactivar sus propiedades con miras a su antiguo mercado en Chile. Así, Lima y los grupos de elite norteños emprendieron una campaña concertada para intentar restablecer el comercio con Chile.

En el sur, los agricultores, exportadores y comerciantes vieron oportunidades de desarrollo en el establecimiento de vínculos comerciales de la región con Bolivia a través de una política de comercio libre. A mediados de 1830, se unieron a este grupo los productores y exportadores de lana, quienes encontraron un creciente mercado de exportación en la industria textil británica. Ambos grupos compartían antipatía por el monopolio que comerciantes limeños habían ejercido en esta región.

De manera que, los intereses comerciales del sur y los de Lima y la costa norte lucharon por el control del Estado generando falta de unidad. El autor precisa que el poder político estaba indudablemente vinculado al poder económico y como la lucha por el obtener el poder ha sido siempre causante de desintegración social.

La región que constituía la mayor parte de la economía peruana era la sierra central cuyas actividades principales eran la minería y la agricultura. La producción de plata brindó un estimulo económico a una región que se extendía desde Cerro de Pasco hacia el valle del Mantaro por el oeste y hacia el departamento de Huánuco por el este. La zona de producción agrícola más dinámica de esta región era el valle del Mantaro, cuyo sistema de tenencia de la tierra caracterizado por minifundistas antes que por haciendas señoriales, como ocurría en el sur. Así, a diferencia del sur señorial, las comunidades indígenas quedaron libres del dominio de haciendas, en tanto que su campesinado pasó a ser una fuerza dinámica, independiente y comercialmente dinámica de la región. Aquí se presentan dos tipos de tenencias de tierra y se destaca las ventajas que ofrecía el sistema de minifundistas a comparación del sistema semi-feudal de latifundistas. En el primer sistema mencionado los campesinos gozaban de mayor independencia y libertad, situación que debió reinar en todo el país en pro de la igualdad.

El avance de la minería de la plata en la década de 1830 fue uno de los puntos económicos brillantes del país, con exportaciones de mineral y monedas dotaron al país de plata para pagar una ola inicial de importaciones extranjeras que se dio durante la década de 1820. Estas importaciones baratas beneficiaron a los consumidores pero afectaron a la clase artesana nativa y a la industria textil de la sierra. En consecuencia, el sentimiento proteccionista era fuerte en lugares como el Cuzco.

El proceso de la minería se tradujo en periodos de autosuficiencia para las haciendas y comunidades indígenas durante la recesiva década de 1820, mientras sus mercados mineros estaban deprimidos, a lo que le siguió el renacimiento de producción y la actividad económica durante la recuperación de la siguiente década. La década siguiente de la independencia se caracterizó por la disminución significativa de la población y la des-urbanización, lo que tendió a reforzar los patrones indígenas de producción e intercambio. Así, el siglo XIX es considerado un periodo de renacimiento de la economía étnica andina de las comunidades. Un indicio del florecimiento económico indígena

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